En la mayoría de los modelos de
negocio de las pequeñas empresas aparece el personal como recurso clave para el
desarrollo adecuado del proyecto, considerándolo como elemento fundamental.
Sin embargo, es el factor más
vulnerable en nuestras organizaciones porque su gestión no se rige por los
mismos parámetros que supone la gestión de activos, producción y financiación.
En este momento socioeconómico se
está visibilizando esta fragilidad tanto en los trabajadores en activo como en
los desempleados, incrementándose el nivel de estrés en ambos ámbitos.
Aunque, en las últimas décadas,
se haya avanzando mucho en las medidas de prevención de riesgos laborales,
todavía queda un largo recorrido en los aspectos psicosociales.
Vale la pena recordar la parábola
del buen pastor, en un tiempo donde se utilizan más otras imágenes más bélicas,
como es la expresión “salir adelante con
el cuchillo entre los dientes”.
Dicha parábola comienza diciendo
“Si alguno de vosotros pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las
otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió,
hasta que la encuentra?...”
Han pasado casi dos mil años
desde que estás palabras fueron dichas, pero forman parte de nuestra cultura.
Nos hablan de la necesidad de la reconciliación como elemento prioritario.
Recientemente, una emprendedora
de éxito comentaba lo gratificante que era tomar unas cañas al cerrar el
negocio con los trabajadores cuando empezó su primera actividad en solitario.
Este sencillo acto de hablar
informalmente, muy propio de nuestra cultura mediterránea, también se realiza
en muchas otra culturas. Los pubs de la City de Londres están a rebosar por la
tarde.
Cuando hablamos con nuestros
compañeros al salir del trabajo junto a una cerveza, estamos realizando un
ejercicio de reconciliación de los malos entendidos que han podido haber y,
también, estamos incrementando la confianza.
Hemos “lubricado” la relación y
estamos previniendo que se tense y se rompa. El estrés laboral viene dado por
la tensión continuada generada al no verse capacitado para realizar
adecuadamente una tarea.
Paradójicamente, los directivos
sufren menos estrés que los trabajadores porque disponen de más autonomía para
regularse y poder retomar a la normalidad en poco tiempo.
Mientras que la mayoría de los
trabajadores no disponen de esa autonomía tanto para gestionar su tarea, como
para desconectar y poder reducir los niveles de estrés que se han acumulado.
Así, es necesario un ejercicio
individual de capacitación para establecer un entorno con la suficiente
autonomía para gestionar los niveles de estrés que, necesariamente, se
desarrollan.
Y, también, un ejercicio
organizacional para establecer actividades de grupo (formales e informales) que faciliten la distensión de
los malentendidos y la creación de
confianza mutua.
En el caso de los emprendedores,
es fundamental realizar ese ejercicio de capacitación para autorregularse y no
alcanzar niveles de estrés que le pueden llevar a incapacitar su eficacia
empresarial.
En ocasiones, cuando el
emprendedor se da cuenta de su estrés, ya se ha perjudicado mucho el proyecto
empresarial respecto a la relación con colaboradores, clientes y proveedores.
A veces, las parábolas
simplifican la realidad para amplificar el mensaje. Los rebaños de ovejas de
nuestro entorno son mucho más grandes. Cuando están en el puerto, los rebaños
pueden ser de tres mil ovejas y, en la cabaña, la mitad.
Por eso es fácil que algunas
ovejas se pierdan en el puerto o que en la cabañera alguna se retrase y no logre
contactar con el rebaño. La mayoría de ellas vuelven por sí solas al mismo.
Como el buen pastor, cuando va a
buscar a la oveja perdida al final del día, tal vez deberíamos aprender a
reconciliarnos con nosotros mismos y nuestros compañeros al final de cada
jornada.
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