Se
utiliza mucho la palabra gestión en las organizaciones: gestión de
personas, de proyectos, medioambiental, financiera, … Son áreas
muy amplias que, a veces, no solucionan problemas cotidianos como la
gestión del ánimo de las personas.
¿Cómo
“enchufarse” cada día en la empresa? Porque se trata de eso, de
implicarse emocionalmente, no de llevar a cabo una serie de
procedimientos racionales previamente establecidos.
Tampoco
se trata que se haga cumplir la disciplina de un organigrama
piramidal. Eso ahora ya no es suficiente. Es cuestión de liderazgo,
y éste siempre es emocional y contagioso.
De
“enchufarse” uno mismo y levantar el ánimo de los que nos
rodean, porque lo triste no sólo no vende, sino que acaba creando un
clima organizacional desesperadamente contagioso.
No
nos “enchufamos” con discursos racionales, aunque tengan toda la
razón, sino que levantamos el ánimo imitando las emociones de
quienes nos rodean. Realmente somos muy buenos copiando los estados
de ánimo.
Ante
el desánimo, no valen las propuestas racionales, sino el gesto de
apoyo. No es tanto lo que se dice, como el decir. No es tanto el
contenido, sino cómo hacemos sentir al otro.
Tampoco
se trata de vencer, sino de convencer. No se trata dar órdenes, sino
de inspirar. No se trata de seguir el organigrama, sino desbordarlo.
Como lo hace la vida, como lo hacen las emociones.
Una
organización desbordada es aquella en la que todos cuentan y todos
se sienten en cuenta. En la que los valores que cuentan son la
colaboración, la participación y la empatía.
Son
valores femeninos. Liderazgo versus autoridad, organigrama
distribuido versus centralizado, información de abajo-arriba versus
arriba-abajo, orientado a las personas versus los resultados,
adaptación versus rigidez y actitud emocional versus objetiva.
Una
organización que comprende su entorno y está abierta a los cambios
sabiendo que conllevan conflictos. Pero éstos son un elemento de
capacidad transformadora cuando se está enfocado en la acción.
Unas
personas con una actitud creativa e innovadora que indagan el ámbito
de lo posible y lo ensanchan sin temor a lo que se encuentren, sin
miedo al fracaso y a la reprimenda.
Todas
las personas que forman parte de la organización tienen capacidad de
crear un gran valor en la empresa en una sociedad en red, en una
economía cada vez más digitalizada.
Es
necesario empoderar a cada miembro de la empresa, sea cual sea el
nivel que ocupe en el organigrama porque todo las personas son
imprescindibles en su ámbito de acción.
Empezando
por levantar su estado de ánimo, su actitud de asertividad y la
autoestima. Haciendo posible que se crean que lo pueden hacer. Así,
desarrollando las emociones, las cogniciones, las actitudes y las
creencias.
Provocando
que las personas actúen en su entorno de forma autónoma en la
medida de lo posible, con el objetivo de ir sondeando nuevas
propuestas y creando una cultura de empresa adaptativa.
En
definitiva abonar la organización con una actitud proactiva y
facilitar las herramientas adecuadas para que se pueda actuar de una
forma eficaz en todos los niveles.
Es
un círculo que se retroalimenta, porque una persona empoderada es
una persona enchufada en la empresa, que es capaz de contagiar y
desbordar con su actitud a quienes le rodean.
Lo
adecuado no es quedarse en discursos corporativos y cursos teóricos,
sino intentar que se llevan a cabo pequeñas acciones que se pueden
ver y hacer que las personas constaten que vamos en serio.
Son
estos pequeños proyectos con éxito los que van abonando la tierra
para que se vaya produciendo este círculo virtuoso de “enchufarse”,
debordar el organigrama y empoderar a las personas.
Este
artículo está inspirado en la ponencia de Inma Aguilar “Diálogo.
Convivir en abierto: participación y transparencia por la calidad
democrática” impartida el 7 de noviembre en Las Vilas del Turbón.
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