viernes, 29 de noviembre de 2019

Escolapios Barbastro

Escolapios Barbastro

Al entrar a la iglesia me pasó como a Marcel Proust, que me vinieron de golpe recuerdos de hace 35 años. Realmente nada había cambiado desde que fui monaguillo hasta 1979. Me dicen que ya no se va a volver a celebrar misas públicas.
Vengo para dar una charla el Día del Ex Alumno. Preparar la presentación ya me hizo volver a recordar aquella infancia pasada en aquel colegio centenario creado hace 252 años en el año 1677.
La iglesia con sus altares, la sacristía con sus cuartos y un enorme armario y el lavatorio. El antiguo paso a Casa Zapatilla (donde hoy está la UNED) desde el alto del altar donde vivía Valentina con su escalera palaciega y podía escuchar la misa desde su casa,...
Hace 2 años hubo una exposición para celebrar la conmemoración del 400 aniversario de las Escuelas Pías y 250 años del primer colegio en España, el de Barbastro.
Recuerdo que los padres escolapios venían con tres hojas en italiano para convencer a los ayuntamientos y a los benefactores para la fundación. En Barbastro hubo competencia con los jesuitas, siendo los Escolapios quienes finalmente lograron fundar el colegio.
En aquella época Barbastro tenía muchas órdenes religiosas, que hoy van desapareciendo paulatinamente por la falta de vocaciones y el envejecimiento de los sacerdotes y monjas.
Doy la charla sobre “Explorar el futuro sin miedo”, Finalizo con un mensaje de espíritu Calasancio. “A veces el destino no es de nuestro agrado por mucho esfuerzo que hayamos hecho. El propio Calasanz lo vivió cuando lo echaron de General de las Escuelas Pías. A veces, no hay que evadir el compromiso. El jesuita Ignacio Ellacuría volvió a El Salvador en 1989 sabiendo lo que posiblemente iba a pasar. Pero no quería dejar a los suyos. Tanto el filósofo Javier Zubiri como su discípulo Ignacio Ellacuría (colaborador en la redacción de su maestro y heredero de su obra) creían en la metahistoria (formamos parte de un proyecto mayor). Y cuando ya no podemos actuar, como dijo recientemente el Pedro Casaldáliga, nuestra presencia es suficiente.”
Pero, mientra preparaba la charla, igualmente observaba mi ciudad. Así, me di cuenta que en las tiendas de electrodomésticos, junto a los calefactores y radiadores se vendían botas de agua caliente a 6 euros.
Me sorprendió. No las había visto desde los años 70 cuando en las casas apenas había calefacciones y era habitual el uso de las botellas y botas de agua caliente para calentar las camas de unas habitaciones heladas.
Tras mi charla, se nombró socio de honor al barbastrense magistrado emérito del Tribunal Supremo, Enrique Cancer Lalanne. Habló sobre su carrera profesional. Me interesó cómo el Gobierno de España se preocupó por formar magistrados en derecho constitucional antes que llegara la monarquía parlamentaria.
En el vino español posterior, pude hablar con muchos ex alumnos que habían sido internos. Fui consciente de la labor de formación que hizo esta institución para muchos niños de los pueblos. Labor que, posteriormente, hizo el Seminario.
La mayoría de los asistentes eran personas mayores. Hablando con alguno estaban preocupados por la economía. Les comenté que había visto vender de nuevo botas de agua caliente.
Parece que ese dato no les preocupaba, sino los activos monetarios y acciones. Mi opinión fue positiva porque todos los miedos tenían una solución que se llama China, y no va a dejar matar “la gallina de los huevos de oro”.
Ya no había sacerdotes escolapios en el colegio. La comunidad se ha trasladado a Peralta de la Sal. Pero se veía una comunidad docente joven con ilusión y con visión hacia el futuro.
Estaban muy ilusionados por el reciente premio otorgado por el Gobierno de Aragón a la Excelencia Empresarial, dentro de un proceso de calidad total basado en el sistema EFQM.
La asamblea aprobó que todos los ex-alumnos pudieran ser socios sin pagar la cuota hasta los 25 años. Me pareció muy positivo para rejuvenecer la asociación y mirar hacia el futuro con ilusión.
Y sobre todo, dar valor a una institución que durante tantos años ha formado a decenas de generaciones posibilitando el desarrollo de esta parte de la provincia.

Daniel VALLÉS TURMO

Publicado en El Cruzado Aragonés el 29 de noviembre de 2019 y en Diario del Altoaragón el 1 de diciembre de 2019

domingo, 24 de noviembre de 2019

El Carrascal

El mes de noviembre los senderistas recorren los valles del Pirineo para ver el crisol de colores de las hojas caducas de los distintos árboles que van cambiando de tonalidad. Ordesa es uno de los lugares preferidos en nuestra provincia.
Otros, más pragmáticos, van a recoger setas en los pinares si la climatología permite que salgan. En ambos casos, la naturaleza vegetal atrae a las personas a nuestras montañas, siendo una fuente de ingresos para el turismo en temporada baja antes que empiece el esquí.
Me llaman de una televisión por si les puedo enseñar el carrascal del Pueyo de Barbastro. Me extraña que les interese mostrar el otoño en un carrascal como el que hablamos.
Habitualmente se habla de los grandes ejemplares como la “Encina de Lecina”, junto al río Vero, con un diámetro a una altura de 1,30 metros de 7,1 metros. Es un árbol milenario.
En el Carrascal del Pueyo no nos encontramos este tipo de ejemplares debido a la mala calidad de suelo y a la utilización humana para la alimentación animal y como fuente de energía durante siglos. También se usaba para fabricar vigas y aperos.
Los animales se comen la bellotas y las ramas más tiernas. Antiguamente se “tronchaban” (cortaban) estas ramas como alimentación para los animales durante el invierno. Junto al carrascal pasa una Cañada Real.
Se cortaban ramas y árboles para calentarse y hacer la comida. Igualmente para hacer hornos de cal y yeso. Alrededor de El Pueyo de Barbastro nos encontramos varios hornos de cal.
En la vecina Peraltilla, donde llegaron a haber tres molinos de yeso, vemos que las colinas están totalmente desforestadas por el uso durante años de leña para hacer los hornos para cocer el yeso.
Mis tíos me contaron de ir a comprar yeso en los años 60 del siglo anterior con el carro a Peraltilla. Habitualmente se cocía yeso para obtener 400 kilogramos, que era el peso que podía llevar las tartanas.
Desde el alto de El Pueyo vemos los cercos de carrascas en medio de los campos de cultivos, muy típico del paisaje de Somontano. También las vemos en las lindes como cortavientos.
Cerca, en Barbuñales, donde nació el naturalista Félix de Azara, tenemos un gran carrascal que baja hasta Lascellas. Se puede recorrer andando o por una pista transitable.
Una de las rutas más bonitas por las carrascas y los muros junto al camino es el recorrido entre Betorz y Lecina. También, vale la pena el recorrido entre Betorz y Santa María de la Nuez.
Habitualmente, cuando hacemos senderismo por la Sierra de Guara, nos encontramos muchos bosques de carrascas junto a los pinares de repoblación de los años 50 y 60 del siglo pasado.
Es un árbol de lento crecimiento que se adapta a la climatología seca y a cualquier tipo de terreno, aunque abunda más en los terrenos calizos. Los que están junto a los campos, al estar abonados, crecen más rápido.
En las zonas más altas (Sobrarbe y Ribagorza) donde era habitual el coger la trufa natural de las encinas, ahora vemos campos vallados con encinas microrrizadas para la producción de trufa negra.
Aunque sea la provincia de Teruel la que tiene más producción de trufa, en Graus sigue habiendo un mercado tradicional. Además, la Diputación Provincial de Huesca organiza cada año en ciudades distintas las jornadas gastronómicas “Trufa-té” para dar a conocer este producto que mayoritariamente se exporta.
Cuando los pueblos estaban habitados los carrascales eran una fuente de recursos necesarios para sobrevivir. Muchos eran comunales y había una reglamentación muy clara para el corte de la leña y la recogida de bellotas.
En Capella, este monte comunal se encuentra en lo alto de la Sierra de Lagüarres. Le llaman “las suertes”, y cada casa tenía un trozo de terreno para su abastecimiento particular.
En Cornudella, los espacios de cada casa están delimitados con muros. Las bellotas que caían en tu sitio, eran tuyas. No sé de quien serían las que caían sobre los muros, pero seguro que había una normativa que lo aclaraba. Hoy son los jabalíes quienes pueblan estos bosques.

Daniel VALLÉS TURMO

domingo, 17 de noviembre de 2019

Explorando el futuro

"Termina hablando de tu futuro”, me comentó la persona a la que le había pedido consejo. Había acudido a ella porque había realizado una conferencia para la jornada anual de una asociación de antiguos alumnos hace unos años.
Este año me habían llamado a mí y me reuní con él con la pregunta “¿Qué harías diferente si tuvieras que volver a dar la conferencia?”. Y, verdaderamente, me fue bien la conversación.
Yo le había escuchado cuando hizo la intervención. Así que tenía una base para valorar su opinión. No voy hacer aquí “spoiler” (destripar los consejos facilitados) porque todavía no ha tenido lugar el acto.
Ya he hablado en otros artículos sobre la dificultad que tenemos los seres humanos para pronosticar el futuro por los sesgos que tenemos a nivel psicológico, intelectual y social.
Y mucho más describir nuestro futuro, porque no es lo mismo hablar del futuro que de nuestro futuro. No es más fácil hablar de modo generalista que de modo particular.
Ahora voy a describir algunos de estos parámetros que nos hacen que explorar el futuro nos sea dificultoso. Hablaré de dos conceptos: el lugar de percepción y el lugar de control.
El lugar de percepción trataría de dónde buscamos la información. Sería la línea que va desde la introversión a la extraversión. En el extremo de la introversión se produce el “pensamiento de grupo” que no facilita los cambios.
En en el extremo de la extraversión es el estar continuamente mirando hacia fuera. Lo prudente es el punto medio, mantener la cohesión interna, pero tener el periscopio abierto.
En el ejemplo personal que he puesto al principio, he abierto el periscopio para captar  algún aspecto relevante y, posteriormente, he centrado la percepción hacia la introversión.
El lugar de control (“focus” de control) se refiere al lugar donde se encuentra el agente causal de los hechos que nos acontecen. Y nos encontramos con dos lugares de control: interno o externo.
Cuando tenemos un predominio de lugar de control interno, buscamos las causas en nuestros actos; mientras que cuando ese lugar de control es externo, las causas las atribuimos a agentes externos.
¿Cómo influye este eje de coordenadas en el modo como exploramos el futuro?. En el cuadrante del lugar de percepción y control internos, se produce la parálisis, mientras que en el opuesto, percepción y control externos, la volatilidad.
En medio de estas posturas extremas, nos encontramos una gama de posibilidades que es donde nos encontramos la mayoría de las personas y las organizaciones en distintas proporciones.
Hay dos paradigmas que inconscientemente nos influencian históricamente. Así la frase atribuida a San Ignacio de Loyola: “En tiempo de desolación, no hacer mudanzas”. Aunque únicamente se refería a aspectos espirituales, la hemos asumido válida para otros aspectos de la vida. Claramente sería el cuadrante que antes hemos comentado de la parálisis.
Y la frase de Albert Einstein: “La crisis es la mejor bendición que le fue ocurrir a personas y países,porque la crisis trae progresos”. La crisis como oportunidad, en su máxima expresión sería el cuadrante que antes hemos comentado de la volatilidad.
Tal vez, los programas de pronóstico del tiempo tengan tanto interés por pensar que podemos predecir el futuro. Tras estos pronósticos nos encontramos con modelos matemáticos basados en distintos parámetros.
En el ámbito empresarial, la explotación del “big data” producido (en gran parte) por nuestra huella en Internet pretende crear pronósticos de consumo basados igualmente en modelos matemáticos e inteligencia artificial.
Finalmente, he añadido a la presentación un apartado titulado “explorando el futuro” para obligarme a hacer este ejercicio. No hablo de predicción, ni de deseos, sino de exploración.
Por aquello que lo más importante es buscar la orientación adecuada, más que el camino preciso. El camino es el medio y no el fin porque se adapta al entorno que nos toca atravesar.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 17 de Noviembre de 2019

martes, 5 de noviembre de 2019

El legado

Tenía la mesa llena de libros. Me dijo que estaba haciendo limpieza de un despacho tras 40 años de uso como profesor de la universidad. Pronto se iba a jubilar y luego quería hacer una labor de síntesis de su legado intelectual.
Para Todos los Santos subí al nicho de mi tío que ha muerto este año. En la plaza mayor estaban arreglando una casa señorial. Me dicen que una planta la quiere dedicar el propietario como exposición de unas antigüedades. Un legado para el pueblo.
Lo del legado es un concepto muy anglosajón que vemos en la vida real con los grandes empresarios y en muchas películas que vemos en la televisión. El legado suele ser una fundación.
Cuando acabé los estudios una amiga cuya familia tenía empresas que daban puestos de trabajo a cientos de trabajadores, me decía que quería trabajar en una ONG. Le comenté que la mejor labor que podía hacer es mantener e incrementar esos puestos de trabajo. Así lo hizo.
El legado tiene que ver con la transcendencia. Lo que queda cuando ya no estemos.  La naturaleza humana tiene un antídoto que hace que no sea tan fácil pensar de este modo: la programación para el corto plazo.
Así, la mayoría de adicciones se basan en este mecanismo del “placer” que hace que busquemos la satisfacción inmediata en vez de la satisfacción a largo plazo. Un mecanismo que la naturaleza ha creado para posibilitar nuestra supervivencia.
La cultura y la religión han ido creando un conjunto de valores que contrarrestan esta tendencia de la naturaleza humana. Pero, esto valores no son instintivos, hay que cultivarlos y transmitirlos a las nuevas generaciones.
Por eso nos encontramos muchos casos de prácticas no éticas en la organizaciones, como hemos podido ver en los casos de corrupción y origen de la crisis en los últimos años.
De hecho, la motivación de la mayoría de decisiones de lo ejecutivos de las empresas y organizaciones se basan más en el interés personal que el colectivo, aunque luego se vista de otra forma distinta.
En el ámbito empresarial también se da este cortoplacismo y son pocas las que piensan en términos de legado. “El día a día” impide la planificación a largo plazo y, mucho menos, en la transcendencia.
En el alcance de objetivos hay una metodología básica que es ir de la meta hacia atrás. Una metodología que viene del ataque tradicional de las grandes montañas del Himalaya.
Igualmente, en la motivación personal y organizacional hay un ejercicio muy socorrido que es pensar en qué queremos que digan las personas que vienen a nuestro entierro.
Estos dos ejercicios son antídotos del cortoplacismo de lo urgente y poco importante que va robándonos el tiempo diario postergando lo importante, pero no urgente. Un antídoto, que como las vacunas, necesitan dosis de recuerdo.
En el ámbito económico supone el tener parámetros de inversión y proyectos que, de otra manera no se harían, con la consiguiente pérdida de riqueza para el colectivo.
En los últimos años, desde la muerte de mi madre en el año 2009, he visitado frecuentemente a mis tíos que han sido emprendedores y empresarios. Lo que más le satisfacía es que sus hijos siguieran con los negocios, que no siempre es fácil que  ocurra en las empresa familiares.
Igualmente había una satisfacción por los logros conseguidos, pero también, por el servicio realizado a la comunidad donde se han desenvuelto. Esto último es un pensamiento de legado.
En su caso, el emprendimiento no fue una aptitud, sino una actitud que les había contagiado sus padres. Los conocimientos vinieron posteriormente según se presentaban las necesidades.
Por eso, una de las mejores formas de contagiar el emprendimiento (y el dinamismo) es el que existan empresas familiares en el entorno que sirvan como modelos a seguir para la comunidad en la que se desarrollan.
Me sorprendió la idea del profesor de universidad sobre su idea de legado y el hacer una labor de síntesis y ,a la vez, una vuelta a evaluar y actualizar la labor investigadora realizada.

Daniel VALLÉS TURMO
Publicado el 10 de noviembre de 2019 en Diario del Altoaragon