jueves, 8 de marzo de 2012

Luces y sombras


Acaba de publicarse el libro “Mediano. El ojo del pasado” escrito por Alberto Sabio. En el mismo se habla de la historia de la construcción del embalse de Mediano y de la memoria colectiva de los vecinos del pueblo que quedó inundado.

La historia de este embalse tuvo que contorsionarse con los hechos históricos que le tocaron vivir, tardándose casi 60 años desde su aprobación hasta su culminación final en 1974.

Como todo gran proyecto, Mediano no estuvo exento de modificaciones tanto en el término del mismo como en los intereses de las distintas instituciones que lo fueron abordando durante más de medio siglo.

En su aprobación en 1915, el embalse tenía una capacidad de 100 hectómetros y era el origen del Canal del Cinca. Finalmente su capacidad supera los 400 hectómetros y se construye aguas abajo el embalse del El Grado donde se inicia el canal.

En el libro sobre Mediano podemos conocer las peripecias que ocurrieron a lo largo de un proyecto, que tuvo que paralizarse por la Guerra Civil, tanto en los aspectos técnicos como en los humanos.

El caso de lo ocurrido en la historia del Mediano ocurre en la mayoría de los proyectos, sobre todo si son de esa magnitud y se dilatan en el tiempo, debido a la naturaleza dialéctica de su desarrollo.

Todo proyecto es la plasmación de dar solución a una necesidad. Durante el desarrollo del proyecto puede haber cambios tanto en lo referente a la definición de la necesidad como en la aparición de nuevas tecnologías.

Debido a que las diferentes operaciones de los proyectos las realizan distintas personas y en diferentes temporalidades, cada uno de los implicados no suele ser consciente de esta naturaleza dialéctica del proceso.

En el caso de los proyectos empresariales es necesario tomar algunas medidas de precaución conocedores de este proceso, que es mucho más cambiante, en la coyuntura actual de globalización y transformación tecnológica.

Estas medidas preventivas pasan por establecer escenarios de retorno de las inversiones a corto plazo, para evitar la sobreinversión que solemos calcular al considerar escenarios a mayor plazo.

Sin embargo, al unísono con la prudencia, es necesario el establecer retos a medio plazo que sirvan como aliciente para mantener erguida la mirada en el futuro y evitar que nos sobrecojan únicamente las problemáticas del día a día.

El reto es un instrumento que ayuda a dinamizar todas las personas y todos los procesos de una organización para lograr optimizar primero los procesos internos y, como consecuencia, los resultados.

Para que un reto sea válido es necesario que tenga las características de ser ilusionante, dificultoso, pero realizable. Si no se cumple alguna de éstas, no lograremos los efectos deseados.

Un reto es ilusionante en una organización cuando los objetivos que se persiguen benefician a la mayor parte posible de sus integrantes y supone una proyección positiva para el futuro.

Es ilusionante porque no nos vemos perjudicados por sus consecuencias y, por tanto, no mostramos nuestra resistencia a los cambios sino, al contrario, estamos deseosos de que ocurran.

Un reto tiene que ser dificultoso en cuanto que tiene que obligar a dar casi el cien por cien de las capacidades de todos los integrantes de la organización y no únicamente de una parte. Es un objetivo que sólo podemos conseguir entre todos.

Tiene que ser dificultoso para obligar a ejercitar todas las competencias de las personas y modificar los procesos organizativos y productivos necesarios para poder llevar adelante el proyecto.

Un reto tiene que ser realizable para evitar la frustración y el añadir a la memoria histórica de la organización otro proyecto fracasado que no ayuda al planteamiento de nuevos retos.

Realizable y, también, medible para poder mantener la tensión de que se están logrando los objetivos en aquellos momentos en que hay dificultades y es fácil que cunda el desánimo.

Porque las luces y las sombras igualmente son parte de la naturaleza dialéctica de los proyectos. Si nos fijamos en la naturaleza, veremos pocas líneas rectas y muchas onduladas.

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