domingo, 26 de abril de 2020

El parte


Cuando en casa todavía no había televisión, mi padre decía que encendiéramos la radio a las 2 para escuchar “el parte”. Mi madre, siguió diciendo lo mismo, cuando era la hora del telediario en la televisión.
La palabra “parte” se les quedó de niños durante la Guerra Civil cuando se emitía “el parte de la guerra” y toda la familia se ponía junto a la radio para escucharlo. En estos “partes”, como en todas las guerras, no se decía toda la verdad.
Tenían el objetivo de mantener el optimismo en la población y ejército propios y desesperar al enemigo. Así, tenían un claro objetivo de propaganda en vez de información.
Sí, que había partes de guerra reales. Un tío mío pasó la guerra escribiéndolos a maquina, pero esta información era únicamente interna para los mandos de ejército de ambos bandos.
Quien nos iba a decir que 84 años después íbamos a volver a “los partes”. En este caso de la epidemia del virus Covid 19. Aunque, no le llamen así, todos los días pasadas las 11 nos comunican distintos mandos lo ocurrido el día anterior.
Le han querido dar, desde el principio, un formato bélico para preparar a la población a pasar momentos difíciles. De hecho, así es. Como mínimo vamos a estar casi 2 meses de confinamiento.
Se echa de menos “el parte” del otro bando. Evidentemente, el virus Covid 19 no puede hacerlo, pero si las organizaciones empresariales podrían comunicar como se está desarrollando la actividad económica detalladamente.
Mientras, los medios de comunicación nos inundan con cifras de bajada del PIB (Producto Interior Bruto) y empleo de las empresas de calificación, organismos internacionales y estudios de los principales bancos. Pero no hay un relato.
Al principio de la epidemia, apenas había publicidad en los medios de comunicación, pero ahora vemos como está volviendo con una formato de mensajes positivos para la población.
Es necesario mantener la comunicación, aunque las ventas hayan descendido o los canales de distribución estén cerrados, porque luego costará mucho más volver a mantener y captar clientes.
El canal de venta por Internet, sobre todo el de las grandes empresas, ha crecido de forma exponencial. Después de tanto tiempo de confinamiento y a la espera de ver cuando se abren los comercios “no esenciales”, habrá que ver que cuota de mercado se queda definitivamente en el canal de Internet, que no deja de hacer publicidad.
Habrá que estar muy atentos a las medidas tomadas por otros países para que se puedan abrir los más rápidamente posible, manteniendo las medidas de seguridad que impidan el contagio.
Habría que evitar ponernos la tirita antes de la herida. En Shanghái (China) ya hay normalidad en los negocios de restauración y hoteles volviendo a los mismos hábitos anteriores. La única diferencia son las máscaras obligatorias, la medida de la temperatura y la aplicación móvil que nos confirma que estamos bien. Algo similar a lo que ocurre en Corea del Sur.
Es más barato que llevemos todos calzado a que las calles estuvieran cubiertas de moqueta. Pues algo parecido, debería suceder en la desescalada. De aquí la importancia de tomar las medidas de éxito que funcionan en otros países.
Una cosa positiva que escuché es que hay dos equipos distintos en nuestro país preparando las medidas próximas sin tener contacto. Posteriormente se juntarán y llegarán a un consenso.
Esto es algo muy normal en las grandes empresas donde dos equipos distintos están desarrollando a la vez el mismo proyecto para asegurar la mejor calidad del mismo. Son estrategias de “doble clic”, cada vez más usadas.
La empresa pequeña y el autónomo, en sus posibilidades, debería irse preparando como lo están haciendo las grandes empresas preparando planes de contingencia distintos.
Es la forma de ver la posibilidades cuando estén, porque previamente las hemos tenido en cuenta de alguna manera. Si estamos parados o queriendo mantener el mismo modelo de negocio, nos hacemos más vulnerables.
Uno de los éxitos de los retrovirus, en este caso el Covid 19, es su capacidad para modificarse. Tal vez, es el único aprendizaje positivo que podemos tomar de él.

Daniel VALLÉS TURMO

domingo, 19 de abril de 2020

Come cordero


Son muchos los sectores de la alimentación que se han visto afectados por el cierre de los bares, restaurantes y la imposibilidad de poder viajar a la segunda residencia esta Semana Santa por el estado de alarma.
Uno de ellos es la cría del cordero, cuyo consumo es muy relevante en los restaurantes e, igualmente, tiene un mayor consumo tradicionalmente en la Semana Santa.
Esto ha hecho que los precios hayan caído en picado y hay temor que siga así por la pérdida de la temporada de verano al no verse cercana la apertura de los locales de restauración.
Además, el miedo que se contagia de la recesión que se dice va a venir y el lenguaje de guerra utilizado para combatir el virus, tampoco ayudan a que el consumidor compre cordero en el supermercado o la carnicería.
Si a alguien le hablas de guerra, compra como si fuera una guerra. Se tiende a la austeridad en la compra, excepto las bebidas alcohólicas cuyo consumo se ha incrementado bastante. Supongo que el tabaco, también.
Por los anuncios de la televisión para promocionar el consumo de carne de cerdo, hace pensar que igualmente ha bajado su consumo. Eso que su precio es mucho menor que el del cordero.
Las explotaciones ganaderas se han tendido a industrializar para potenciar su productividad y poder atender mejor las necesidades del consumo del mercado, con la consecuente inversión.
Un pastor puede llevar con sus perros un rebaño de 800 a 1.000 ovejas. Una oveja, en sus 8-9 años de vida produce unos 20 corderos, teniendo una duración del embarazo de 5 meses. Datos aproximados.
Hay quien sigue “apajentando” el rebaño “corriendo” los campos ya recolectados y los pastos. Pero, también, hay una tendencia a disponer de campos de cultivos dedicados a las ovejas vigilándolas con los pastores eléctricos.
Se cierra con un cableado eléctrico una parcela para que las ovejas coman de esa parcela, para luego pasarlas a otro trozo de campo. De esta forma, ya no hay necesidad de disponer de un pastor constantemente.
Las ovejas que van a parir pronto se dejan en la “paridera” donde se les da de comer. Una vez que han parido, hay un periodo de alimentación con leche materna durante 2 ó 3 meses.
Luego se separa a los corderos. Los que va a ser dispuestos a la venta se les alimenta con pienso especial de crecimiento. El ternasco de Aragón se sacrifica cuando pesa unos 20 kilogramos para dar una canal limpia de la mitad de su peso.
La ganadería intensiva de los rebaños de ovejas han modelado nuestro paisaje desde el neolítico y han ido conformando la relación entre los habitantes de la montaña y el llano con la trashumancia anual.
Mi madre me decía que por su calle del pueblo pasaban unas 50 cabañas de ganado. Ahora, podemos contar con los dedos de una mano los ganaderos que recorren las cabañeras reales en nuestra provincia.
El despoblamiento de los pueblos y la menor dedicación a la ganadería intensiva está deteriorando nuestros bosques y pastos que vivían en simbiosis con los rebaños.
Al contrario, en las dos últimas décadas hemos visto como han proliferado la construcción de granjas intensivas de porcino, en las que el ganadero es un eslabón de la cadena de valor de una empresa integradora.
La economía de escalas para optimizar la productividad y la globalización del mercado han cambiado los parámetros tradicionales de la gestión de una explotación de corderos.
Igualmente han cambiado las costumbres del consumidor. La gente joven tiende a comprar la carne en las bandejas preparadas de los supermercados en vez de las carnicerías tradicionales.
La próxima vez que nos acerquemos a los estantes refrigerados donde están esas bandejas, cuando veamos el cordero, pensemos que la elección de lo que compramos influye en las personas que habitan nuestros pueblos.
Esperemos que pase pronto esta situación y los “borregueros” puedan salir de esta crisis que les ha llegado en el peor momento, como a otros muchos sectores. Cuando salgamos y lo celebremos en un restaurante, no dudes en el segundo plato.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado el 19 de abril en Diario del Altoaragón

sábado, 11 de abril de 2020

Hay que resistir


Hay que resistir
Todo el pueblo se había ido a Francia o se estaba preparando para irse ante la llegada de los Republicanos en su retirada a Francia por Bielsa en la primavera de 1938.
La familia de mi madre se fueron a dormir a una finca para salir también, pero una tía tuvo un parto y tuvieron que volver a casa. Se refugiaron en la bodega por temor a lo bombardeos.
Los nacionales permanecieron en el pueblo bastantes meses. Mi abuelo abrió la barbería y tuvo la clientela de los militares que trajeron el primer dinero nuevo a la casa.
Una vez que se tranquilizó militarmente la zona, mis abuelos comenzaron con el comercio. Al principio, muy pobremente porque no había apenas recursos, pero poco a poco fueron saliendo adelante.
Hasta el verano de 1942 que una gran riada del río Cinca inundó todas las huertas y dejó sin comida para alimentar a los cerdos y a la propia familia, con lo que no había suficientes recursos para pasar el invierno.
Los hijos mayores tuvieron que ir a servir. Las dos hermanas mayores (entre ellas mi madre) se fueron a servir a Zaragoza. Un hermano ingreso en el ejército de voluntario, también en Zaragoza. Le quedaban tres años de cuartel.
La muerte de mi abuela, siendo joven, en el año 1946 hizo que volvieran todos a casa de nuevo. Siguieron con la barbería y la venta ambulante, pero pensaron en un nuevo negocio.
Así, en 1950 salen los primero panes del horno que construyen con materiales de la zona en un solar junto al barranco. Con el tiempo, se fue reformando con materiales mejores.
Son tres fechas distintas (1938, 1942 y 1946) con tres hechos distintos (guerra civil, riada y muerte de la madre) que lleva a tomar medidas drásticas para que la vida continuara. Son ejemplo de resistencia, como el momento actual.
Los años siguientes los hermanos se fueron yendo de casa con la solidaridad del resto de la familia. La última en irse fue mi madre (la hija mayor) en el año 1962, cuando ya estaban todos colocados.
Esta misma solidaridad tuvo lugar entre países tras acabar la II Guerra Mundial, con unos 60 millones de muertos y los países destrozados. En Europa se crea la Comunidad Económica Europea en 1957 con 6 países fundadores.
Uno de sus objetivos fundamentales es que no hubiera más guerras entre los países que lo componen. Esta Comunidad se va ampliando hasta los 27 que actualmente forman la Unión Europea.
Pero, en los años 90 del siglo XX se impone el neoliberalismo radical como modelo económico a seguir conllevando un incremento de desigualdad social cada vez mayor en estos 40 años.
De modo, que se van olvidando lo ocurrido de 1939 a 1945. incluso en la Unión Europea, volviendo al antiguo paradigma de protestantes del norte y católicos del sur, asumiendo el cuento que todos conocemos de la hormiga y el grillo.
Este tono lleva a su máxima expresión en la crisis del 2008, cuando los países del norte de Europa nos denominan “pigs” (cerdos) a los países del sur. Son las iniciales de Portugal, Italia, Grecia y España.
Durante 12 años “con los señores de negro” nos hacen pagar la crisis con unos recortes en todos los ámbitos, incluido el sanitario, que lo estamos viendo sufrir en este momento.
Durante estos años esto países se han beneficiado de decenas de miles de universitarios, formados en nuestro país, pero que no pudimos facilitarles un trabajo acorde a su formación.
Incluso, recientemente, hemos visto como estos países estaban manteniendo este discurso a pesar de los que estaba lloviendo. Es normal porque las creencias no se cambian de la noche a la mañana.
Ojala esta pandemia nos vuelva a los paradigmas de solidaridad que hicieron que se creara la Comunidad Europea. Posiblemente no se un camino fácil, pero lo importante es que haya ese cambio.
A nivel personal, familiar y social (como he contado en la historia inicial), también tienen que volver a crearse relaciones de solidaridad que nos hagan salir de esta situación.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragón el 12 de abril

sábado, 4 de abril de 2020

El día después

Todavía no sabemos cuándo será “el día después”. En principio el 13 de abril, pero como ya ha habido una prórroga, hay incertidumbre por si será así, dado que otros países han ampliado el tiempo de confinamiento.
Por eso, realmente, “el día después” es hoy porque necesitamos desarrollar fortalezas que nos ayuden a emprender lo que ocurra cuando se vaya levantando este estado de hibernación.
Cuando sucede un trauma repentino, los seres humanos enseguida buscamos actuar. Así, tras el bombardeo de Berlín en la Segunda Guerra Mundial, las mujeres que sobrevivieron salieron a la calle a ir quitando los escombros.
Es una forma de atravesar el miedo. Evitarlo, no nos ayuda, sino que nos debilita. La pandemia actual no es un hecho repentino, sino un situación que nos va encorsetando sin saber lo que va a ocurrir.
Nos deja indefensos. La mayoría de la población y empresas únicamente tienen un mensaje “quédense en casa” para no contaminarse y bloquear el sistema sanitario que no estaba preparado para este acontecimiento.
A la par que se comunica desde los organismos empresariales una amenaza de una crisis muy importante. Mensaje que cala en las personas y en los empresarios, que se acaban contagiando de ese miedo.
Para evitar este pánico, los gobiernos dicen que se hará una gran inversión para reactivar la economía. Una idea general que no ayuda a desvelar la incertidumbre de cada empresario en particular.
Cada parado, trabajador y empresario están pensando en su caso en particular. En este tiempo, como ya he comentado, tienen que desarrollar sus fortalezas y no dejarse llevar por el discurso de las debilidades.
Cuando un coche se para durante meses, una de las posibles causas para que no arranque es que la batería se haya descargado. Y eso es lo que va a ocurrir “el día después”.
La batería no puede estar descargada. Tal vez, pensemos que esa batería sea la capacidad de liquidez para afrontar la situación, pero también es mantener una posición lo más objetiva posible con la distancia óptima.
A nivel macro, todo el mundo se pregunta “¿cómo arrancar el motor?. Y aquí, nos encontramos muchas visiones según sea la perspectiva que conviene a quien lo dice.
Antes del acto de compra, tiene que existir una motivación para hacerlo. Al igual que cuando una persona compra un velero lo hace porque tiene deseos de sentirse en libertad en medio del mar.
Escuche en un programa de televisión a un profesor de la escuela de negocios IESE decir que en vez de hacer una Plan de Inversiones Públicas (como ya se hizo hace unos años en España, con dispar acierto), lo mejor sería que el Banco Europeo regalara 1.000 euros a cada persona.
Con el objetivo que “la máquina” comercial se activara los más rápido posible y supusiera una inyección directa a todos los sectores. Este mecanismo lo hizo Zapatero (en otras circunstancias más favorables) con el ingreso de 400 euros.
Habitualmente, “el dinero fácil” lo gastamos de forma más irreflexiva que el dinero que nos ha tocado ganarlo. En esto se basa la idea de este profesor, pero seguro que hay más ideas.
Mi manera de favorecer el turismo en nuestra zona “el día después” es el dinamizar el conocimiento de una guía gratuita de la Sierra de Guara con 200 rutas. Ya habido miles de descargas.
Espero que algunas personas lean la guía estos día de confinamiento y vean la Sierra de Guara como un lugar donde planificar alguna salida cuando podamos salir de casa.
También, quiero dejar altruistamente esta herramienta que puede ser utilizada por las personas profesionales del turismo para aconsejar a sus clientes sobre las posibilidades que tienen en su entorno.
Del día de la investidura como presidente de Estados Unidos de John F. Kennedy en 1961, ha quedado la frase: “No preguntes lo que tu país puede hacer por tí; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”.
No sé si este discurso es válido actualmente. Sí creo necesario que salgamos fortalecidos personalmente de esta pandemia para afrontar mejor el futuro.

Daniel VALLÉS TURMO