Con la llegada del verano, tanto los momentos de vacaciones como los que nos toca trabajar, nuestras vidas cambian algunos hábitos que favorecen cambiar la perspectiva de nuestra rutina, posibilitando una mayor sensación de bienestar.
Por este motivo, cuando llega el otoño, tenemos la sensación de haber “cargado las pilas”, pues el cambio de actividades ha hecho que “las aguas vuelvan a su cauce”. Es como si las distintas piezas de una máquina se volvieran a reconectarse adecuadamente.
Este proceso de reconectarse es valido tanto para el ámbito personal como para el organizacional. Sobre todo en momentos “de aguas revueltas”, como los que vivimos, las organizaciones también necesitan tiempo para percibir las cosas de una forma más objetiva.
Uno de los aspectos que se recalibran en la época de vacaciones es el enfoque de la percepción. Se trata del proceso cognitivo que nos permite recibir, elaborar e interpretar la información proveniente de nuestro entorno.
Y en este enfoque de la percepción vamos a clarificar dos visiones distintas. Primero, ¿cómo percibimos nosotros? Y, segundo, ¿cómo nos perciben los demás?. Comenzaremos por la percepción que tenemos nosotros.
Una de las principales correcciones que necesita nuestra percepción es la tendencia que tenemos a análizar de una forma unidimensionalmente racional, en vez de considerar otros contenidos y metodologías de análisis.
Existen muchas metodologías y publicaciones con consejos para evitar esta tendencia al análisis racional y enfocar la percepción de forma más holística. Así, recientemente se ha publicado en la editorial Gestión 2000 el libro “Tu mundo en una servilleta” de Dan Roam.
Este libro trata de la utilización del pensamiento visual para descubrir, desarrollar y compartir ideas a través del dibujo. Habitualmente, estamos acostumbrados a desarrollar y compartir nuestras ideas a través de los datos de una hoja de cálculo o un presentación de Power Point.
La forma de configurar y presentar la información en los tres formatos comentados no es irrelevante porque fomenta una determinada percepción de la realidad. Por eso este libro nos permite reconocer las ventajas del pensamiento visual.
Aún dificil de llevar a cabo, el enfoque de la percepción propia depende de nosotros, mientras que la percepción que tienen los demás de nosotros tiene la dificultad de obtener dicho feedback y la de cambiarla.
En el número de junio de la revista Harvard Deusto Business Review el autor Marshall Goldsmith trata de esta problemática en el artículo titulado “De donde viene la reputación y como puede cambiar la suya”.
El autor utiliza la palabra reputación, que actualmente estamos más acostumbrados a utilizar en el ámbito de internet, cuando en nuestro ámbito más cercano utilizamos otras como consideración, valoración o imagen.
En todo caso, se trata de cómo nos perciben los que nos rodean. Ya hemos comentado la dificultad que presenta el conocer dicha percepción. El artículo habla de las evaluaciones de 360 grados realizadas por colegas, superiores y subordinados en el organigrama como una de las soluciones.
En la práctica, este tipo de evaluaciones se suele hacer únicamente en las grandes empresas y, aún en estos casos, nos encontramos con la problemática de la dificultad para interpretar y aceptar el resultado por nosotros mismos, sobre todo, en el ámbito de las actitudes.
Masrshall Goldsmisth escribe sobre uno de los errores más corrientes en la gestión de nuestra reputación. Es el querer aparentar ser inteligentes en nuestro trato con los demás, en vez de estar más predispuestos a escuchar.
Adquieriendo la predisposición a escuchar las opiniones de los otros, no sólo seríamos más eficaces en nuestros objetivos, sino que lograríamos mejorar la consideración que los demás tienen sobre nosotros mismos.
Otro aspecto que remarca el autor es el de la dificultad de cambiar la reputación que los demás tienen de nosotros. Esta dificultad está ligada al mecanismo cognitivo-emotivo muy conocido de las expectativas y los prejuicios.
Así, cuando las personas tienen una imagen negativa de nosotros cuesta mucho cambiarla, porque los prejuicios son muy potentes en el mantenimiento de nuestra percepción y memoria. Lo mismo sucede, cuando se trata de una valoración positiva.
Por este motivo, cuando queremos gestionar nuestra reputación, tenemos que tener en cuenta que el camino de cambiar la percepción que tienen los demás de nosotros no va a ser corto, sino que va a llevar mucho tiempo.
Esta problemática de la dificultad de cambiar la percepción de los demás, nos tiene que hacer pensar en mejorar nuestra capacidad de percepción para no dejarnos llevar automáticamente por los mecanismos de los prejuicios y las expectativas predeterminadas.
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