Apenas
han pasado dos semanas de este año nuevo y muchos de los buenos
propósitos ya han caído. En parte es debido a la diferencia que hay
entre el querer y el poder.
A
todos nos suena la frase “querer es poder”, que es muy
motivadora, pero poco constructiva. La canción “Color esperanza”
de Diego Torres matiza este dicho en su estribillo.
“Saber
que se puede, querer que se pueda, pintarse la cara color esperanza,
pintar el futuro con el corazón”. El elemento que se añade es el
conocimiento y la percepción de “saber que podemos hacerlo”.
El
conocimiento supone el saber evaluar la realidad y la autoestima, el
saber valorar de forma realista nuestras competencias para llevar a
cabo la implementación de los proyectos.
En
muchos casos, habría que añadir un tercer factor, la perseverancia.
Hay una diferencia entre pensar un tema para escribir una novela y el
acabar de escribirla. Una es la creatividad primaria y la otra, la
secundaria.
Para
mantener esta perseverancia necesitamos planificar las tareas a
realizar a lo largo del tiempo. Si no, las tareas urgentes hacen que
acabemos muy pronto por dejar los proyectos.
En
las empresas los sistemas de gestión facilitan que se mantenga esta
tensión para mantener la actividad de la empresa en todas sus
dimensiones. Uno de estos modelos es el de la Calidad Total.
A
primera vista parece que estos sistemas de gestión no pudieran
utilizarse por los emprendedores porque deberían centrarse en la
validación de la propuesta de valor que hacen a sus clientes.
Pero,
por otro lado, es necesario crear un modelo de gestión desde el
primer momento para facilitar que los proyectos empresariales puedan
crecer y no se atasquen en sus inicios.
Las
empresas líderes en sus mercados lo son porque tienen un modelo de
negocio y de gestión que les ha permitido ser elegida por los
clientes y ser viable económica y financieramente.
Un
modelo de gestión tiene que ser fácil de comprender para que se
pueda impregnar en toda la cadena de valor de la empresa, desde los
accionistas, la sociedad, los proveedores, los trabajadores y los
clientes.
Fácil
y que sea creíble. Aquello de “una cosa es predicar y otra
distinta es dar trigo”. Por que, cómo ya hemos dicho, una cosa es
“saber que se puede” y otra “querer que se pueda”.
Para
lo segundo es necesario, primero la confianza y, segundo, el
compromiso con el modelo de negocio y con la gestión. Aquello de
estar orgulloso de “vestir los colores de la empresa”.
Estas
empresas líderes muestran en Internet sus modelos de negocio. Así,
podemos pensar en aquellas empresas que nos gustan e ir a sus webs
para consultarlos. Luego, lo adaptaremos a las nuestras.
La
verdad que no hay muchas diferencias entre las empresas en las letras
grandes, pero sí en las letras pequeñas y, mucho más, en la
constatación en la realidad de su cumplimiento.
En
el gráfico adjunto se ven los componentes del modelo de calidad
total de una de las empresas líderes de nuestro país: el cliente,
los trabajadores, los proveedores, la sociedad y el capital.
El
componente más importante es el cliente en cuanto que de su
satisfacción depende la viabilidad económica y financiera de la
empresa. Todos los demás, están a su servicio.
El
tener un modelo de negocio y de gestión posibilita una percepción
de certidumbre en la empresa que hace que no “nos agotemos” en
continuas tomas de decisiones que acaban por minar la organización.
Evidentemente
que hay que hacer modificaciones, pero en los tiempos planificados
para hacerlo y no a las primeras de cambio. De otra forma perdemos la
consistencia psicológica que necesitamos.
Si
no, es como si fuéramos de excursión continuamente pendientes del
mapa en vez de disfrutar del camino. Claro que antes hemos estudiado
la ruta y, si tenemos dudas, podemos cosultarlo.
Daniel Vallés Turmo
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