miércoles, 13 de enero de 2016

Saber que se puede


Apenas han pasado dos semanas de este año nuevo y muchos de los buenos propósitos ya han caído. En parte es debido a la diferencia que hay entre el querer y el poder.
A todos nos suena la frase “querer es poder”, que es muy motivadora, pero poco constructiva. La canción “Color esperanza” de Diego Torres matiza este dicho en su estribillo.
“Saber que se puede, querer que se pueda, pintarse la cara color esperanza, pintar el futuro con el corazón”. El elemento que se añade es el conocimiento y la percepción de “saber que podemos hacerlo”.

El conocimiento supone el saber evaluar la realidad y la autoestima, el saber valorar de forma realista nuestras competencias para llevar a cabo la implementación de los proyectos.
En muchos casos, habría que añadir un tercer factor, la perseverancia. Hay una diferencia entre pensar un tema para escribir una novela y el acabar de escribirla. Una es la creatividad primaria y la otra, la secundaria.
Para mantener esta perseverancia necesitamos planificar las tareas a realizar a lo largo del tiempo. Si no, las tareas urgentes hacen que acabemos muy pronto por dejar los proyectos.

En las empresas los sistemas de gestión facilitan que se mantenga esta tensión para mantener la actividad de la empresa en todas sus dimensiones. Uno de estos modelos es el de la Calidad Total.
A primera vista parece que estos sistemas de gestión no pudieran utilizarse por los emprendedores porque deberían centrarse en la validación de la propuesta de valor que hacen a sus clientes.
Pero, por otro lado, es necesario crear un modelo de gestión desde el primer momento para facilitar que los proyectos empresariales puedan crecer y no se atasquen en sus inicios.

Las empresas líderes en sus mercados lo son porque tienen un modelo de negocio y de gestión que les ha permitido ser elegida por los clientes y ser viable económica y financieramente.
Un modelo de gestión tiene que ser fácil de comprender para que se pueda impregnar en toda la cadena de valor de la empresa, desde los accionistas, la sociedad, los proveedores, los trabajadores y los clientes.
Fácil y que sea creíble. Aquello de “una cosa es predicar y otra distinta es dar trigo”. Por que, cómo ya hemos dicho, una cosa es “saber que se puede” y otra “querer que se pueda”.
Para lo segundo es necesario, primero la confianza y, segundo, el compromiso con el modelo de negocio y con la gestión. Aquello de estar orgulloso de “vestir los colores de la empresa”.

Estas empresas líderes muestran en Internet sus modelos de negocio. Así, podemos pensar en aquellas empresas que nos gustan e ir a sus webs para consultarlos. Luego, lo adaptaremos a las nuestras.
La verdad que no hay muchas diferencias entre las empresas en las letras grandes, pero sí en las letras pequeñas y, mucho más, en la constatación en la realidad de su cumplimiento.
En el gráfico adjunto se ven los componentes del modelo de calidad total de una de las empresas líderes de nuestro país: el cliente, los trabajadores, los proveedores, la sociedad y el capital.

El componente más importante es el cliente en cuanto que de su satisfacción depende la viabilidad económica y financiera de la empresa. Todos los demás, están a su servicio.
El tener un modelo de negocio y de gestión posibilita una percepción de certidumbre en la empresa que hace que no “nos agotemos” en continuas tomas de decisiones que acaban por minar la organización.
Evidentemente que hay que hacer modificaciones, pero en los tiempos planificados para hacerlo y no a las primeras de cambio. De otra forma perdemos la consistencia psicológica que necesitamos.
Si no, es como si fuéramos de excursión continuamente pendientes del mapa en vez de disfrutar del camino. Claro que antes hemos estudiado la ruta y, si tenemos dudas, podemos cosultarlo.

Daniel Vallés Turmo

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