jueves, 31 de octubre de 2019

La gestión por valores

Al ser humano le ha gustado hacer taxonomías para ir regulando el conocimiento que ha ido adquiriendo a lo largo de la historia. Una de ellas es la tipología de las ciencias.
Así, se habla de ciencia exactas (matemáticas, física, química, …), sociales (economía, derecho, …). A modo de ejemplo, muchos recordamos lo del bachillerato de letras o de ciencias, que ahora se ha dividido en varias otras categorías.
La economía ha ido creando áreas para parecer que es una ciencia exacta, como es el caso de la macroeconomía o la econometría, pero el caso es que la realidad es tozuda y, cada vez, más la economía es una ciencia social.
Quiere decir que su conocimiento se adapta a la realidad social, al igual que el diagnóstico de las enfermedades mentales ha ido cambiado con los años según la nuevas percepciones.
Ahora es un tema candente la cryctomoneda “Libra” de Facebook al que todos los bancos centrales se están oponiendo por las consecuencias impredecibles que puede tener sobre el sistema monetario.
El otro día, tomando un café, pregunté a dos jóvenes graduados en economía sobre esta cuestión. Me sorprendió que no la conocieran, a pesar de trabajar en una entidad bancaria.
La respuesta posterior era la ortodoxa de la macroeconomía. Se crearía inflación al crear más masa monetaria. Yo no tengo una opinión pues desconozco la realidad, si alguien realmente la conoce.
Pero lo importante del ejemplo, es que muchos fundamentos de la economía que se enseñan en las escuelas de negocios ya no se adaptan a la nueva realidad y comienza a ver corrientes de economistas que los están diciendo cada vez más alto.
Esto no ocurre únicamente con la economía, ocurre también con la medicina, donde cada vez los factores sociales y económicos son más importantes en el sistema de salud que la práctica médica misma.
Así, ya hay medicamentos que no se aprueban porque los sistemas de salud públicos no podrían hacer frente a su pago; y se cambian parámetros en la medición de una enfermedad para disminuir el gasto en medicamentos.
Igualmente sucede algo similar con la gestión empresarial, donde todavía nos seguimos basando en gran parte en paradigmas de los años 80 del siglo pasado, aunque han ocurrido muchos cambios radicales como Internet y la globalización.
Y, dentro de la gestión empresarial, es en la gestión de los recursos humanos  donde posiblemente se haya avanzado menos, en parte por la reglamentación social que se han ido desarrollando y la invariabilidad de los agentes sociales.
Los términos que se utilizan (basta con ver una nómina) son más propios de mediados del siglo XX que del segundo cuarto del siglo XXI. Básicamente, se sigue percibiendo al trabajador como un factor de producción.
Y es aquí donde posiblemente es necesario hacer cambios hacia la gestión de los recursos humanos por valores en vez por productividad. Lo segundo nos ha llevado a la subcontratación en cadena y al incremento exponencial de los autónomos dependientes.
Los que hemos estado desde pequeños en los Scout y luego en los clubes de montaña sabemos lo que significa esto. El desarrollo de la persona está por encima de los objetivos.
Cada semana se ejercita esta gestión por valores en las rutas que organizan las distintas secciones de los clubes de montaña de nuestra montaña donde los más expertos van modelando a los más nóveles.
En una reciente charla de Edurne Pasabán en Azlor, recordaba su experiencia en el año 2004 cuando descendiendo del K2, se formaron parejas de los que estaban más fuertes con los que estaban más débiles.
También nos contó como en el 2006 tuvo un desvanecimiento y la tuvieron que descender con mucho esfuerzo sus compañeros desde los campamentos de altura hasta el campo base.
No sé como será el cambio efectivo de la gestión futura de los recurso humanos, pero desde luego se abandonará el concepto de factor de producción que sigue vigente tanto en la legislación, la percepción social, como las mentalidades de empresarios y trabajadores.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 3 de Noviembre de 2019

jueves, 24 de octubre de 2019

Los estrategas son claves

Esta últimas semanas tres persona distintas han preguntado mi opinión sobre tres temas: la complejidad global, el tema de Cataluña (he vivido 10 años allí) y las posibilidades de desarrollo de un territorio de nuestra provincia.
Mi contestación fue rápida y firme para las tres. En dos de esos casos, la respuesta fue positiva y en el tercero, negativa. No voy a entrar en estas respuestas porque no es el objetivo de este artículo.
No es porque tuviera las contestaciones preparadas, sino porque nuestro cerebro no deja de estar trabajando y eran temas que eran candentes e, inconscientemente, estamos creando opinión continuamente.
Tampoco es porque yo se un estratega. Sí que he conocido estrategas ejecutivos de grandes empresas. Casualmente los dos entraban a trabajar a las 6 de la mañana, 3 horas antes que lo hicieran el resto de su equipo.
Los dos tenían una hora de coche hasta el lugar de trabajo, y los dos hacían una hora de deporte antes. Con lo cual, posiblemente se levantarían hacia las 4 de la mañana. Esto es algo muy normal en los grandes ejecutivos anglosajones en la actualidad..
Quiere decir que tenían dos horas (la de deporte y la de conducir) para que la mente trabajara de forma inconsciente. Al llegar al trabajo preparaban los aspectos más relevantes que tenían que resolver en la soledad de sus despachos.
Cuando llegaba el equipo ejecutivo, los reunían y, primero, escuchaban los problemas que había en la empresa. Luego, planteaban las tareas ejecutivas a realizar más relevantes.
Estrategia sin acción y acción si estrategia no es lo más adecuado en la gestión de una empresa. Al igual que ejecución sin escucha y escucha sin ejecución, tampoco es lo más adecuado.
Cada día se habla más de la inteligencia artificial basada en el “big data” como aspecto relevante en las empresas del futuro como solución a la complejidad del entorno.
Pero, en parte, esta perspectiva de resolver el problema es “mirar el dedo” en vez de “mirar la luna”. Es necesario aprender competencias para poder desarrollar la gestión en un entorno complejo. Las soluciones tecnológicas por si solas tienen algo de pensamiento mágico y de “aprendiz de brujo”.
Un de estas competencias es la gestión estratégica, que como he descrito no se basa únicamente en aprender unas técnicas, sino en la preparación de la propia mente para aprender de la experiencia y ser capaz de establecer planes y acciones.
No es mi intención que los empresarios de nuestra provincia asuman este horario de convento benedictino, sino que sean conscientes del funcionamiento de nuestra mente.
Al igual que las ollas express, es necesario que el vapor salga cuando la presión es excesiva. Y, mejor aún, crear espacios preventivos para manejar esa presión de forma segura.
No es fácil aprender de uno mismo porque estamos contaminados por formar parte del mismo sistema y conlleva un sesgo en el proceso de evaluación de la realidad que la procesamos, en parte, de forma subjetiva.
Es más eficaz el aprendizaje vicario, aprender de los otros. En palabras más llanas: copiar, copiar y copiar. Pero, no copiar de forma no indiscriminada, sino comenzando por lo más importante.
Y copiar primero, de nuestro entorno más próximo, que es el que está más cercano a nuestra realidad y, posiblemente, el que es más fácil de adaptar a la realidad de nuestras circunstancias.
Vivimos en un entorno privilegiado rodeados de naturaleza donde es muy fácil desconectar la mente. Una ventaja sobre las grandes ciudades o sobre las urbanizaciones que las rodean.
Creo que todo tiempo ha sido vividos como complejo por el ser humano, porque los medios que disponían para afrontar la realidad eran distintos. Y el que nos ha tocado vivir no lo es más que otros anteriores.
El creerlo así, el pensar que vivimos un momento muy complicado, debilita nuestra capacidad de procesar la realidad con prejuicios previos y, consecuente, la de crear soluciones.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 27 de octubre de 2019

domingo, 13 de octubre de 2019

La forja de dos mujeres

Merecido el Galardón Germana de Foix a Elena Arcarazo como representante de un comercio barbastrense centenario que todavía continua abierto desde el año 1918. En sus inicios se dedicaba a la venta de complementos hechos a a mano.
Galardón compartido con Viñas del Vero del Grupo González Byass por su volumen de producción y exportación, con Desiderio Solano como taller industrial innovador y  con Aislamientos Valmur.
Muy satisfecha, le acompañaron sus hijos, entre ellas Elena Fernández de Vega que es quien lleva el comercio en la actualidad y lo va adaptando a las nuevas necesidades que los clientes requieren.
Merecido por ser dos mujeres modernas que siempre han sabido “tirar hacia adelante” a pesar de las dificultades que la vida y los negocios inevitablemente conllevan.
Elena Arcarazo quedó viuda de Rafael Fernández de Vega y Fraga, que murió de accidente de tráfico a los 40 años de edad en 1970. Un alcalde muy querido por todos los barbastrenses.
Rafael, nacido en Barbastro, donde podemos ver una placa en el Coso, se educó en Zaragoza. Mi madre fue niñera suya unos años y le recordaba como una persona muy cariñosa, aptitud que todos sus hijos han heredado.
Así, a Elena Arcarazo le tocó cuidar de sus cuatro hijos pequeños y atender el negocio familiar, siempre con esa elegancia que le ha caracterizado en el trato comercial y personal.
Eran años donde en los letreros de las tiendas de Barbastro se podían ver muchos que comenzaba por “Viuda de ...”. Recuerdo con especial cariño la carnicería “Viuda de Bernad” con la que mi padres tuvieron mucha relación.
Angelita, cuando murió su marido, todos le dijeron que cerrara la tienda, pero ella la abrió a los pocos días. Había que seguir adelante para tirar de la familia. A ésto me refiero con “la forja” de una persona, sobre todo cuando se era viuda en aquellos momentos.
Casualmente el traspaso de esta carnicería lo cogió la “Viuda de Cuello”, como el letrero de la calle indicaba. Actualmente la carnicería la llevan otras personas con una imagen más moderna.
Elena Arcarazo supo dar a la ciudad un toque de modernidad con los productos que ofrecía. Como ejemplo, el logotipo que continua siendo actual a pesar de los años que han pasado.
Ya no se ven esos letreros que antes he mencionado. Socialmente hemos cambiado mucho, al igual que en la manera de funcionar las empresas. A su hija Elena, le ha tocado forjarse de otra manera. Como a todos los empresarios.
Los cambios de la distribución, la compra por Internet, el comportamiento del cliente, las crisis sucesivas y otros aspectos son los elementos con los que ha tenido que “forjarse”.
En este proceso no ayuda el “negativismo”con el que bombardean muchos medios de comunicación, sino centrarse en aquellas personas que están haciendo las cosas bien y adaptarlas a nuestra realidad. La “no acción” nos debilita, todo lo contrario de la “forja”.
Forjar es endurecer un hierro poniéndolo al fuego y luego enfriarlo bruscamente en agua. Pieza a pieza para luego unirlas mediante la soldadura. Tampoco, podemos esperar “milagros”. El milagro sería el objetivo a alcanzar, pero no el proceso.
En en el contexto empresarial sería no centrarse en “el porqué hemos llegado a una situación”, sino enfocarnos en “aprender y salir reforzados”, aunque ese proceso no sea cómodo.
No hay cursos mágicos con vídeos muy bonitos que nos ayuden, en todo caso nos pueden inspirar, pero no servirnos de modelo para hacer los cambios que “ya sabemos” que tenemos que hacer.
Le deseo lo mejor a Elena, al igual que a muchas mujeres que les ha tocado “sacar adelante” sus negocios en unos momentos que nos “venden” como complejos, sin decirnos claramente ni los motivos, ni las soluciones.
Como dijo recientemente la alpinista Edurne Pasabán, ella había llegado allí aprendiendo desde joven de muchas personas y eso era precisamente lo que aconsejaba que hicieran quienes comienzan.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 20 de Octubre

sábado, 5 de octubre de 2019

La tenacidad de emprender

En 1991 se organizó en Barcelona el Campeonato del Mundo de Atletismo en lo que iba a ser un año después el Estadio Olímpico. Fue un verdadero desastre. Llovió mucho y se inundó todo. Además, había muchas pancartas independentistas.
A la vez se estaban construyendo las rondas de Barcelona y la Ciudad Olímpica, que parecían no iban a llegar a tiempo. Pero, finalmente, todo estuvo en funcionamiento para las Olimpiadas de 1992.
Yo tuve la suerte de trabajar en una empresa sponsor norteamericana. Recuerdo que vinieron a Barcelona como si se tratara de una ciudad africana. Con grandes grupos electrógenos y con unos vehículos más propios del París Dakar.
En aquel momento, la embajada norteamericana anunciaba a España como un país peligroso para el turismo por el terrorismo, por lo que no aconsejaba ir. Estos eran los prejuicios de nuestro país.
España supo dar una imagen de un país de primer nivel tanto en la infraestructuras como en la organización gracias a la tenacidad organizativa y ejecutiva de muchas personas.
En aquella época se decía que a los emprendedores les faltaba capacidad organizativa, por aquello que eramos latinos y tendíamos a improvisar. Hoy, ya no se puede decir lo mismo.
Ya sea por la tecnología de los teléfonos móviles o por la cultura de la digitalización, el emprendedor actual es más planificador. Sin embargo, a mi modo de ver, debería reforzar la tenacidad.
Los proyectos no salen a la primera. Esto lo saben muy bien los científicos, que tienen que probar centenares de posibilidades antes de encontrar la solución más óptima. Y, sólo alguna vez, suena la flauta por casualidad; pero como decía Einstein, es porque te coge trabajando.
Detrás de la falta de tenacidad está una emoción cada vez más floreciente, la frustración, el decaernos cuando no sucede lo que esperábamos. Y es que la realidad es muy tozuda y no cambia porque nosotros simplemente lo queramos. Como decía Echacuría, hay que manejar la realidad.
Las últimas semanas me ha tocado “manejar esta realidad”. Desde el año 2011 había añadido o ampliado en Wikipedia la biografía de personas oscences que merecían estar.
En mayo de este año cambió la ley de protección de datos e influyó en las imágenes que había en Wikipedia. Así, de repente, desaparecieron varias imágenes del perfil de las personas.
Como ejemplo, el de Andrés Martínez Vargas y el de Luis García Sainz. El primero, barbastrense, murió en 1948. Necesitaba una foto con los derechos del autor o que hubiera muerto hace 70 años.
Primeramente pensé en un cuadro que está en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Barbastro, pero resulta que no valió porque no habían pasado 70 años desde la muerte del pintor.
Pensé en su principal libro de 1915 “Tratado de Pediatría” por si salía alguna foto suya. Encontré el libro en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza y había una foto dando clases sin que estuviera identificado el autor. Así, que era válida.
En el caso de Luis García Sainz, geógrafo zaragozano que murió en 1965 pasó algo parecido. Hubo que buscar una foto anónima de un acto que hubiera sucedido hace 70 años. Ese era el caso de la inauguración del año académico de la Universidad de Valencia en 1947.
Lo mismo sucedió con otras personas, pero no voy a poner más ejemplos para no cansar. Lo importante es mostrar una actitud tenaz. Ésto no quiere decir que sea rápida o eficaz.
En muchas ocasiones, se tarda un tiempo en encontrar la solución por distintas casuísticas; y en otras tantas, la solución no es eficaz y es necesario volver a buscar otra distinta.
Si queremos ver tenacidad de verdad no tenemos que irnos muy lejos. En Rodellar entrenan algunos de los escaladores mejores del mundo. Verlos en acción para incrementar su capacidad técnica es todo un espectáculo. Repetición y monitorización reiteradas hasta lograrlo.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 6 de octubre de 2019