jueves, 4 de febrero de 2016

¿En qué se parecen?

¿En qué se parecen José Luis Laguna y Steve Jobs? Y no me refiero al aspecto físico donde fácilmente encontramos algunas coincidencias, sino a sus facetas como gestores empresariales.
El 29 de enero el Boletín Oficial del Estado disponía la concesión a José Luis de la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social como reconocimiento a su trayectoria en favor de la solidaridad social y un intenso trabajo a favor de las personas con discapacidad intelectual y sus familias.

Desde la conmemoración de Atades Huesca en 2014 de su 50 años de vida, tanto la institución como José Luis no han dejado de tener reconocimientos por la sociedad aragonesa y altoaragonesa.
Ha sido gerente de Atades Huesca durante más de 30 años. En una entrevista en que se le preguntaba por los logros que se sentía orgulloso contestaba: “Sin duda el logro más importante de los últimos años para las personas con discapacidad ha sido el reconocimiento de plenos derechos como ciudadanos”.

Continuaba, “En Atades Huesca nos sentimos además especialmente orgullosos de dos importantes logros: 1) Haber conseguido un desarrollo territorial mediante 6 centros distribuidos en toda la provincia para acercar los servicios a las personas y contribuir de esta forma a vertebrar el territorio”.
El segundo logro: “El haber logrado un equipo de más de 250 profesionales que han hecho posible que la calidad de vida de las personas con discapacidad mejore día a día”.
Preguntado por el estado actual de la integración decía: “Se ha avanzado mucho, la sociedad hoy es distinta y es inclusiva, pero queda mucho por hacer, hasta conseguir la plena integración, tenemos que seguir trabajando las organizaciones para acabar de demostrar que las personas con discapacidad aportan mucho valor y que sin ellas la sociedad no será una sociedad justa”.

La gran aportación de José Luis a Atades Huesca ha sido la capacidad de tener una clara visión hacia donde ir y saber gestionar el largo proceso de implementación para que se haya hecho posible.
En eso se parece con Seteve Jobs, en ese saber ver hacia donde hay que ir y tener la capacidad para atraer talento y recursos económicos para hacer realidad los proyectos. Los dos son personas visionarias.

De José Luis Laguna, no se ha hecho todavía una película, tiempo al tiempo. Del fundador de Apple, se ha hecho dos. La última se titula “Steve Jobs” y se puede ver actualmente en los cines.
La película se divide en tres actos establecidos en el período previo a los lanzamientos de productos claves por Jobs: Macintosh (1984), NeXT (1988) e iMac (1998). Estos acontecimientos son la excusa para dar a conocer su personalidad.
Es especialmente interesante ver la dificultad que tiene en cada lanzamiento de cada nuevo producto para convencer a su equipo y a los accionistas que será un éxito en ventas.
Esa es la dificultad del visionario, la de convencer primero a la propia organización y, después, a la sociedad de ir en el camino acertado. Es necesario romper la resistencia al cambio y los prejuicios previos.

Todos conocemos los éxitos posteriores de Apple con el lanzamiento de productos que han transformado nuestros hábitos. Los más conocidos son el iPod, el iPhone y el iPad.
Y, lo más difícil, lograr que la organización continúe con la trayectoria una vez que se deja la dirección. Este aspecto lo ha hecho de forma ejemplar Atades Huesca en el proceso de cambio.

¿Qué esperar de José Luis Laguna una vez que ha dejado “el día a día” de la gestión? Va a realizar una importante labor de consejero independiente en las organizaciones que tengan la visión de contar con él.
Tiene la experiencia y el talante para desempeñar este papel nada fácil de realizar, pero de gran importancia para las organizaciones. Se necesitan visiones distantes de la actividad cotidiana para abordar los aspectos estratégicos.

Además, lo más importante, José Luis es una buena persona que aspira a una sociedad justa. Valores que son imprescindibles en el momento que nos encontramos en todos los ámbitos para transformar esta sociedad.

Daniel VALLÉS TURMO

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