martes, 23 de noviembre de 2010

Productos industriales

Todos los polígonos de todas las ciudades desearían que se implantaran proyectos industriales que asentaran población en su territorio durante un largo periodo de tiempo. Al menos, así es la imagen que tenemos de los proyectos industriales tradicionales.

Desgraciadamente, esta imagen ha cambiado debido tanto al avance tecnológico como a la globalización. Actualmente las factorías que se construyen son mucho más pequeñas que hace unos años para posibiliar amortizaciones mucho más rápidas.

Además, los proyectos industriales ya no son únicamente industriales, sino que van unidos a proyectos de servicios que posibilitan tanto la rentabilidad del proyecto como la continuidad de la relación con el cliente. Igualmente sucede en la otra dirección, proyectos de servicios con industriales.

Este es el caso de la empresa oscense Podoactiva, que ha posibilitado una mejora en sus servicios con la incorporación de nuevas tecnologías de diseño y fabricación personalizadas de sus productos de cuidado del pie.

En este artículo quiero comentar una equivocación que suele ocurrir en el enfoque de los nuevos proyectos emprendedores industriales al utilizarse el mismo enfoque que se suele utilizar para los nuevos proyectos de empresas ya existentes.

Cuando una empresa ya existente emprende el desarrollo de un nuevo producto se centra primeramente en los aspectos de diseño, su aceptación por el mercado y, por último, en su proceso de fabricación posterior.

Este enfoque es el adecuado en este tipo de proyectos porque ya se tiene experiencia y parámetros comparativos sobre la distribución del producto y las distintas posibilidades de los procesos de fabricación.

Sin embargo, cuando un emprendedor utiliza este proceso tiene, como mínimo, el riesgo de producir un excesivo encarecimiento inicial en el proceso que amenacen la viabilidad económica y financiera del proyecto.

Este riesgo viene dado por la falta de experiencia superpuesta de distintas áreas (diseño, marketing y producción) que hacen que los errores e incrementos en costes de una de ellas influya significativamente en las siguientes.

Un proyecto emprendedor industrial tiene que enfocarse desde el principio en el mercado de ese nuevo producto y no fundamentarse únicamente en aspectos ligados a la propiedad industrial y a la realización de un prototipo.

Actualmente es muy fácil el contratar a empresas para que nos desarrollen un prototipo virtual tanto ilustrativo como funcional para poder comenzar con el proceso de análisis del mercado en el que queremos entrar.

Aunque, puede ser muy valiosa la ayuda de una empresa de Análisis de Mercados, tal vez sea mejor en una primera etapa hacer una labor previa nosotros mismos, pues nos servirá de ejercicio para que conozcamos el mercado de primera mano.

Si no tenemos claro que tipo de estrategia llevar a cabo en esta etapa, podemos acudir al asesoramiento que nos facilita el Gobierno de Aragón a través de organismos como el Instituto Tecnológico de Aragón, las Cámaras de Comercio o CEEIAragón.

El análisis del mercado nos llevará a un marco de referencia de precios que el mercado está dispuesto a pagar por ese producto. A partir de estos datos, comienza la fase de fabricación y diseño del producto que deberíamos considerarla como un único bloque.

En esta fase, también podemos contar con empresas dedicadas al desarrollo de productos que nos puedan hacer un servicio integral tanto del desarrollo del producto como el de su fabricación posterior destinadas al lanzamiento del producto.

Este es el caso de la empresa oscense Oscatech microinyección, que coopera con el cliente en el desarrollo de productos innovadores, realizando la gestión integral del proyecto, diseño de componentes, de moldes y utillajes.

De modo que se ocupa desde el desarrollo del producto y del proceso, la ingeniería y la fabricación de moldes y utillajes, hasta la producción de componentes o producto acabado, su envasado y embalaje dentro de sus propias instalaciones.

Esta unión entre diseño y fabricación conlleva una doble ventaja. Primero, el cumplimiento de los presupuestos de diseño y fabricación del producto. Segundo, la posibilidad de establecer distintas políticas de producción, según sea la aceptación por parte del mercado.

El trabajar con una empresa que nos asesora tanto en el diseño como en la fabricación, permite al emprendedor de proyectos industriales el disponer del mismo grado de conocimiento que tienen las empresas ya existentes.

Y, consecuentemente, no sólo lograr un mayor éxito en el lanzamiento del nuevo producto y de la nueva empresa, sino poder enfocar las energías del emprendedor en el análisis y posterior lanzamiento al mercado.

martes, 16 de noviembre de 2010

Aprendizaje Grupal

En un momento en que parece que la formación continua empresarial debería adecuarse a los entornos de las nuevas tecnologías de Internet, es muy necesaria la formación presencial no tanto para recibir información como para intercambiar competencias.

El catedrático Henry Mitzberg dice que el mejor modo de aprender es reflexionando y aprendiendo de la propia experiencia con otros colegas, intercambiando la forma como cada uno de nosotros hemos afrontado una determinada situación.

Se trata de una autoaprendizaje grupal muy necesario en momentos de incertidumbre como los actuales, especialmente para los responsables de las pequeñas empresas que tienen que tomar en solitario las decisiones.

El poder compartir experiencias sobre una determinada situación hace que se muestren las competencias necesarias para afrontarlo y que quienes escuchamos seamos conscientes de las mismas para aplicarlas nosotros mismos.

No se trata de facilitar una gran cantidad de información, como si se tratara de una clase tradicional, sino de exponer la forma como hemos hecho las cosas, de intercambiar las experiencias que hemos tenido.

El objetivo es vivenciar la forma de como afrontar una situación para posteriormente desplegar las acciones que sean necesarias. Es ir de la emoción, a la acción y a la información, y no al contrario, como sucede en la formación tradicional.

Este tipo de aprendizaje se hace en grupos reducidos de 6 a 12 personas con una duración entre 45 y 75 minutos. Dependiendo de la tipología del grupo se requiere la presencia de un moderador para dirigir la sesión.

Con el objetivo de focalizar las sesiones de autoaprendizaje, se puede preparar previamente determinados materiales y ejercicios prácticos sobre un tema concreto para orientar el intercambio de opiniones y experiencias.

Igualmente, este material nos puede servir para seguir reflexionando sobre la cuestión cuando volvamos a nuestra empresa. También, mantenemos la relación con los otros compañeros del grupo por si necesitamos su apoyo posterior.

Ya en nuestra empresa, tendremos que decicir que cambios podemos hacer en nuestra organización para mejorar en las competencias, tanto en lo que se refiere a nuestros compañeros como a posibles proveedores externos.

En las instalaciones CEEIAragón de Huesca hemos organizado una sesión para compartir experiencias sobre la gestión de la morosidad, debido a la importancia que está teniendo esta problemática actualmente.

Debido a esta relevancia, es posible encontrar libros actualizados sobre esta temática al igual que seminarios. Sin embargo, el gestor de la pequeña empresa suele acabar pillado por las urgencias del día a día para aplicar ciertos criterios de eficacia en la gestión de la morosidad.

Y, la mayoría de la veces, acaba pidiendo ayuda a la gestoría administrativa cuando los plazos de la morosidad se han alargado ya en demasía, y se han complicado también las relaciones con los clientes afectados.

De aquí, la importancia de tomar consciencia de la necesidad de una gestión adecuada en esta problemática. Y la mejor forma de hacerlo es escucharlo de otras personas de tu mismo ámbito empresarial.

Así, en el caso de la gestión de la morosidad, los expertos nos aconsejan que integremos estos tres aspectos en nuestra empresa: una polica preventiva de cobro, un circuito de seguimiento del crédito de clientes y seguir un protocolo de reclamación de impagados.

Una política preventiva de cobro supone tomar consciencia del circuito administrativo desde la entrega de la mercancia o servicio hasta el pago, para tomar las medidas adecuadas que posibiliten la minimización de las incidencias.

Un circuito de seguimiento del crédito de cada cliente conlleva el valorar inicialmente la cantidad y gestionar su cumpliento evitando que haya incumplimientos debido al solapamiento de los pedidos o la desinformación entre personas de la propia empresa.

Finalmente, una vez acontecido un impago, es conveniente el seguir rigurosamente un protocolo de la reclamación de los impagados a los pocos días de su incumplimiento hasta lograr el objetivo de su cobro.

Lo mismo se podría decir de otras temáticas. En la mayoría de las ocasiones, ya hay respuestas para las situaciones que tenemos que afrontar, únicamente tenemos que plantearlas adecuadamente adaptándolas a nuestras circunstancias.

Acabamos con otra cita del catedrático Henry Mitzberg referente a la formación. Dice que si queremos que las personas sean capaces de gestionar y liderar eficazmente, necesitamos un enfoque de formación diferente.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Saber Caer

Conduciendo por la autovía me asombra ver como un gato se desliza hacia el arcen recogido sobre sus patas con la cabeza erguida. Me sugiere la misma forma como se deslizan los pilotos de motos cuando se caen en las carreras sin dañarse.

Finalmente percibo que el animal se ha salvado del atropello. Me deja perflejo la forma de saber caer del gato. Primero, cómo ha protegido sus zonas vulnerables en el accidente y, segundo, cómo ha amortiguado la desaceleración deslizándose.

Siguiendo con la semejanza de la caída de los pilotos, el deslizamiento es similar pero la postura para protegerse es distinta. El piloto ha aprendido a deslizarse de espaldas sobre una protección de la espalda debajo de una vestimenta que le facilita resbalar sobre el asfalto.

Definitivamente, he vuelto a comprobar que los gatos tienen siete vidas. Posiblemente, el saber caer sea una de sus habilidades institintivas clave que le permiten poder sobrevivir tras haber sufrido un accidente.

En el caso de los pilotos de motos, la habilidad para saber caer no es instintiva sino que ha sido aprendida. Así, el protector de la espalda, la vestimenta y el disponer de un amplio espacio libre de obstáculos, minimizan las consecuencias de las caídas.

Lamentablemente, debido al largo tiempo que llevamos de desaceleración económica, muchas empresas accidentalmente se están viendo obligadas a replegar su actividad independientemente de su buena gestión.

En estas ocasiones, “saber caer” es una competencia que los gestores de las empresan necesitan aplicar a lo largo de la vida de la organización y, mucho más, los emprendedores en el comienzo de su actividad.

El momento de las caídas es imprevisible e inevitable por su propia naturaleza, por lo que no es posible disponer una conducta voluntaria, sino que ha sido necesaria previamente haberse entrenado para ese tipo de adversidad.

En muchas actividades donde hay riesgo de accidente, como es el caso de la conducción o el alpinismo, se suelen provocar situaciones extremas para haber entrenado las habilidades necesarias para afrontar ese momento.

Del mismo modo, en el ámbito empresarial, podría hablarse igualmente de la posibilidad de entrenarse para afrontar momentos de caída, estructural o no. Coloquialmente, solemos aludir a la existencia de un Plan B.

Vamos a analizar dos tipos de situaciones de Plan B, el primero es el de las empresas que están funcionando con normalidad y, segundo, el de los emprendedores que inician un nuevo proyecto empresarial.

En el caso de una empresa que ya está integrada en el mercado, un Plan B para afrontar una caída supone el analizar dos elementos: ¿Qué es lo más importante a proteger? y ¿cómo se va a amortiguar el perido de crisis.

Proteger lo más importante del negocio, supone el haber valorado previamente el coste de los principales clientes y activos (materiales e inmateriales) de la actividad económica que se está desarrollando.

La amortiguación de la crisis depende del fondo de maniobra que tenga la empresa para poder mantenerse activa. Esta maniobrabilidad depende de la capacidad que se tenga para diversificar en otros mercados o con otros productos.

En el caso que esta capacidad de diversificación tampoco sea suficiente, la amortiguación dependerá de la capacidad financiera para manterner la estructura durante el tiempo que dure la reactivación del mercado.

En el caso de un emprendedor que inicia su actividad, se habla de Plan B como la especificación realizada en el plan de empresa sobre la capacidad que tenemos para dar un “golpe de timón” a la orientación del mercado o, si esto tampoco funciona, la máxima aportación de fondos al proyecto.

En muchos proyectos emprendedores, al depender su capitalización de un préstamo bancario, este margen de maniobra suele ser muy bajo y provoca que, si el negocio no funciona, las consecuencias financieras para sus promotores se lastran durante muchos años.

Equivocadamente, se suele poner como ejemplo que la sociedad norteamericana valora el haber fracasado en los negocios. Pero, en su caso, la mayoría de las nuevas actividades se realizan con fondos propios personales, de parientes y de amigos.

De esta forma, el fracaso en un negocio no lastra el comienzo de otro, pues supone el volver a convencer a otras personas para otra nueva actividad. El crédito bancario se suele utilizar en una segunda fase para la ampliación del negocio.

En este caso, al igual que los gatos, los emprendedores norteamericanos puenden tener 7 vidas, porque el fracaso en un proyecto determinado no perjudica sustancialmente su modo de vida y el tener que afrontar un crédito.