martes, 21 de abril de 2015

Virtual y real


Un buen amigo me contó una anécdota que le ocurrió haciendo senderismo yendo de Agüero a la Central de Carcavilla por una ruta que teóricamente está completamente balizada.
Salieron de Agüero por la senda que da la vuelta a los mallos. En el collado de San Pedro siguieron por la ruta que marca hacia Carcavilla, pero donde ya no se encuentran apenas indicadores porque han desaparecido.
Al llegar a la Barrera del Estanco en el collado, el guía del grupo (que seguía la ruta descargada en un GPS) pensó que estaba en el cercano pico Punta Común y volvió a bajar para seguir su trazado.

Mi amigo le comentó (mostrando un mapa en el móvil) que pensaba que había que seguir bajando el collado. El guía le enseñó su GPS y el trazado en una hoja impresa que llevaba. Lamentablemente no estaban las balizas que deberían estar.
Después de descender 200 metros de desnivel y volver a subir otros 200 metros, como se muestra en la línea continua del mapa adjunto, en la cima del pico Puimaria, el guía se acercó a mi amigo y le pidió consejo.
A partir de ese momento, se buscó el camino en diagonal para volver a encontrar la ruta que había que seguir. Finalmente, se llegó sin ningún problema a la Central de Carcavilla no pasando de ser una anécdota más.

En una conversación posterior entre mi amigo y el guía, éste le explicó que el origen del problema estuvo en que había descargado de forma fragmentada el trazado de la ruta.
De esta forma, en el Collado del Estanco, no tenía el trazado y pensó que se encontraba en un pico distinto al que estaba, de manera que creyó que tenía que volver hacia atrás.
Una vez en la ruta errónea ya se despistó en la manera de llegar al camino que había que seguir. Se estuvo en el error durante más de tres kilómetros y realizando un desnivel de 400 metros.

¿Por qué el guía continuó en el error y no hizo caso a mi amigo? Él estaba centrado en un sistema de realidad virtual (incompleto en este caso) que le impedía dar por bueno las indicaciones que le daban desde la realidad.
Pensaba que estaba haciendo lo correcto, a pesar de saber que no contaba con el trazado completo, sino por tramos. Estando en el lugar adecuado (el puerto), el plano virtual le decía que tenía que bajar de nuevo.
Mi amigo le mostraba visualmente el lugar del valle donde había que llegar, así como la pista de aproximación. Además, le mostraba en un mapa el sendero más abajo que había que seguir.
Hubo otro motivo que invitó al error, la falta de señalización de una ruta que se anuncia como balizada y apta para todo tipo de personas. Así, el no ver señales, posibilitó el mantener la duda.

Nos encontramos ante un problema cada vez más común en el ámbito empresarial al utilizar también sistemas de realidad virtual sobre los que nos apoyamos para llevar la gestión.
Se tratan de modelos de gestión con sus distintas métricas a seguir en cada uno de los aspectos operativos a llevar a cabo. De manera que, podemos estar centrados en seguir los objetivos sin percatarnos de la realidad.
Algo de esto ya hemos aprendido a partir de la crisis financiera cuando se pinchó la burbuja de los activos inmobiliarios que había empaquetado la banca Lehman Brothers para vender a los fondos de inversión.
Este ámbito financiero era el máximo exponente de virtualidad, donde únicamente se guiaban por las métricas sin apenas hacer alguna valoración real de los activos que se adquirían.

La complejidad del mundo empresarial actual nos obliga a conocer y saber interpretar modelos virtuales de gestión que se utilizan de forma automática en todas las áreas de gestión.
Pero, no deberíamos olvidarnos, de vez en cuando, de acercarnos a la realidad de nuestras empresas y de los mercados donde nos movemos para no olvidar el saber cómo funcionan.

Mi amigo (que es un forofo de los GPS) suele salir al monte con la ruta cargada (por si fuera necesario) pero se guía sin utilizarlo para no perder el sentido de la orientación que supone la dependencia total del GPS.

Daniel Vallés Turmo

No hay comentarios:

Publicar un comentario