En
este artículo vamos a seguir comentado la metodología que surge del
recién publicado libro “Diseñando la propuesta de valor” en el
que se profundiza en distintas herramientas prácticas de desarrollo
del Lienzo de Modelo de Negocio.
Comentamos
que lo más innovador del libro es que se crea el “Lienzo de la
propuesta de valor” para facilitar el encaje entre el perfil del
cliente al que nos dirigimos y el mapa de valor que le ofrecemos.
El
perfil del cliente es un mapa abreviado de lo que era el mapa de
empatía. Se centra en tres aspectos concretos a desarrollar: los
trabajos del cliente, las frustraciones y las alegrías.
En
el artículo anterior tratamos los “trabajos del cliente”,
aquello que intenta resolver. Las frustraciones, los malos
resultados, riesgos y obstáculos que se encuentra el cliente en su
camino de buscar soluciones, que serían las alegrías.
Vamos
a profundizar en el concepto de “trabajos del cliente”, que es
muy potente para sondear posibles propuestas de valor que podamos
ofrecer a un determinado segmento de cliente.
Me
baso en la información facilitada por José Antonio de Miguel,
conocido en las redes sociales como @yoemprendo, en su blog
www.yoemprendo.es
dedicado a ayudar a los emprendedores.
En
el blog se trata de forma muy didáctica las herramientas más
innovadoras que nos encontramos actualmente: Lean Startup, Customer
Development y Canvas Business Model.
Ha
participado en la edición y escrito el prólogo de la versión en
España del libro “Diseñando la propuesta de valor”. Un
indicador del manejo que tiene en estas metodologías.
En
su blog y en YouTube explica de forma muy acertada en qué consisten
los “trabajos del cliente” y porque ya no funciona adecuadamente
la segmentación de clientes para diseñar propuestas de valor.
Una
de las motivaciones que indica José Antonio de Miguel es que cuando
nos enfocamos en las necesidades de los clientes, solemos únicamente
centrarnos en la fase de ejecución sin considerar otras.
Contempla
ocho fases distintas: definir, localizar, preparar, confirmar,
ejecutar, monitorizar, modificar y concluir. Nos lo explica poniendo
el ejemplo de tener que pintar una habitación en nuestra casa.
Definir.
Es la fase en la que nos planteamos la tarea general que tenemos que
hacer. En este caso se trataría de pintar una habitación, un mueble
o el elemento que consideráramos.
Localizar.
En esta fase tenemos en cuenta los elementos que son necesarios para
desempeñar la tarea. Así, comprar pintura, obtener herramientas y
preparar el lugar para no ensuciar.
Preparar.
Antes de comenzar la tarea tenemos preparar lo necesario para le
ejecución. Cuando pintamos, hemos de apartar el mobiliario y
disponer de cinta para no pintar sobre otras superficies.
Confirmar.
Es el momento previo a la ejecución. Se trata de testar que contamos
con los instrumentos adecuados antes de ponernos a trabajar, para
evitar que luego no podamos terminar la faena.
Ejecutar.
Es el proceso del trabajo a realizar propiamente dicho. En el
ejemplo, sería todo el proceso de pintar. Como ya hemos dicho, es la
fase en la que nos solemos centrar cuando pensamos en las necesidades
de los clientes.
Monitorizar.
Vemos si estamos haciendo la tarea adecuadamente. Cuando pintamos,
observamos si está cambiando el color o queda de forma uniforme.
Igualmente, si estamos manchando.
Modificar.
Son las tareas que se hacen tras la monitorizar. Así, si es
necesario repasar alguna parte de lo pintado, cambiar la brocha o
poner más tinte a la mezcla para lograr un color más intenso.
Concluir.
Tras haber ejecutado el trabajo, todavía son necesarias etapas.
Hemos de limpiar las herramientas, poner los muebles y tirar a la
basura los elementos desechables.
Esta
deconstrucción de las fases del “trabajo del cliente” nos
permite poder observar posibles propuestas de valor en cada de las
tareas, atendiendo no únicamente las tarea funcionales, sino las
emocionales y sociales.
Daniel
VALLÉS TURMO
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