martes, 1 de mayo de 2012

Lo que somos


En un momento de coyuntura como el actual, tendemos a estar más pendientes de lo que hacen los demás para ver si podemos aprender y copiar lo que están haciendo los que nos rodean.

Pero, nos puede ocurrir,  como dice el refrán, que el césped del vecino nos parezca más verde siempre. Esta sana envidia no es negativa en sí, sino que es un mecanismo de supervivencia que nos obliga a superarnos.

La realidad es que, en la mayoría de las ocasiones, el césped está igual de verde. Es este mecanismo citado de adaptación que nos hace ser menos indulgentes cuando nos comparamos con  otros.

La forma como se expresan nuestras emociones no es racional, por eso mismo debemos tener en cuenta este sesgo a la hora de tomar decisiones. Es bueno considerar las emociones, pero posteriormente debemos racionalizarlas.

Cuando nos referimos a un ámbito de estado, los vecinos son los países. En este momento, el vecino que tiene el césped más verde es Alemania, y toda la Europa intenta imitarla.

Sin embargo, no es tan fácil ser como Alemania. En un artículo de The Economist, titulado “Qué ofrece Alemania al mundo”, se explican los cambios que se ha ido haciendo desde 1870 en el ámbito social y empresarial.

El resultado del entramado económico Alemán es el fruto de una intersección de intereses personales, sociales y empresariales que han ido conformando una cultura e idiosincrasia determinadas.

La dificultad de transferir una cultura e idiosincrasia es muy complicada. Sin embargo esta cultura previa es necesaria como elemento indispensable para poder realizar de una forma exitosa las transferencias técnica y tecnológica.

Tras el éxito de economías como la norteamericana, japonesa y china, nos encontramos un sustrato previo de idiosincrasia sobre el que se ha construido las estructuras empresariales.

Cada uno siembra en su jardín las semillas de césped que mejor se adaptan a su suelo, climatología y preferencias. Pero, cuando nos comparamos, lo que ponemos en duda no son aspectos técnicos, sino si lo estamos haciendo bien.

De la misma forma que juzgamos, nos juzgan los demás. Cuando vamos a otras ciudades, nos suele ocurrir que nos parecen que el casco antiguo está mejor cuidado que el nuestro.

También sucede lo mismo empresarialmente. Parecen mejor las condiciones que tienen en otros lugares que las nuestras. Por ello, cuando se toman decisiones para invertir, no únicamente se consideran los elementos técnicos y tecnológicos.

La idiosincrasia y la cultura social y empresarial son muy relevantes en la toma de decisiones para atraer inversión externa, en cuanto que es un intangible que no se puede encontrar en otro sitio.

Este año se cumplen 20 años del comienzo de la actividad de la Bodega Enate en la Denominación de Origen del Somontano. Esta inversión externa fue posteriormente imitada por otros empresarios y bodegas provenientes de otras regiones de España.

En una entrevista reciente, su promotor recordaba el día que vino a Salas a ver las viñas y hablar con la gente. Comentaba que la buena impresión que se llevó fue determinante para llevar adelante el proyecto empresarial.

Cuando uno sube a lo alto de la Ermita de la Candelera en Salas Altas y ve el extenso paisaje de viñedos, tiene ganas de ser bodeguero. La armonía del entorno contagia un ánimo de predisposición.

Tras dos décadas, ese entorno se ha trasladado a otros muchos lugares del Somontano gracias al esfuerzo e inversión. Pero, aquel paisaje desde la Ermita de la Candelera era el fruto de más de un siglo de dedicación.

En nuestro entorno, podemos encontrar otros ejemplos de cultura económica, como el ejemplo del Somontano, que se han ido gestando a lo largo de décadas y forman nuestra idiosincrasia, lo que somos.

En cada uno de los sectores primario, servicios e industrial, podemos encontrar palancas de transformación que, con la ayuda técnica y tecnológica, faciliten la adaptación a las nuevas coyunturas.

De vez en cuando, como se hace en las romerías en primavera, debemos subir a lo alto de la ermita de nuestros pueblos y sentirnos contentos de ese paisaje que hemos ido conformando a lo largo de los siglos y estar contentos de su color.

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