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martes, 30 de octubre de 2012

Reinventarse


Visitar el trastero o la casa de una persona anciana es una verdadera lección de marketing sobre el ciclo de los productos. Ver como los objetos ya han perdido su funcionalidad o han sido remplazados por otros.
En los libros de marketing se explicaban casos tópicos como el que ocurrió con muchos de los proveedores del sector de los carruajes cuando se popularizaron los coches de motor de combustión.
En las últimas décadas, debido al avance extraordinario de la tecnología, hemos vivenciado personalmente la obsolescencia de muchos productos que utilizamos cotidianamente.
En este momento económico, nos estamos encontrando con muchos productos que ya no se consumen no por su obsolescencia, sino por el descenso de los ingresos de los consumidores.
Muchos sectores se están viendo damnificados por este descenso del consumo. Como consecuencia muchas empresas están viendo como se pone en peligro su supervivencia si se mantienen sus ventas por debajo del umbral de rentabilidad.
La cultura establecida del “low cost” está haciendo que vayan ganando paulatinamente cuota de mercado el segmento del bajo coste y, significativamente, el canal de Internet que permite reducir los márgenes.
Cuando una empresa lleva más de tres años en el mercado es fácil analizar la propuesta de valor que oferta a sus clientes y analizar la segmentación específica de los  mismos según sus particularidades.
En esta situación, como el cliente está satisfecho con el valor que le ofertamos, va repitiendo sus compras y se mantiene el ciclo productivo, económico y financiero de la empresa.
Pero, ¿qué ocurre cuando los clientes ya no empiezan a comprar de la misma manera? Si es un cliente que queremos retener, habitualmente le ofertamos unas condiciones más competitivas. Es decir, menor precio, mejores prestaciones o facilidades de pago.
Si estas nuevas condiciones las tenemos que ir extendiendo a toda la cartera de clientes, nos supondrá una reducción de los márgenes de rentabilidad a no ser que podamos reducir los costes en la misma proporción.
Cuando esto ocurre, la estrategias que se toma es la de intensificar la acción comercial para incrementar las ventas y la introducción de nuevos productos que tengan una mayor rentabilidad.
Ambas estrategias suponen una inversión. La comercial con gastos de personal, viajes, comunicación y reforzamiento de nuevos canales, como son el de Internet y, específicamente, las redes sociales. Si funciona bien, su eficacia es a corto plazo.
Sin embargo, el lanzamiento de nuevos productos no tiene una eficacia tan a corto plazo y requiere, igualmente, de una inversión. Pero, si funciona, suele ser la medida que permite recuperar la rentabilidad empresarial.
La internacionalización de la actividad, cuando es posible, es una estrategia que combina tanto lo comercial como el lanzamiento de un producto, en cuanto que es necesario adaptarse a los nuevos mercados.
En el caso de las microempresas y los trabajadores autónomos, la internacionalización supone la emigración, como está ocurriendo con algunas profesiones liberales en nuestro país.
En algunos casos, su estancia será temporal y volverán con nuevos enfoques, contactos y conocimientos de otros mercados que les posibilitará retomar la actividad empresarial nuevamente.
Algunos países, como es el caso de Chile, intentan aprovechar esta emigración de talento humano para captar emprendedores innovadores que contagien a los ya existentes en su país.
El programa Start Up Chile ha seleccionado 1.000 proyectos a los que ha facilitado un visado de entrada y una subvención de 40.000 dólares con el objetivo de captar aquellos emprendedores a quienes no se les permite su entrada en Estados Unidos.
Algunas ciudades europeas, como es el caso de Londres y Barcelona, han intentado con otro tipo de ofertas atraer a emprendedores internacionales con el objetivo que sean catalizadores de la innovación en su entorno.
Se les está pidiendo que faciliten el “reinventarse” del tejido empresarial. Actúan como una corriente de aire que limpia el ambiente cargado y nos permiten estar más predispuestos al cambio.

martes, 12 de junio de 2012

Cambio de Chip


En estas últimas semanas a muchos hogares ha llegado una carta de nuestra entidad bancaria proponiéndonos una oferta mejor a los diferentes seguros que tenemos contratados.

Vamos a utilizar este ejemplo de los seguros para analizar el cambio que se está produciendo en la propuesta de valor de los servicios debido a cambios económicos, conductuales y tecnológicos.

Primeramente analizaremos algunos datos del sector de los seguros. Habitualmente en los hogares tenemos tres tipos de seguros, el multiriesgo del hogar, el del automóvil y el de salud y vida.

Cada uno de ellos tiene distintos comportamientos, siendo el del coche el más competitivo de los tres debido a su facilidad de comparación con el que tienen otros usuarios.

Es precisamente en el segmento de los automóviles donde se está produciendo una batalla de precios que ha hecho que se vaya recortando el resultado hasta apenas un 2,5% en el 2011.

Esta bajada de precios de las pólizas es posible por la mejora competitiva del sector debido a una mejor segmentación de los clientes, la bajada de la siniestralidad y una mayor certidumbre sobre los baremos de las indemnizaciones.

En el año 2011 el coste de la siniestralidad alcanzó un 77% de las primas continuando una tendencia bajista respecto al año anterior. Esta disminución se debe a una conducción más precavida y a una mejora de las carreteras y los vehículos.

La propuesta de valor de un servicio en la actualidad necesita de un ejercicio previo de segmentación de los clientes, conocimiento de la interrelación con los clientes y análisis de los canales más adecuados.

La segmentación de los clientes es imprescindible para especificar a quienes estamos creando valor y quienes son nuestros clientes más importantes. Para ello deberemos conocer muy bien sus necesidades.

En el ejemplo de los seguros, se está produciendo un “cambio de chip” para contratar únicamente aquello que necesitamos. Esto ha hecho que, en el caso de los seguros de automóviles a todo riesgo haya habido una bajada del precio de las pólizas de un 7%.

Sin embargo, en el seguro multiriesgo se está produciendo un incremento de las contrataciones y, también, del beneficio de las compañías que en el 2011 casi superó en un 20% el del 2010.

Una vez realizada la segmentación es necesario analizar el tipo de relación que quieren mantener nuestros clientes. En este caso, tiene un papel destacado las nuevas tecnologías de la  información y las comunicaciones.

Especialmente relevante es el modo como conjugamos estas distintas formas de relación con el clientes. Así, asistencia personal, servicio personalizado, autoservicio o servicio automatizado.

La elección, gestión y coordinación de los canales es uno de los elementos más importantes tanto para dar a conocer nuestros servicios, los valoren, los compren, los distribuyamos y realicemos el servicio postventa.

En el ejemplo de los seguros nos encontramos con esta heterogeneidad de canales. Por un lado el tipo de intermediario (correduría de seguros versus entidad financiera) y, por otro, la atención personal versus Internet.

Respecto al tipo de intermediario, las entidades financieras han ido ganando cuota de mercado alcanzando un 40% en el año 2010, aunque es en el seguro de vida donde tiene mayor relevancia superando el 70% de las pólizas.

En cuanto a la utilización del canal físico o el virtual, ha habido en los últimos años una tendencia a la utilización de este último atraído por la disminución del precio de las pólizas y el mayor acceso a Internet.

La transformación del modelo de negocio de las entidades financieras respecto a la comercialización de los seguros está cambiando tanto en los productos que ofrecen como en la forma de interrelación.

Tradicionalmente, las entidades financieras comercializaban el producto de una única compañía. En la actualidad ya están ofreciendo productos de distintas compañías, a la vez que una ampliación de su gama más allá del seguro de vida.

Esta adaptación del valor propuesto, como hemos visto, se debe a razones estratégicas de las empresas, transformaciones tecnológicas y a un “cambio de chip” en la conducta de los consumidores.