miércoles, 8 de febrero de 2012

Pensar local, actuar global

En el cielo limpio de nuestra provincia podemos ver por la noche las luces intermitentes de algunos aviones que la recorren. En la zona oriental, de las 22 a las 23 horas, se  observan los tres vuelos diarios que unen Londres con Ciudad del Cabo.
Desde las siete de la tarde con intervalos de media hora salen del aeropuerto de Heathrow tres aviones de las aerolíneas British Airways, South African Airways y Virgin Atlantic.
Se trata de un vuelo directo de casi 10 mil kilómetros de distancia, realizado con aviones de alta capacidad, con una duración de 12 horas que aterriza en Ciudad del Cabo a partir de las 9 de la mañana.
Así, cada noche unas mil personas, sentados en grandes aviones del tipo Boing 747 y Airbus 330 y 340 volando a 9 mil metros de altura y 840 kilómetros por hora, atraviesan nuestros pueblos con destino a Sudáfrica.
Es un testimonio silencioso de la globalización que influye en todos los ámbitos de nuestra vida. Un sistema complejo cuya dificultad de manejo la estamos sufriendo en la actual coyuntura económica.
Durante las últimas década hemos escuchado el lema “piensa globalmente y actúa localmente” referido no únicamente a aspectos medioambientales, sino también económicos.
Pero, estábamos muy lejos de poder prever la influencia tan grande que iba a tener sobre nuestras vidas y empresas esta globalización que en la última década los avances de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones han ayudado a incrementarla.
De repente, nos hemos visto obligados a pensar localmente al ver que la globalización por sí sola no favorece nuestro desarrollo económico y social. Y actuar globalmente para compensar.
Esta actuación global supone la aceleración de los procesos de internacionalización, entre los que, también, se incluye la migración de los trabajadores a países donde existe demanda.
Este proceso ya se ha acelerado en la mayoría de las empresas industriales que venden productos y en las grandes empresas que ofertan servicios, como es el caso del turismo, las constructoras y las ingenierías.
Pero, en una sociedad predominante de servicios como la nuestra, se requiere que esta internacionalización llegue también a las pequeñas empresas y profesionales de la mano de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Habitualmente el proceso de internacionalización de las empresas surge de una forma natural por petición del propio ecosistema en el que se mueve. En muchas ocasiones es por petición de los proveedores o por imitación de lo que hace la competencia.
Aunque en una economía digital de servicios, la rapidez de la innovación tecnológica ha hecho que este proceso natural de internacionalización ya no sea suficiente para mantener la competitividad.
Se precisa una mayor asertividad y un análisis minucioso de todos los eslabones de la cadena de valor de nuestro ámbito de negocio para esclarecer oportunidades sin partir de prejuicios previos.
Así deberíamos diseccionar desde las etapas de innovación y desarrollo a la de distribución, pasando por las de producción, administración y comercialización. Muchas veces, para arreglar algo, primero lo tenemos que acabar de romper.
El ámbito de la  innovación y el desarrollo es el más minoritario, pero es especialmente importante en cuanto que sirven de referencia al sistema social de su entorno. La apuesta por facilitar su visibilidad internacional es imprescindible.
En el otro extremo, la distribución (el comercio electrónico) es el proceso donde más rápidamente se ha crecido y existe mayor competencia al ser el más conocido tras una década de existencia.
Tal vez sea en la producción de servicios donde nos encontremos mayores posibilidades de recorrido debido a la aceleración de la digitalización de sus procesos y a la mayor utilización de los dispositivos móviles.
La digitalización de los procesos está posibilitando la subcontratación no únicamente en países con menores costes salariales, sino la de procesos complejos que necesitan una mayor especialización.
La normalización del uso de los dispositivos móviles con acceso a Internet favorece no sólo una mayor demanda de los clientes, sino la contestación inmediata. La importancia mayor del idioma español nos permite una ventaja competitiva en este aspecto.

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