miércoles, 12 de noviembre de 2014

Pastor antes que consultor


Me permito cambiar el dicho de “cocinero antes que fraile”. Este refrán se refiere al hecho que la experiencia ayuda a hacer las cosas y a prever lo que suele ocurrir en cada oficio.

Todavía, después de más de 10 años de su aparición, se suele contar el chiste del pastor y el consultor en muchos seminarios de formación empresarial. Hay muchas versiones. Escojo una del año 2003.
Un pastor cuidaba de sus ovejas cuando de pronto avista en el horizonte un todoterreno que se acerca. Al llegar al lado del pastor, el coche se detiene. Desciende un hombre  del mismo.
Sin presentarse, pregunta al pastor: “Si le digo cuantas ovejas tiene usted aquí, ¿me daría una?”. El pastor, humildemente, dice que sí. Rápidamente el hombre saca su “notebook” de ultimísima generación.
Se conecta a Internet y al instante responde: “335 ovejas”. El pastor, sin decir nada, le da una oveja y luego le dice: “Si yo adivino la profesión que ejerce, ¿me devolvería mi oveja?”.
“Claro que sí”, responde el hombre del todoterreno. “Usted, señor, es un consultor”, afirma de forma contundente el humilde pastor. Estupefacto, el hombre devuelve la oveja al pastor, no sin antes preguntarle a éste como lo había adivinado.
“Muy fácil, responde el pastor. Usted llegó aquí sin ser llamado, se mete en mi negocio sin pedir permiso, me dice algo que yo ya sabía y, encima, pretende cobrar por eso”.

En alguna variante del chiste, el consultor coge un perro en vez de una oveja y se lo lleva al coche. El chiste es gracioso, pero cuesta creer que el consultor eligiera el perro y, todavía más, que el perro pastor se dejara coger.
Estos perros suelen ser muy huidizos con los extraños. Sin embargo, guardan una relación muy estrecha con el pastor, tras un largo periodo de adiestramiento, obedeciendo las órdenes para manejar el rebaño.
Este adiestramiento del perro ha sido fundamental en la historia de la humanidad para poder alimentarnos. Como puede suponerse, no es un proceso fácil, ni todos los perros son aptos.

Cada perro está adiestrado para una tipo de tarea. No es lo mismo vigilar las ovejas en los pastos de las montañas que cuando se están comiendo los rastrojos de los campos en la tierra baja.
En los pastos de montaña, el rebaño se suele dispersar y la labor del perro es que no asciendan hacia arriba para ir dejando los prados de arriba conforme avance la estancia en el puerto.
Para realizar esta tarea, al perro le toca correr largas distancias para mantener a las ovejas por debajo de la cota que el pastor quiere. Al cabo del día, acaba agotado de tanto trote.
Sin embargo, cuando se pasta en el llano, la misión principal del perro es hacer que el rebaño no entre en los campos no permitidos y respetar las lindes cuando se va por una cabañera.
Cuando se va por una zona conocida, el perro sabe hacer esta tarea por sí mismo. En el caso de ir de cabañera, el perro está junto al pastor listo para obedecer las indicaciones.
Suelen ser perros muy obedientes y fieles a sus dueños. Recuerdo una vez como dejamos un perro junto al morral de pastor y allí nos estuvo esperando hasta que regresemos.

Pero hay unas ovejas que no obedecen a los perros cuando se encuentran en verano en los pastos de la montaña. Son las ovejas negras. Debido al color oscuro de su lana, buscan la altura para estar más frescas.
De modo que desaparecen al llegar al puerto y no se las ve hasta que va llegando el otoño y refresca. Por suerte para el pastor, no son muchas en los rebaños, si no sería un verdadero problema.

Espero que esta anécdota sobre las ovejas negras lleve a mejorar la imagen que tenemos de ellas. Por aquello del dicho de “ser la oveja negra” del grupo. Como vemos en el ejemplo, tiene explicación su conducta.

También que, cuando veamos un rebaño, valoremos la dificultad de su manejo. Posiblemente, muchas habilidades que adquieren los pastores serían muy necesarias para desempeñar el oficio de consultor.

Daniel Vallés Turmo

No hay comentarios:

Publicar un comentario