martes, 6 de noviembre de 2012

El buen pastor


En la mayoría de los modelos de negocio de las pequeñas empresas aparece el personal como recurso clave para el desarrollo adecuado del proyecto, considerándolo como elemento fundamental.
Sin embargo, es el factor más vulnerable en nuestras organizaciones porque su gestión no se rige por los mismos parámetros que supone la gestión de activos, producción y financiación.
En este momento socioeconómico se está visibilizando esta fragilidad tanto en los trabajadores en activo como en los desempleados, incrementándose el nivel de estrés en ambos ámbitos.
Aunque, en las últimas décadas, se haya avanzando mucho en las medidas de prevención de riesgos laborales, todavía queda un largo recorrido en los aspectos psicosociales.
Vale la pena recordar la parábola del buen pastor, en un tiempo donde se utilizan más otras imágenes más bélicas, como es la expresión  “salir adelante con el cuchillo entre los dientes”.
Dicha parábola comienza diciendo “Si alguno de vosotros pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió, hasta que la encuentra?...”
Han pasado casi dos mil años desde que estás palabras fueron dichas, pero forman parte de nuestra cultura. Nos hablan de la necesidad de la reconciliación como elemento prioritario.
Recientemente, una emprendedora de éxito comentaba lo gratificante que era tomar unas cañas al cerrar el negocio con los trabajadores cuando empezó su primera actividad en solitario.
Este sencillo acto de hablar informalmente, muy propio de nuestra cultura mediterránea, también se realiza en muchas otra culturas. Los pubs de la City de Londres están a rebosar por la tarde.
Cuando hablamos con nuestros compañeros al salir del trabajo junto a una cerveza, estamos realizando un ejercicio de reconciliación de los malos entendidos que han podido haber y, también, estamos incrementando la confianza.
Hemos “lubricado” la relación y estamos previniendo que se tense y se rompa. El estrés laboral viene dado por la tensión continuada generada al no verse capacitado para realizar adecuadamente una tarea.
Paradójicamente, los directivos sufren menos estrés que los trabajadores porque disponen de más autonomía para regularse y poder retomar a la normalidad en poco tiempo.
Mientras que la mayoría de los trabajadores no disponen de esa autonomía tanto para gestionar su tarea, como para desconectar y poder reducir los niveles de estrés que se han acumulado.
Así, es necesario un ejercicio individual de capacitación para establecer un entorno con la suficiente autonomía para gestionar los niveles de estrés que, necesariamente, se desarrollan.
Y, también, un ejercicio organizacional para establecer actividades de grupo (formales e  informales) que faciliten la distensión de los  malentendidos y la creación de confianza mutua.
En el caso de los emprendedores, es fundamental realizar ese ejercicio de capacitación para autorregularse y no alcanzar niveles de estrés que le pueden llevar a incapacitar su eficacia empresarial.
En ocasiones, cuando el emprendedor se da cuenta de su estrés, ya se ha perjudicado mucho el proyecto empresarial respecto a la relación con colaboradores, clientes y proveedores.
A veces, las parábolas simplifican la realidad para amplificar el mensaje. Los rebaños de ovejas de nuestro entorno son mucho más grandes. Cuando están en el puerto, los rebaños pueden ser de tres mil ovejas y, en la cabaña, la mitad.
Por eso es fácil que algunas ovejas se pierdan en el puerto o que en la cabañera alguna se retrase y no logre contactar con el rebaño. La mayoría de ellas vuelven por sí solas al mismo.
Como el buen pastor, cuando va a buscar a la oveja perdida al final del día, tal vez deberíamos aprender a reconciliarnos con nosotros mismos y nuestros compañeros al final de cada jornada.

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