En un momento de coyuntura como
el actual, tendemos a estar más pendientes de lo que hacen los demás para ver
si podemos aprender y copiar lo que están haciendo los que nos rodean.
Pero, nos puede ocurrir, como dice el refrán, que el césped del vecino
nos parezca más verde siempre. Esta sana envidia no es negativa en sí, sino que
es un mecanismo de supervivencia que nos obliga a superarnos.
La realidad es que, en la mayoría
de las ocasiones, el césped está igual de verde. Es este mecanismo citado de
adaptación que nos hace ser menos indulgentes cuando nos comparamos con otros.
La forma como se expresan
nuestras emociones no es racional, por eso mismo debemos tener en cuenta este
sesgo a la hora de tomar decisiones. Es bueno considerar las emociones, pero
posteriormente debemos racionalizarlas.
Cuando nos referimos a un ámbito
de estado, los vecinos son los países. En este momento, el vecino que tiene el
césped más verde es Alemania, y toda la Europa intenta imitarla.
Sin embargo, no es tan fácil ser
como Alemania. En un artículo de The Economist, titulado “Qué ofrece Alemania
al mundo”, se explican los cambios que se ha ido haciendo desde 1870 en el
ámbito social y empresarial.
El resultado del entramado
económico Alemán es el fruto de una intersección de intereses personales,
sociales y empresariales que han ido conformando una cultura e idiosincrasia
determinadas.
La dificultad de transferir una
cultura e idiosincrasia es muy complicada. Sin embargo esta cultura previa es
necesaria como elemento indispensable para poder realizar de una forma exitosa
las transferencias técnica y tecnológica.
Tras el éxito de economías como
la norteamericana, japonesa y china, nos encontramos un sustrato previo de
idiosincrasia sobre el que se ha construido las estructuras empresariales.
Cada uno siembra en su jardín las
semillas de césped que mejor se adaptan a su suelo, climatología y
preferencias. Pero, cuando nos comparamos, lo que ponemos en duda no son
aspectos técnicos, sino si lo estamos haciendo bien.
De la misma forma que juzgamos,
nos juzgan los demás. Cuando vamos a otras ciudades, nos suele ocurrir que nos
parecen que el casco antiguo está mejor cuidado que el nuestro.
También sucede lo mismo
empresarialmente. Parecen mejor las condiciones que tienen en otros lugares que
las nuestras. Por ello, cuando se toman decisiones para invertir, no únicamente
se consideran los elementos técnicos y tecnológicos.
La idiosincrasia y la cultura
social y empresarial son muy relevantes en la toma de decisiones para atraer
inversión externa, en cuanto que es un intangible que no se puede encontrar en
otro sitio.
Este año se cumplen 20 años del
comienzo de la actividad de la Bodega Enate en la Denominación de Origen del
Somontano. Esta inversión externa fue posteriormente imitada por otros
empresarios y bodegas provenientes de otras regiones de España.
En una entrevista reciente, su
promotor recordaba el día que vino a Salas a ver las viñas y hablar con la
gente. Comentaba que la buena impresión que se llevó fue determinante para
llevar adelante el proyecto empresarial.
Cuando uno sube a lo alto de la
Ermita de la Candelera en Salas Altas y ve el extenso paisaje de viñedos, tiene
ganas de ser bodeguero. La armonía del entorno contagia un ánimo de
predisposición.
Tras dos décadas, ese entorno se
ha trasladado a otros muchos lugares del Somontano gracias al esfuerzo e
inversión. Pero, aquel paisaje desde la Ermita de la Candelera era el fruto de
más de un siglo de dedicación.
En nuestro entorno, podemos
encontrar otros ejemplos de cultura económica, como el ejemplo del Somontano,
que se han ido gestando a lo largo de décadas y forman nuestra idiosincrasia,
lo que somos.
En cada uno de los sectores
primario, servicios e industrial, podemos encontrar palancas de transformación
que, con la ayuda técnica y tecnológica, faciliten la adaptación a las nuevas
coyunturas.
De vez en cuando, como se hace en
las romerías en primavera, debemos subir a lo alto de la ermita de nuestros
pueblos y sentirnos contentos de ese paisaje que hemos ido conformando a lo
largo de los siglos y estar contentos de su color.
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