El lanzamiento del tablet de Apple, el iPad, ha hecho que cambie la idiosincransia del uso de los ordenadores tanto en el ámbito profesional como personal. Todas las empresas están lanzando sus productos en esta línea.
Uno de los aspectos más interesantes es la escalabilidad existente entre el mundo de los smartphones (iPhone, Androide, RIM,...) y la de los tablets, ya que se sirven del mismo ecosistema de aplicaciones, con lo que el usuario no encuentra grandes diferencias cualquiera que sea el equipo utilizado.
Las perspectivas del desarrollo de este ecosistema integrado de smartphones y tablets, según algunos estudios, será de uso habitual en el 2015. Aunque, tal vez, la actual crisis económica pueda desacelerar este crecimiento.
En este ecosistema la aplicación es uno de los elementos centrales. Se trata de un programa informático que nos descargamos en nuestro equipo y que, posteriormente, activando su icono nos permitirá acceder a su funcionamiento.
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre las ventajas y costes de este tipo de aplicaciones para una pequeña empresa de nuestro ámbito. Comenzaremos por las ventajas más importantes: usabilidad, portabilidad y actualizacionalidad.
La usabilidad es sin duda la gran ventaja que hizo que el iPhone consiguiera la aceptación del mercado que tuvo. El diseño de las aplicaciones para iPhone y, posteriormente, para iPad han marcado el camino a seguir por el mercado.
Un elemento fundamental de esta facilidad de uso es que cada pantalla nos ofrece un número de opciones muy simplificadas que hace que nos sea fácil tomar las decisiones y aprender rápidamente las posibilidades que se nos ofrecen.
La portabilidad de la aplicación también es otro elemento fundamental. Podemos descargarnos la misma aplicación en los distintos equipos que utilicemos, ya sean smartphones o tablets, debido a que los programas se descargan vía Internet.
Esta facilidad de la portabilidad permite que dispongamos continuamente del acceso a las aplicaciones que solemos usar independientemente del equipo. De esta forma se consigue saltar la barrerra de las compatibilidades del hardware.
La tercera gran ventaja es la actualización automática de las aplicaciones cuando se hayan producido cambios significativos. El ususario no tiene que estar pendiente de tener que actualizar el mismo o de tener que explorar la web para ver las novedades.
En este caso, las novedades vienen incorporadas en el propio diseño de la aplicación, sin tener que destinar tiempo a aprender sobre su funcionamiento. De esta forma conseguimos la fidelidad del usuario y reducimos las posibilidades de que emigre a otros proveedores.
Respecto a los costes de la implementación de este ecosistema de aplicaciones vamos a destacar tres: la lentitud de la incorporación a estas nuevas tecnologías, la rapidez de los cambios tecnológicos y los costes económicos.
La lentitud de la incorporación de los usuarios a estas nuevas tecnologías es uno de los principales impedimentos porque recorta la rentabilidad de las inversiones desarrolladas en el desarrollo del hardware y del software.
Esta misma lentitud del acceso del usuario al unirse con la rapidez de los cambios tecnológicos produce una fragmentación de los stándares que impiden la toma de decisiones tanto de los clientes como de los proveedores.
Y es, precisamente, esta fragmentación la que hace que no podamos valorar el retorno de la inversión que tiene que hacer una pequeña empresa para adaptarse a estas nuevas tecnologías. Sobre todo, si ya ha tenido una experiencia negativa anterior con la incorporación de otras herramientas.
Sin embargo, el acceso a este tipo de aplicaciones por parte de las pequeñas empresas no supone una inversión significativa si empezamos con una aplicación que no sea complicada, teniendo el objetivo de situarnos en este tipo de tecnologías.
Así, si pensamos en una aplicación estática, sería el caso de un catálogo que únicamente dispone de contenidos fijos sin acceder a bases de datos externas, su coste de producción puede estar entre los 500 y 700 euros.
Si queremos que la aplicación utilice servicios de las redes sociales (Facebook, Twitter, Google,...) para actualizar los datos en tiempo real, el coste llega a los 1.000 euros. Y si necesitamos de servicios de geolocalización, unos 1.200 euros.
Si queremos una aplicación más sofisticada, sobre todo si tiene acceso a bases de datos, como sería el caso de un hotel que requeriría de la posibilidad de reserva y de pago por Internet, necesitaríamos de un presupuesto personalizado.
Actualmente, en este tipo de aplicaciones sectoriales que requieren de un plataforma tecnológica compleja y un mantenimiento, son las propias empresas de tecnologías de la información las que ofrecen la posibilidad de desarrollar una aplicación para smartphone y tablet.
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