¿Cómo
se crea riqueza y empleo? La respuesta a esta pregunta dependerá del
marco de pensamiento en que nos movamos. Cuando hablamos de
emprendedores, se trata de lograr clientes que compren un producto y
se tenga un beneficio que permita pagar los costes, entre ellos el
coste del trabajo.
No
es una pregunta simple, ni es fácil su contestación. El sistema
económico que tenemos es el que se ha ido propiciando a través de
los años por la tradición y el establecimiento de leyes.
El
primer libro moderno de economía es “La
riqueza de las naciones”
que escribió Adam Smith en 1776. Muchos de sus pensamientos todavía
permanecen vigentes en nuestra tradición y legislación.
Según
wikipedia: “Smith expone su análisis sobre el origen de la
prosperidad de países como Inglaterra o los Países Bajos.
Desarrolla teorías económicas sobre la división del trabajo, el
mercado, la moneda, la naturaleza de la riqueza, el precio de las
mercancías en trabajo, los salarios, los beneficios y la acumulación
del capital. Examina diferentes sistemas de economía política, en
particular, el mercantilismo y la fisiocracia; asimismo, desarrolla
la idea de un orden natural”.
Continua:
“Este «sistema de libertad natural», como lo llama Smith, es el
resultado del libre ejercicio del interés individual que beneficia
exitosamente —sin proponérselo— al bien común en la solución
de problemas y satisfacción de necesidades por medio de la libre
empresa, de la libre competencia y del libre comercio”.
La
base de su pensamiento se basa en el “bien propio” como motor del
desarrollo social. Una de las frases más conocidas en las que se
ejemplifica es: “No
es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero
que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.
Adam
Smith lo explica así en el mismo libro: "Cada
individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión
más beneficiosa para cualquier capital que tenga [...] Al orientar
esa actividad de modo que produzca un valor máximo, él busca sólo
su propio beneficio, pero en este caso como en otros una mano
invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en su
propósitos [...] Al perseguir su propio interés frecuentemente
fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si de hecho
intentase fomentarlo."
Un
siglo más tarde, Karl Marx escribe “El
Capital”,
otro de los libros fundamentales de economía y pensamiento social.
En este libro, analiza profundamente el sistema capitalista.
Este
pensamiento social es la base de un economía basada en el “bien
colectivo”,
que tuvo su máxima expresión en los acontecimientos de la
revolución rusa de 1917, que supuso la puesta en práctica de la
economía planificada.
Una
evolución posterior es la socialdemocracia
europea
tras el final de la Segunda Guerra Mundial, que abandona el marxismo
elaborando una relación diferente entre capitalismo y socialismo.
Así,
se centra en una mayor intervención estatal en los procesos de
redistribución, en vez de los de producción. La herramienta de
intervención es la política fiscal progresiva que permitió
propiciar lo que llamamos el Estado de Bienestar.
Tras
la crisis del año 2008, se está comenzando a desarrollar nuevos
paradigmas de pensamiento social en economía. Uno de ellos, se
fundamenta en el “bien
común”.
El libro de referencia es “Economía
del bien común”
de Christian Felber, publicado en el año 2010.
Pretende
ser una alternativa tanto al capitalismo de mercado como a la
economía planificada. La implantación de la economía del bien
común pretende adaptar la economía real, donde prevalecen los
valores de afán de lucro y competencia a los principios básicos que
representan valores humanos; como son confianza, honestidad,
responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión,
entre otros.
Resumiendo,
en la economía del “bien propio”, la generación de riqueza y
empleo se debe al desarrollo del interés personal. En la economía
del “bien colectivo”, se fundamenta en la preponderancia del
estado.
La
“socialdemocracia” aúna los dos pensamientos con el concepto de
distribución de la riqueza. Finalmente, la economía del “bien
común”, pretende que los valores del ámbito empresarial sean los
mismo que los valores que se plasman en las constituciones de las
naciones.
Daniel
VALLÉS TURMO
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