A menudo, los cuentos infantiles
guardan una sabiduría popular que se transmite de generación en generación. Uno
de los más conocidos, sin duda, es el cuento de hadas de Blancanieves.
En el mismo, encontramos el
personaje de la reina hechicera ante un espejo diciendo: "Espejito,
espejito mágico, ¿quién en la tierra es la más bella de todas?", y el espejo respondiendo: "Tú, mi reina,
eres la más bella de todas".
Esta escena se repite
habitualmente hasta que un día el espejo responde: "Reina, estás llena de
belleza, es cierto, pero Blancanieves es más bella que tú". Es entonces
cuando la reina celosa descarga su ira sobre ella. El resto del cuento ya lo
conocemos.
Hace relativamente poco, en la
década de 1980, la ciencia descubre la existencia de neuronas espejo que se
activan para imitar los movimientos que está haciendo otra persona.
Las investigaciones de las
neurociencias dicen que estas neuronas desempeñan un importante papel en el
desarrollo de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social del ser
humano.
La imitación de las conductas de
las personas que nos rodean nos ayuda a comprender y a ser aceptados por los
otros. De esta forma se desarrolla lo que llamamos empatía, la capacidad de percibir
lo que los demás sienten.
Sin embargo, la evolución
histórica de la humanidad también nos has equipado con herramientas afectivas y
cognitivas para reforzar la cohesión del grupo en el que estamos integrados.
Así, el sentimiento de simpatía
con los miembros de nuestros grupos afines y de antipatía con los miembros de
otros grupos que tradicionalmente han sido competencia del nuestro.
Durante siglos, en sociedades y
economías que apenas discurrían en unas decenas de kilómetros estas
herramientas fueron muy útiles para asegurar la supervivencia de los individuos
y las comunidades.
Muchos de los cuentos y refranes
todavía mantienen esta idiosincrasia de protección contra el desconocido que,
aunque parezca desfasada, seguimos transmitiendo inocentemente a las nuevas
generaciones.
El origen y el éxito de las redes
sociales en Internet se fundamentan en estos mecanismos comentados de búsqueda
de la afinidad en los distintos círculos en el que nos movemos.
La estructura de los contenidos
de las redes sociales está enfocada hacia la búsqueda del reconocimiento propio
a través de la afinidad con los demás por pertenencia a grupos o por gustos.
Podríamos decir que se busca la
simpatía. Y, como ya hemos comentado, se trata de un mecanismo que trata de
reforzar los vínculos del grupo basándose en una aceptación no crítica.
Este sesgo hace que algunas redes
sociales sean propicias a las problemáticas de fraude por afinidad que se dan
en los grupos. Así, es el caso de las estafas financieras piramidales que no
dejan de repetirse, porque se crean a partir de relaciones cercanas.
La propia configuración de estas
redes sociales hace que sean un caldo de cultivo para alimentar este tipo de
fraudes, al igual que conductas asociales con los usuarios adolescentes.
Existen otro tipo de redes
sociales, como son las profesionales y las de microblogging, que no están tan
enfocadas en esta búsqueda del reconocimiento como en ser instrumentos para
conocer otros puntos de vista.
Están más enfocadas a las
relaciones de empatía, en cuanto que nos ayudan a poder comprender mejor a las
otras personas, no buscando previamente una relación de afinidad.
Este tipo de relación basada en
la empatía, tal vez, sea el más adecuado en el ámbito empresarial, en cuanto
que posibilita una relación interpersonal que puede mantenerse estable en el
tiempo.
Habitualmente el estilo utilizado
por las empresas en las redes sociales parece el de un club de fans, siendo el
caldo de cultivo para que puedan surgir igualmente relaciones de antipatía.
Al igual que le ocurrió a la
reina en el cuento de Blancanieves, un día nos podemos encontrar que el espejo
nos responda que nuestra empresa ya no les gusta a nuestros simpatizantes.
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