Nos gusta pasear por las calles comerciales
de la ciudad viendo escaparates. Cada vez están mejor diseñados e iluminados
para atraer nuestra atención esperando que nos fijemos en ellos.
Somos curiosos y nos fijamos. En algún momento,
por impulso o por necesidad, nos acordaremos de aquel producto que vimos.
Aunque no seamos conscientes, el cerebro sigue trabajando.
Pero, ¿qué pasa con las puertas de entrada a
los comercios? De tan habituados que estamos, ya no nos damos cuenta en muchas
ocasiones de como son. Pero sí nos influye la primera vez que vamos a entrar.
Si nos fijamos en el diseño de las tiendas de
las franquicias, tienden a tener la puerta abierta o con apertura por
presencia, para facilitar la entrada. La puerta está abierta para que entres.
Por el contrario, en muchos pequeños
comercios, la puerta es pequeña y está cerrada. En algunos casos incluso con
timbre por el miedo a la inseguridad. Es más difícil que entremos por impulso.
Si nos miramos detenidamente la puerta, nos
encontraremos que muchas tiendas tienen muchas pegatinas que se han ido
añadiendo informando del horario comercial, de las tarjetas aceptadas, de algún
sello de calidad, entre muchas otras.
En la mayoría de tiendas franquiciadas la
puerta suele estar mucho más limpia para que se vea bien el interior y no nos detengamos a leer. Como mucho nos
encontramos el horario comercial.
En el caso de la cadena de tiendas Clarel,
perteneciente al grupo DIA, dedicada a la venta de productos para el cuidado
personal, belleza y hogar, nos encontramos un único mensaje en la puerta
corrediza: “Nos alegramos de verte”.
Es un mensaje evidentemente emocional y de
bienvenida. Cuando nos vamos, nos
encontramos otro mensaje de características e intenciones similares: “Nos vemos
pronto, ¡Mua!”.
En la otra parte de la puerta de apertura por
presencia aparecen 6 iconos de carácter informal que muestran la gama de
productos que se disponen en los establecimientos Clarel.
Este tipo de mensajes busca la complicidad
con el cliente para que se produzca un anclaje emocional con el establecimiento
y no únicamente una transacción comercial basada en el precio.
Si vemos la diferencia del diseño con los
antiguos establecimientos descuento Schlecker, vemos que ha habido un claro
cambio hacia esta nueva relación con la marca.
Las redes sociales, como Facebook, ayudan a
establecer y mantener una relación emocional con el cliente. Muchos pequeños
comercios han comenzado a utilizarlas y comienzan a publicitarlo en sus
establecimientos.
Algunos establecimientos utilizan las redes
sociales (Facebook y Twitter sobre todo) como si fuera un canal publicitario
más, como es el caso de la web, el buzoneo y los medios de comunicación
locales.
Pero, hemos de entender que son un canal
“social”, diferente a la publicidad masiva
y a los canales directos. Estos nos permiten la comunicación personal:
teléfono, carta, mail o mensajería instantánea.
Un medio social es un lugar para compartir
con los demás, no un canal publicitario. Si lo utilizamos únicamente de esta
forma, los seguidores acabarán ocultándonos o abandonándonos.
En los medios sociales “la gente es el
mensaje”, no el producto. Recordemos las frases de bienvenida y despedida de
las tiendas Clarel: “Nos alegramos de verte” y “Nos vemos pronto, ¡Mua!”.
“La gente” son nuestros clientes, los que
formamos parte de la empresa y nuestro entorno. La forma de dirigirnos tiene
que considerar esta idiosincrasia propia de las redes sociales.
La comunicación de nuestros productos debería
hacerse mayoritariamente de forma indirecta. Así, podemos recordar la necesidad
en vez del producto. Este sería el caso de mostrar las novedades de la
temporada.
En todo caso, no hemos de olvidar que estas
redes sociales son, igualmente, una puerta de entrada a nuestros establecimientos
y lo que publicamos en ellas forma parte del mismo.
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