martes, 24 de septiembre de 2013

La tartana del abuelo

Barbastro es una ciudad con una gran tradición comercial, siendo el referente natural para las comarcas de la Ribagorza y el Sobrarbe. Basta pasear un sábado por la mañana por su Plaza del Mercado para darse cuenta de ello.
Además de encontrarnos muchos visitantes, veremos a muchas personas que bajan a comprar pasando casi toda la mañana en la ciudad. En este caso, Barbastro se ha convertido, también, en una ciudad turística.
Con la mejora de las comunicaciones esta influencia comercial de Barbastro se ha ido incrementando a lo largo del siglo XX, mientras ha ido disminuyendo la de otras poblaciones.
El caso más llamativo es el de Naval. Esta población ha tenido una gran importancia comercial a lo largo de la historia tanto por sus salinas, la cerámica, como por sus arrieros que se dedicaban al transporte de mercancías.
La mejora de las carreteras (no hemos de olvidar que esta palabra viene de carro) hizo que lo carros, primero, y los automóviles, después, sustituyeran a aquellas caravanas de burros acarreando mercancías.
Esta influencia comercial de Naval acabó aminorándose con la variante de Susía, que desviaba la carretera hacia Ainsa por el río Cinca en vez del paso por el tradicional Puerto del Pino.
Ainsa ha mantenido su influencia comercial en la comarca pero incrementada por su atractivo turístico. Donde hace unas décadas había tiendas de suministros, ahora nos encontramos establecimientos para turistas.
Tierrantona, la capital de La Fueva, era un centro de influencia comercial en su entorno, además de ciudad de paso en el trasiego entre la Ribagorza y el Sobrarbe. Con la despoblación y la mejora de las comunicaciones, este rol ha quedado muy disminuido.
Mi abuelo conocía muy bien aquellas primeras carreteras y caminos. Desde la década de los 20 se dedicaba a comerciar mercancías entre los pueblos de toda la comarca de Sobrarbe.
Entre los años 1931 y el comienzo de la guerra civil en 1936 suministraba alimentos al Sanatorio de Pineta. Su principal proveedor era Casa Cambra de Tierrantona, donde encontraba las cantidades que le pedían.
Casa Cambra era uno de los centros de compra y venta más importantes de La Fueva. Para llegar desde Labuerda cogía la tartana (el clásico carro con toldo que vemos en las películas de vaqueros) hasta el molino de Arro.
En aquellos años la carretera acababa en Arro. Para ir a Tierrantona y hacia la Ribagorza, únicamente había caminos. En el molino dejaba el carro y cogía el caballo para llegar a Casa Cambra. Este trayecto lo solía hacer en el mismo día.
Hasta el Sanatorio de Pineta ya había una carretera que habían construido las empresas hidroeléctricas. La noche la pasaba en Casa Agustín de Bielsa para regresar a Labuerda al día siguiente. Este viaje lo realizaba cada semana.
Paradójicamente para hacer este trayecto no le servía el Ford T (matrícula HU 164) que se había comprado en 1929. El camino de La Fueva únicamente se podía hacer con caballerías.
Tal vez por esta razón se vendió el Ford T y compró la tartana que se utilizaba para el correo a Bielsa, que sí se podía hace con automóvil por la carretera que había construido las empresas hidroeléctricas.
Esta tradición comercial la siguieron sus hijos mayores, tanto en Sobrarbe como en Ribagorza, pero ya con automóviles, aunque aprendieron de su padre ese trato sosegado del comercio con la tartana.
Una cultura del trato que unía humanamente a comprador y vendedor en una sinergia de mutua necesidad, creando fidelidades de por vida que, incluso, se traspasaba a la siguiente generación.
Los nietos de mi abuelo ya tienen que utilizar el comercio electrónico (Internet y Redes Sociales) como un canal cada vez más importante de relación con los clientes. Como ya hemos comentado, la economía de la montaña está dependiendo del turismo.
Y el turismo es uno de los servicios que más rápidamente se han adaptado al ecosistema del comercio electrónico. Este nuevo modelo de negocio tiene una doble cara. Puedes captar nuevos clientes y te pueden quitar clientes que ya tenías.

Para ello es necesario ir adaptando la propuesta de valor a los nuevos segmentos de clientes que van surgiendo, utilizando los canales convenientes y el tipo de relación adecuado.

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