Cuando se habla de resolución de
problemas, uno de los aspectos que se suelen destacar es el frecuente error de
confundir los síntomas con las causas, disminuyendo las posibilidades de éxito.
En algunos casos, sobre todo
sencillos, sí que suelen coincidir el origen de los síntomas con el de las
causas, pero cuando las situaciones son más complejas, el atajar únicamente los
síntomas acaba siendo un apaño momentáneo.
Además, en la actualidad nos
encontramos con la dificultad de la influencia sistémica debido a una mayor
interrelación entre todos los actores añadiendo una mayor incertidumbre.
Para aliviar esta situación se
han ido desarrollando distintas metodologías para facilitar tanto el análisis
de lo problemas como la implementación de las soluciones para los mismos.
Aunque, dado el dinamismo de la
sociedad actual, puede parecer que se hayan creado más problemas que
soluciones. Ciertamente la realidad se ha vuelto más compleja y las soluciones
menos evidentes.
Por este motivo, se hace necesario
un mayor conocimiento de la realidad que nos rodea para ir lidiando con la
misma de forma continua. Se trata de ir transformándonos a la vez con la
realidad.
Precisamente, una de las
fortalezas del ser humano ha sido esta capacidad de adaptación. Históricamente,
uno de los problemas que ha tenido que ir solucionando es la forma de cruzar
los ríos.
En nuestro tiempo hemos perdido
el contacto con la dificultad que suponían los ríos porque los hemos regulado
con embalses y los atravesamos por puentes seguros independientemente de la
meteorología.
Tal vez conocer la realidad de
las formas de cómo hemos ido aprendiendo a cruzar los ríos nos ayude a
comprender la necesidad de saber explorar la realidad concienzudamente.
El río Cinca es el más caudaloso
y torrencial de nuestra provincia a
pesar de las obras hidráulicas que lo han ido amansando. De hecho, todavía son
muy pocos los puentes que lo cruzan.
Si nos acercamos a la central
eléctrica de Ariéstolas, cerca de Monzón, podremos conocer las diferentes posibilidades
que se han utilizado para poder atravesar el río Cinca.
A pocos metros de la central
vemos un vado (paso del río poco profundo con fondo firme) por el que pasaban
las cabañas de ganado cuando el río no estaba muy caudaloso para evitar el
rodeo de tener que pasar por el puente de Monzón.
Los vados son a los ríos, lo que
a los problemas son las soluciones fáciles. Pero, previamente es necesario un
conocimiento profundo para conocer con exactitud donde se encuentran los vados.
Subiendo el río Cinca hacia el
Puente de las Pilas, tan sólo nos encontramos con otros dos vados, el de Cofita
y el de la Torre de Figueruelas que fueron sirviendo tanto para el cruce de las
personas como del ganado.
Con motivo de la necesidad de un
paso más frecuente por motivos comerciales se fueron construyendo pasarelas
(que el agua torrencial se llevaba cada año) y pasos con barca.
Cerca del vado de Ariéstolas los
ganaderos reparaban un pasarela (que ya no existe aunque se pueda ver en la
foto de satélite que aparece en Google Maps) para facilitar el paso del ganado.
Subiendo el río Cinca nos
encontramos con los pasos de la barca de Fonz y Estadilla a Barbastro que
fueron desapareciendo conforme mejoraron las comunicaciones por carretera.
Las pasarelas son a los ríos lo
que a los problemas son los expertos. Necesitamos acudir a ellos cada vez que
tenemos que atravesar una dificultad y no podemos pasar por el vado.
Desde la central de Ariéstolas
vemos el recién construido puente de la autovía Lérida a Huesca sobre el río
Cinca que, casualmente, pasa paralelo a las ruinas del puente romano de
Castejón del Puente que enlazaba Ilerda con Osca.
Los puentes son a los ríos lo que
a los problemas son las tecnologías. El poner la capacidad técnica al servicio
de las soluciones. Así, la evolución tecnológica es la que ha permitido ir
superando paulatinamente las problemáticas.
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