martes, 24 de abril de 2012

Cruzar el río


Cuando se habla de resolución de problemas, uno de los aspectos que se suelen destacar es el frecuente error de confundir los síntomas con las causas, disminuyendo las posibilidades de éxito.

En algunos casos, sobre todo sencillos, sí que suelen coincidir el origen de los síntomas con el de las causas, pero cuando las situaciones son más complejas, el atajar únicamente los síntomas acaba siendo un apaño momentáneo.

Además, en la actualidad nos encontramos con la dificultad de la influencia sistémica debido a una mayor interrelación entre todos los actores añadiendo una mayor incertidumbre.

Para aliviar esta situación se han ido desarrollando distintas metodologías para facilitar tanto el análisis de lo problemas como la implementación de las soluciones para los mismos.

Aunque, dado el dinamismo de la sociedad actual, puede parecer que se hayan creado más problemas que soluciones. Ciertamente la realidad se ha vuelto más compleja y las soluciones menos evidentes.

Por este motivo, se hace necesario un mayor conocimiento de la realidad que nos rodea para ir lidiando con la misma de forma continua. Se trata de ir transformándonos a la vez con la realidad.

Precisamente, una de las fortalezas del ser humano ha sido esta capacidad de adaptación. Históricamente, uno de los problemas que ha tenido que ir solucionando es la forma de cruzar los ríos.

En nuestro tiempo hemos perdido el contacto con la dificultad que suponían los ríos porque los hemos regulado con embalses y los atravesamos por puentes seguros independientemente de la meteorología.

Tal vez conocer la realidad de las formas de cómo hemos ido aprendiendo a cruzar los ríos nos ayude a comprender la necesidad de saber explorar la realidad concienzudamente.

El río Cinca es el más caudaloso y torrencial  de nuestra provincia a pesar de las obras hidráulicas que lo han ido amansando. De hecho, todavía son muy pocos los puentes que lo cruzan.

Si nos acercamos a la central eléctrica de Ariéstolas, cerca de Monzón, podremos conocer las diferentes posibilidades que se han utilizado para poder atravesar el río Cinca.

A pocos metros de la central vemos un vado (paso del río poco profundo con fondo firme) por el que pasaban las cabañas de ganado cuando el río no estaba muy caudaloso para evitar el rodeo de tener que pasar por el puente de Monzón.

Los vados son a los ríos, lo que a los problemas son las soluciones fáciles. Pero, previamente es necesario un conocimiento profundo para conocer con exactitud donde se encuentran los vados.

Subiendo el río Cinca hacia el Puente de las Pilas, tan sólo nos encontramos con otros dos vados, el de Cofita y el de la Torre de Figueruelas que fueron sirviendo tanto para el cruce de las personas como  del ganado.

Con motivo de la necesidad de un paso más frecuente por motivos comerciales se fueron construyendo pasarelas (que el agua torrencial se llevaba cada año) y pasos con barca.

Cerca del vado de Ariéstolas los ganaderos reparaban un pasarela (que ya no existe aunque se pueda ver en la foto de satélite que aparece en Google Maps) para facilitar el paso del ganado.

Subiendo el río Cinca nos encontramos con los pasos de la barca de Fonz y Estadilla a Barbastro que fueron desapareciendo conforme mejoraron las comunicaciones por carretera.

Las pasarelas son a los ríos lo que a los problemas son los expertos. Necesitamos acudir a ellos cada vez que tenemos que atravesar una dificultad y no podemos pasar por el vado.

Desde la central de Ariéstolas vemos el recién construido puente de la autovía Lérida a Huesca sobre el río Cinca que, casualmente, pasa paralelo a las ruinas del puente romano de Castejón del Puente que enlazaba Ilerda con Osca.

Los puentes son a los ríos lo que a los problemas son las tecnologías. El poner la capacidad técnica al servicio de las soluciones. Así, la evolución tecnológica es la que ha permitido ir superando paulatinamente las problemáticas.

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