Las historias de las cruzadas tienen un alto
componente de enganche por lo heroico de su planteamiento de unir el aspecto
militar con el religioso con el objetivo de recuperar territorios para la
cristiandad.
El asalto de Barbastro en el año 1064 a la
llamada del papa Alejandro II es la primera cruzada conocida, aunque su éxito
fuera efímero pues fue recuperada por los musulmanes un año después.
El rey Sancho Ramírez de Aragón selló en al
año 1068 un vasallaje con el papa que le sirvió para mantener unidos el
elemento militar y el religioso en el proceso de reconquista emprendido.
Este planteamiento permitió que él y sus
hijos Pedro I, Alfonso I y Ramiro II realizaran este proceso de reconquista de
una forma muy rápida por la determinación para recuperar el territorio
cristiano.
Los valores cristianos eran la fuerza que
daba legitimidad a la misión de recuperar el territorio al infiel. En la etapa
de las cruzadas, la toma de Jerusalén era la visión que posibilitaba las
acciones militares. Pero los intereses no eran platónicos.
Manuel Iglesias en su “Historia de la
Ribagorza” comenta: “Bajo la capa de piedad y obra santa se ocultaban también
la codicia y las ansias de botín, por el que muchos se alistaban para la
guerra, lo estipulaban con anterioridad y lo exigían tras la victoria.”
En ocasiones, esta ansia de botín ya se daba
en el propio proceso de acudir al llamamiento a la cruzada como ocurrió en la
provincia de Huesca en julio del año 1320 a la llamada de Jaime II.
El 2 de julio de 1320 llegaron a Ainsa miles
de personas procedentes de Francia con dirección a la cruzada que había
convocado Jaime II el 16 de Junio. Este "ejército" recibe el nombre
de "Pastorells".
Se había formado en junio con la intención de
acudir a la cruzada convocada por el rey de Francia, pero los desmanes que
fueron provocando hicieron que se desconvocara. Así, al oír de la convocatoria
de cruzada desde Aragón, acudieron a ella.
Sin embargo, Jaime II al conocer los
problemas que existían en la frontera, también desconvocó la cruzada el 25 de
junio. Pero, el fanático y hambriento "ejército" ya estaba en camino.
Se dirigían a Sarrión, al sur de Teruel, con
prisas porque la cruzada partía a primeros de Julio. Testigos del juicio que se
hizo en agosto de 1320 en Barbastro dicen que eran unas 5.000 personas.
En la mañana del 3 de Julio de 1320 ocurrió
la masacre de la comunidad judía de Monclús por parte del "ejército"
de cruzados. Las fuentes oficiales hablan de 337, aunque se pudo incrementar
para multar más a los nobles por permitir la matanza.
Esa misma tarde esta multitud llega a Naval
donde expolian la morería, pero no hay masacre al refugiarse en el castillo. El
4 de julio de 1320 llegan a Barbastro, donde no se les deja entrar acampando
junto a la actual Iglesia de San Francisco.
El rey de Aragón va al encuentro de esta
multitud para recuperar lo robado y hacerla volver a Francia. En el mes de
agosto se hace un juicio en Barbastro para conocer los hechos ocurridos en
Monclús y penar a los culpables y personas que lo posibilitaron.
Como se ha comentado y ejemplificado, el
concepto de cruzada permitió una determinación para la acción militar al unirla
a unos valores, misión y visión propiamente espirituales.
Esta herramienta de definición de los
valores, misión y visión se utiliza igualmente en el ámbito empresarial en el
área de Política Estratégica, siendo muy útil en escenarios de crisis y en el
comienzo de la actividad.
Su principal utilidad estriba en posibilitar
la determinación y la energía necesarias para alinear los recursos de la
empresa con la estrategia adecuada para posibilitar la viabilidad del proyecto.
En épocas de crecimiento económico las
empresas suelen funcionar de forma automática siguiendo la propia dinámica que
se establece por la propia operativa de las distintas áreas funcionales.
Sin embargo, cuando el mercado está
paralizado o en retroceso es necesario volver a los motivos que llevaron a la
creación de la empresa con el objetivo de replantear la dirección.
Los valores, la misión y la visión de una
empresa ayudan a afirmarse en la razón de ser del proyecto alineando los
recursos disponibles en la dirección necesaria para lograr su cometido con la
determinación del cruzado.
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