miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿D.A.F.O.?


Al menos desde 1965, se viene estudiando en la gestión de empresas la matriz llamada DAFO para estudiar la situación de una empresa o un proyecto, analizando sus características internas y su situación externa.
Así, sus características internas son sus debilidades y fortalezas, y su situación externa son sus amenazas y oportunidades. Proviene del inglés SWOT (Strengths, Weaknesses, Opportunities y Threats).
El objetivo final de este planteamiento estratégico es determinar estrategias para destacar cada fortaleza, disfrutar cada oportunidad,  defender cada debilidad y detener cada amenaza.

Me viene a la memoria esta herramienta tras escuchar una ponencia de Richard Vaughan en el Foro Empresa. Remarcó la importancia de no compararse con nadie para lograr el éxito.
El motivo aludido es que cuando nos comparamos, tendemos a evaluar nuestras debilidades con las fortalezas del otro, de manera que no nos ayuda a trazar nuestro propio camino.

Me viene, también a la memoria, el libro de Stephen Covey “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” escrito en 1989. En el mismo, igualmente se remarca el no competir y compararnos.
Alguno me dirá que es de “avestruces” el no encarar nuestras debilidades. Evidentemente que sí tenemos que conocer nuestras limitaciones, pero enfocadas en un proyecto determinado.

Un buen entrenador no es aquel que va dando ánimos y reprimendas a sus jugadores, sino que indica lo que se ha hecho bien o lo que se ha hecho mal y, en este caso, lo que es necesario hacer para mejorar.
De esa forma no se culpabiliza a la persona, sino que se le responsabiliza de sus acciones con el objetivo de corregir y que se puedan alcanzar los objetivos pretendidos.
La misma estrategia que se emplea en la negociación y resolución de conflictos de no centrarnos en la persona, sino en los hechos. De esta forma evitamos la carga emocional que nos impide la objetividad.

Otro ejemplo donde se produce esta incapacidad de ser emocionalmente objetivo es en el llamado “dilema del prisionero” donde se muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si en ello va el interés de ambas.
Podríamos seguir enumerando más ejemplos en el que la autovaloración impide que tomemos las decisiones más oportunas. Esta autovaloración, tiene que ver con nuestra autoestima.
Si tenemos una baja autoestima, tenderemos a vernos muy influenciados por las opiniones de nuestro entorno, tanto si son positivas, como si son negativas. Así, que seremos vulnerables a las adulaciones y a las maledicencias.

Esta valoración de nosotros mismos, la autoconfianza, la vamos mejorando paulatinamente conforme obtenemos buenos resultados en aspectos concretos que estamos tratando.
Lo mismo se puede aplicar en las organizaciones y empresas. En un momento de cambios tan rápidos, es muy importante centrarse en el éxito de los proyectos que se están desarrollando.
Así, es necesario dar respuestas rápidas en la innovación en el ámbito empresarial para mantener la competitividad, de manera que se requiere la aplicación de metodologías también rápidas.

Estas herramientas llamadas de gestión ágil (Lean Startup) se centran en el cliente. Primero descubriéndolo, luego validándolo y, finalmente, escalándolo a un determinado segmento de mercado.
Se basan en la creación de modelos en las que hemos hecho hipótesis que luego validaremos testándolas. Una de estas metodologías es la técnica del Lienzo de Modelo de Negocio.
En ella se describe de manera lógica y global la forma en que las organizaciones crean, entregan y capturan valor. De manera que  facilita a la empresa centrase en la mejora continua.
A diferencia del DAFO, estas herramientas no se centran tanto en la empresa como en el cliente. Esta focalización permite que la organización se vaya transformando para adaptarse a los cambios en el mercado.
Daniel VALLÉS TURMO

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