jueves, 27 de marzo de 2014

Elegir un CRM

Ya hace años que se habla del software Customer Relationship Management (CRM)  como un modelo de gestión de toda la organización basada en la orientación al cliente, disponiendo de la información integradamente.
En los últimos años, ha habido tres cambios significativos que hacen que se vuelvan a repensar su funcionalidad y el tipo de empresas que pueden utilizarlo: los datos en la nube, la generalización de los Smartphone y la comunicación en las redes sociales.
En su origen, los CRM estaban pensados como un módulo a añadir a los ERP (Enterprise Resource Planning) que disponían las empresas para gestionar e integrar la información de sus distintas áreas funcionales.
La filosofía de los datos en la nube y la SaaS (software as a service) facilitan el acceso a los CRM a empresas que no disponen de los recursos económicos y tecnológicos necesarios anteriormente.
La generalización de los dispositivos móviles ha modificado tanto la forma de acceso 24 horas, la usabilidad de los software haciéndolos más intuitivos, como el número de personas que pueden utilizar desde distintos lugares.
El último cambio es el traslado de la forma de comunicación habitual del email a las redes sociales (WhatsApp, Facebook, Twitter,…) que hace que se configuren nuevos canales de comunicación.
Estos nuevos cambios, hacen pensar en la posibilidad del uso de CRM tanto por los emprendedores como por las pequeñas empresas, como una herramienta imprescindible de gestión.
Ya no debemos pensar en los CRM como una solución tecnológica (como se vendía en su inicio), sino como una herramienta que nos sirve para implementar las estrategias empresariales.
Así, tenemos que tener claro qué es lo que queremos vender, a quién se lo queremos vender, cómo lo vamos a hacer y cuándo lo vamos a hacer, y cómo desarrollamos las relaciones comerciales.
El Lienzo de Modelo de Negocio nos puede ayudar a aclarar estos apartados con sus 9 módulos en que detallamos los segmentos de clientes, la propuesta de valor, los canales que utilizamos y el tipo de relación.
La propia metodología del Lienzo de Modelo de Negocio, en lo que se refiere a canales, nos ayuda a pensar en la filosofía de embudo de los CRM: nos conozcan, nos valoren, nos compren y sea fieles.
Particularmente importante es conocer la forma de funcionar de los nuevos canales que suponen las redes sociales. Al igual que el CRM, se ha pasado de Marketing Digital a Marketing Social.
Cuando uno monta su propia empresa, un sistema CRM no aparece como una prioridad. Sin embargo, una vez que los primeros clientes surgen, ya hay una necesidad de organizar la comunicación con ellos.
Lo mismo sucede con una empresa pequeña ya establecida, donde cada persona se enfoca en la tarea encomendada de administración, producción o venta, viendo la gestión de un CRM como una tarea no productiva.
Una vez que hemos justificado su necesidad de uso, viene la parte de cuál elegir. Primero tenemos que pensar que se adapte a los tres cambios que hemos referido: esté en la nube, se pueda utilizar con dispositivos móviles y gestione las redes sociales.
La gestión de los canales de las redes sociales es un aspecto que está evolucionando muy rápidamente y que no está generalizada en los CRM. Por otra parte, Google Apps está facilitando esta labor de integración.
Si miramos en Internet, fácilmente nos encontramos con artículos de expertos que nos hablan de las ventajas de uno y otros, pero tanta información acaba por desbordarnos si no estamos iniciados.
En el caso de CRM en español en la nube se mencionan: TeamLab, Zoho, Sugar, Sage, Web, Salesforce, Vtiger, Worketc, Civic, GoldMine, Hipergate,… Y, seguramente, habrá muchos más.
Si empezamos a mirar precios nos encontramos que la mayoría dispone de un periodo de prueba gratis. Entre los más utilizados, Zoho tiene una versión gratuita hasta tres usuarios.

Los expertos aconsejan no tomar una decisión precipitada, pensar en la forma cómo trabajamos en nuestra organización y, sobre todo, que se adapte a quienes van a utilizar la aplicación.

El embudo

Una imagen, a menudo, nos ayuda a comprender un concepto abstracto. Este es el caso del embudo, cuya metáfora la utilizamos para explicar muchas situaciones. Vamos a utilizarlo para el caso del canal de las redes sociales.
Como todos los nuevos canales, cuando nacen, se postulan como la solución universal a todos los demás. Ese fue el caso del comercio electrónico en la primera década de este siglo.
Al principio, muchos pensaban que no iba a triunfar y otros creían que todo el comercio sería electrónico. Hemos sido testigos de cómo ha ido evolucionando este canal en los distintos sectores.
Así, en este caso, el del comercio electrónico, hemos visto que se han ido creando distintas segmentaciones que conviven. De forma que es muy habitual que muchos pequeños comercios dispongan igualmente de este tipo de canal.
De igual manera sucedió con las redes sociales, al palio del denominado Web 2.0, que publicitaba la necesidad de interactuar con los clientes. Primero recelosas y ahora convencidas vemos la presencia habitual de las empresas.
Entre todas las redes sociales, Facebook, es el paradigma de todas ellas por su tamaño y continuos cambios. En los últimos años muchas empresas han invertido en este canal para lograr una comunidad de seguidores.
Realmente, era una forma muy rentable de llegar a los clientes. Pero, desde noviembre de 2013 Facebook ha ido reduciendo el reparto gratuito de las publicaciones, a la vez que ha ido sofisticando sus herramientas de publicidad.
Las empresas se quejan de este hecho pero, por otra parte, tampoco era ya sostenible el disponer de una comunidad cada vez más heterodoxa difícil de manejar como una sola unidad.
Ya no es suficiente que nos conozcan, sino llegar a cada segmento de cliente con distintas propuestas de valor. Aquí, entran las posibilidades cada vez mayores de la segmentación de la comunicación en los medios digitales.
Así, identificamos un segmento de clientes con una propuesta uniforme de propuesta de valor al que nos vamos a dirigir por los canales más adecuados, ya sean los digitales o los tradicionales.
De esta forma, seremos más eficaces en convertir estos posibles clientes para que nos consideren como alternativa para sus compras. En esta fase, entran las herramientas de reputación, como son los blogs.
Aparte del precio, con la información facilitada en la web, en las redes sociales y en nuestro blog, estamos añadiendo el componente servicio que le da valor al potencial cliente.
De este grupo que nos considera, lograremos un porcentaje de personas que nos compren. Si son nuevos clientes, deberíamos estar muy cuidadosos que esta experiencia sea positiva para retenerlo como cliente y para que nos recomiende.
La parte final del embudo son las ventas. Mantenemos el caudal con la atracción de nuevos clientes, pero sobre todo, con la fidelización de los ya existentes que tenemos que mantener.
Para gestionar la fidelización de los clientes se han ido creando distintas herramientas, como son los CRM, software de gestión, las tarjetas de compra o, más recientemente, las aplicaciones móviles.
Como ya hemos ido comentado, no nos debemos centrar en la tecnología, sino en el uso que debemos hacer de ella. Seguramente una aplicación móvil puede ser una forma muy eficaz para mantener la fidelización, pero no para todo tipo de clientes.
Es la tecnología la que debe adaptarse a nosotros y a nuestros clientes y no al revés. La asimilación de los cambios la realizamos de forma orgánica y no disruptiva para que el primer árbol no nos impida ver el bosque.
Si estamos en un tiempo donde se aconsejan las metodologías agiles de gestión, de igual manera deberían ser las tecnologías que utilicemos para soportarlas. La clave es la forma como gestionamos, no la tecnología.
Las empresas no deberían “pasar por el embudo” de las plataformas tecnológicas predominantes. Es necesario que empresas de servicios adapten estas tecnologías para que se usen de forma natural.

Indudablemente, la tecnología es muy importante porque permite una mayor productividad y eficacia, pero su implantación y gestión deberían resultar más ergonómicas.

Virtualización

La mayoría de personas somos usuarios de Google como buscador  y de su correo electrónico gratuito para personas. También, utilizamos su navegador de Internet Chrome y el sistema operativo de Smartphone Android.
Muchas empresas que operan en Internet conocen Google por su AdWords, su programa de publicidad en Internet que únicamente cobra cuando se hace clic en el anuncio o alguien llame.
Pero, en torno a su correo electrónico Gmail, ha ido desarrollando unas aplicaciones que son de gran interés en un momento en que se está apostando por la “nube” (servidores lejanos) y el “SaaS” (software como un servicio).
Son muchas las grandes empresas que van utilizando estas aplicaciones de Google para gestionar sus correos electrónicos y las herramientas de comunicación y productividad entre sus empleados.
Pero, son los emprendedores y las pequeñas empresas los que más se pueden beneficiar de poder utilizar todos estos servicios de una forma profesional, segura y a un precio asequible.
Vamos a describir brevemente las potencialidades del Google Apps en sus distintas aplicaciones: Gmail, Calendar, Drive, Docs, Hangouts, Sitios y un largo etcétera (Vault, Google +, Chrome, Quickoffice.
Gmail es algo más que un correo electrónico. Nos permite acceder desde cualquier dispositivo móvil, buscar la información fácilmente, y acceder a otras personas mediante chat de texto, voz o vídeo.
Calendar permite sincronizarnos con los colaboradores. Organizar el día, recibir recordatorios de los eventos en el teléfono o email, a adjuntar archivos o documentos a un evento, así como ver cuando es el momento adecuado para reunirse o hablar.
Drive es un servidor en la nube. Permite tener sincronizados los archivos de los discos propios con los de Google, de modo que podemos acceder a  ellos desde cualquier sitio, al igual que compartirlos.
Docs dispone de aplicaciones en la “nube” de procesamiento de textos, hoja de cálculo y presentaciones. Nos permite compartirlas con otros usuarios y publicarlo en la web directamente.
Hangouts es una aplicación de comunicaciones que dispone de chat de texto, voz y vídeo para mantener contacto y reunirse desde cualquier sitio. Posibilita las conversaciones de hasta 15 personas a la vez.
Sitios es un servidor de páginas web que posibilita su creación, publicación y compartición tanto con colaboradores como con posibles clientes, ya que se puede controlar quien puede acceder.
Vault es una aplicación opcional que permite la grabación, retención y auditoría de todos los mensajes electrónicos y chats, así como del sistema avanzado de búsqueda e-Discovery,
Google + permite compartir de forma privada con colaboradores y clientes. Claramente tiene una función de CRM (Gestión de la Relación con los Clientes) que se irá ampliando progresivamente.
Chrome tiene una versión para empresas que posibilita integrar de una forma más eficaz todas las aplicaciones comentadas en el navegador tanto para los usuarios como para los administradores de las TIC en las empresas.
Quickoffice es una aplicación para dispositivos móviles que posibilita el editar archivos de Microsoft Office (Word, Excel y Power Point) desde entornos iPad, iPhone y Android.
Y un largo etcétera de aplicaciones que no paran de creer tanto en ordenadores de mesa como dispositivos móviles: AdWords, AdSense, Analytics, Checkout, Moderator, Traductor, Maps, Blogger, Places, YouTube, Picassa,..
Para poder acceder al uso de Google Apps, lo podemos hacer directamente online o a través de expertos que nos pueden ayudar a este paso a la “nube”. Se puede contar con empresas distribuidoras con experiencia o preguntar a nuestro proveedor habitual.
Existen otras empresas que dan servicios similares a Google Apps. Así, Microsoft dispone de un ecosistema que ofrece igualmente servicios para empresas en la nube que se llama Office 365.

La gran diferencia con Microsoft es el dominio de Google igualmente en el ámbito de los dispositivos móviles con la generalización de su sistema operativo Android, de modo que disponemos de una usabilidad total.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Comunicar y facilitar


Durante la década de los 90 los gurús del marketing no dejaron de decir que se tenía que ir envolviendo el producto base con una serie de atributos que lo hicieran más atractivo para el cliente.
En esa década se llegó al máximo grado de segmentación y diferenciación que era la individualización y personalización del producto a cada cliente. El que se llama Marketing One to One.

Pero llego el comienzo de siglo con un nuevo paradigma que se pensaba iba a ser un simple nicho de mercado, el bajo coste y los comercios descuento. Poco a poco, casi ningún sector ha quedado afectado.
En el comienzo de la segunda década del siglo XXI el concepto de bajo coste está llegando a cotas de predominancia en muchos sectores, como la alimentación y el transporte aéreo.

El concepto de “bajo coste” es radicalmente distinto al de la microsegmentación que se propiciaba en los 90. Supone el volver al concepto básico y convertir los productos en “commodities” sin capacidad de diferenciación.
El convertir un producto en “commodity” tiene el riesgo de entrar en las economías de escala de la globalización, permitiendo la posibilidad del canal del comercio electrónico.

Esta amenaza ha hecho que tanto el pequeño comercio, primero, como el gran comercio, después, vayan añadiendo componentes de servicio al cliente, para que éste no compare únicamente por precio.
En el caso de las empresas de servicios este proceso se está realizando de una forma algo distinta, habiendo una gran distinción entre aquellos que son intangibles y los que no lo son.

Los servicios fácilmente tangibles, como es el caso de la limpieza o la reparación, en los que fácilmente se distingue los componentes de mano de obra y de materiales utilizados, se han visto contagiados por el mismo efecto “commodity” de los productos.
En estos casos, al igual que las empresas de comercio, es necesario crear atributos de servicio al cliente que no posibiliten realizar una sencilla comparación por precio entre las distintas posibilidades.

Los servicios intangibles, como es el caso de las telecomunicaciones, han experimentado un continuo cambio tanto en los productos que ofrecen como en los precios de las mismas.
Igualmente, al desarrollarse en un mercado de escalas, ha hecho que la incorporación de nuevas empresas dispusieran de ofertas atractivas que han obligado a incorporar todas las empresas del mercado.

Esta conjunción de innovación y competencia ha hecho que los consumidores ya no distingamos claramente los servicios que se ofrecen ni cuales se adaptan mejor a nuestras necesidades.
En el gráfico que se muestra, se explicita el ejemplo de las principales operadoras de telefonía móvil que operan en España. Vemos como todas están utilizando una simplificación de la segmentación para facilitar la comprensión.

El más imaginativo y visual es del Orange que ha adoptado la figura de animales para distinguir los distintos segmentos, desde el más sencillo de la ardilla al más completo de la ballena, pasando por el intermedio del delfín.
Vodafone también se ha inclinado por un lenguaje figurativo de círculos y colores. En este caso, las escalas escogidas son Base, Smart y Red, siguiendo un orden igualmente de servicio más completo.

Movistar y Yoigo comparten un lenguaje muy similar, centrándose en la comunicación del precio de la tarifa de llamada o la cuota mensual. Así, Cero o Veinte en ambas operadoras. En la más completa, Movistar le llama Total y Yoigo, Infinita 35.
El caso de las operadoras móviles es muy excepcional, pero, de una manera u otra, está ocurriendo en la mayor parte de los servicios. Los clientes necesitamos una mejor comunicación que facilite la comprensión de las distintas posibilidades.

Necesitamos una fácil visualización de la gama de servicios ofrecidos para poder realizar una primera aproximación y posteriormente profundizar en la segmentación elegida.

Muchos servicios, han llegado a tan grado de complejidad para el cliente, que ya no se trata de dedicarle más tiempo para comprenderlo, sino que se hace necesaria nuevas formas de comunicación.

Redes sociales en el comercio

Las redes sociales son un canal más a través del cual puede relacionarse el comercio con sus clientes en las distintas fases de relación: información, evaluación, compra, entrega y servicio posventa.
Para dar a conocer los productos y servicios de nuestra empresa, las redes sociales más usuales son Facebook, Twitter y los servicios de mensajería, como es el caso de WhatsApp.

Para facilitar que el cliente evalue nuestra propuesta de valor y la compare con otras, las redes sociales adecuadas son Facebook, Blogs y las dedicadas a la imagen como son YouTube, Instagram y Pinterest.
Facebook permite insertar aplicaciones para poder comprar a través de ellas, pero no suelen funcionar debido a que tanto el cliente como la empresa prefieren que esta transacción se realice a través de la web de la empresa.

En el proceso de entrega del producto o el servicio, los sistemas de mensajería instantánea, como WhatsApp, permiten la notificación del estado en que se encuentra un pedido.
Finalmente, en la fase de posventa, el Facebook  y otras redes generalista como Google Plus, permiten tener una retroalimentación con el cliente a nivel grupal, mientras que la mensajería una relación individualizada.

No existe un modelo general de uso de las redes sociales en el comercio porque depende mucho del tipo de producto. Así, no tiene nada que ver una librería con una tienda de muebles, pero sí algunas buenas prácticas que vamos a comentar.
Una buena práctica que se puede extender a todos los comercios es el disponer de un blog donde se pueda explicar más profundamente lo que comunicamos en las redes sociales.

De esta forma, vamos consiguiendo tener una “biblioteca” de temáticas asociadas a nuestros productos, a la vez que logramos atraer al cliente a nuestro entorno de Internet para facilitar el proceso de evaluación y compra.
Otra buena práctica es diferenciarse como servicio y no tanto como producto. Si nos asocian únicamente como producto, se tiende a que nos comparen únicamente con precio.

Tenemos que comunicar que ofrecemos un servicio de asesoramiento, disponibilidad y confianza, de modo que vamos creando un anclaje emocional con el cliente que no depende únicamente del precio.
La plasmación en las redes sociales es comunicar a través de ejemplos en las publicaciones estos atributos que ofrecemos y no sólo describir los productos que tenemos a disposición.

La tercera buena práctica es la de utilizar la segmentación que tienen las redes sociales para poder promocionarnos en una determinada localidad y para un determinado perfil de usuario.
Así, una peluquería, una floristería y una pastelería podrían insertar una promoción para una población que esté en fiestas; o una librería segmentar demográficamente los posibles lectores de un tipo de novela.

Estas micro promociones tienen un coste bajo y pueden ser muy efectivas si, además las hacemos unidas a un plan de comunicación en otros medios locales de radio, prensa y portales de Internet.
La cuarta buena práctica es utilizar los eventos para poder atraer simpatizantes a las tiendas como clientes. Estos eventos pueden ser los propios de un establecimiento o hacerse entre varios para atraer gente a una calle determinada.

Un evento posibilita el disponer de un hilo conductor para realizar publicaciones durante un tiempo determinado. Así, la presentación de un libro supone el comunicarlo con anterioridad, el poder dar noticias del libro y el autor, así como hablar del acto.
Además de las publicaciones que hagamos, las redes sociales, como es el caso de Facebook, disponen de herramientas propias que facilitan la viralidad de la comunicación.

Se están poniendo de moda los sorteos con el objetivo de lograr seguidores a las páginas de las redes sociales. Hay que tener mucho cuidado con varios temas: la normativa de las redes, posibles conflictos y la calidad de los seguidores que logramos.

Es aconsejable ir realizando un uso básico y orgánico de las redes sociales para ir viendo cómo se adapta a nuestro comercio e ir adoptando buenas prácticas de otras empresas que vemos lo están haciendo adecuadamente.