La gráfica de la distribución normal o de
Gauss en forma de campana ha servido como elemento recurrente para explicar el
ciclo de muchos sucesos, entre ellos el de la adopción de un producto o
servicio por parte de los clientes.
La propia forma de la curva nos hacía pensar
que había que hacer un esfuerzo continuo para ir logrando una tasa de clientes
progresiva. Así, empezamos con pocos para ir creciendo exponencialmente.
En la media, nos encontrábamos la mayoría del
segmento de clientes a lo que pretendíamos vender nuestros productos, para
luego encontrarnos con otros más exigentes.
Con el paso de los años han ido cambiando el
nombre de las estrategias de marketing para ir abordando el mercado de esta
forma, pero se seguía pensando en la distribución normal.
Se suponía que el mismo producto o servicio,
con ligeras variaciones, podría servir para todo el segmento de clientes a los
que nos dirigíamos, de forma que podíamos amortizar la inversión inicial de
desarrollo.
De esta forma, muchas empresas y
emprendedores invierten inicialmente importantes recursos en el diseño del
producto o del servicio pensando en su amortización posterior al considerar que
va a ser aceptado por el mercado.
En la actualidad, a diferencia de lo que
ocurría en la década de los 80 donde se hizo el paso de pensar en la cadena de
valor dirigida al diseño del producto más que a la fabricación del mismo, sí
que hay un proceso de diseño.
Pero este proceso de diseño está enfocado en
el concepto de producto o servicio de los propios promotores o de personas
cercanas a su entorno que están conformes con las prestaciones.
A este grupo que rodea a los promotores, se
le llama entusiastas. Son un grupo de personas que se encuentran en un círculo
cercano que muestran la aprobación desde el comienzo.
Los promotores que se dejan llevar por la
opinión de este grupo cercano, acaban teniendo problemas en el mercado porque
no han validado su idea con una muestra representativa.
Otro tipo de promotor más prudente da un paso
más adelante tomando la opinión de posibles clientes a los que considera le
puede encajar la idea de producto o servicio que se quiere testar.
A este grupo se le llama visionarios, en
cuanto que se adelantan al resto del mercado a ver las posibilidades que tienen
los nuevos productos o servicios para satisfacer sus necesidades.
Este grupo, a pesar de un segmento
representativo, tampoco es suficientemente relevante porque su perfil no encaja
con el de la mayoría del segmento de clientes al que nos dirigimos.
Muchos proyectos emprendedores han
embarrancado tanto en términos de adecuación del producto como financieros al
centrarse en este segmento de clientes visionarios, pensando que adecuándose a
sus necesidades supondría el éxito.
Pero, en muchas ocasiones, lo ocurrido es que
este grupo necesita más prestaciones que el resto del mercado y, por ello, está
dispuesto a pagar un precio superior al resto de los clientes.
Se acaba diseñando un producto o servicio que
no se adecua al segmento que llamamos pragmáticos, que están dispuestos a pagar
un precio ajustado al valor que realmente necesitan.
Muchos proyectos se estrellan en este abismo
que se da al ofrecer un producto diseñado para visionarios que no es aceptado
por la masa más importante de clientes que pueden dar viabilidad económica al
proyecto.
Ni mucho menos por la siguiente masa de
clientes, los denominado conservadores, que adoptan un nuevo servicio o
producto únicamente cuando ya se está generalizando su utilización.
La utilización de la metodología del Lienzo
de Modelo de Negocio facilita el descubrimiento de estos segmentos de clientes
que realmente nos pueden posibilitar la viabilidad del proyecto.
Junto al uso de las herramientas de
Desarrollo de Cliente que nos facilitan la tarea de testado de la propuesta de
valor y el precio que están dispuestos a pagar dichos segmentos de clientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario