Cuando entras al mediodía en Casa
Costa de Graus te encuentras junto a la carretera muchas furgonetas aparcadas
de distintos oficios: fontaneros, electricistas, comunicaciones, comerciales. Indicativo
de que allí se come bien.
Te sientas en la mesa y
amablemente de una forma familiar te dicen: “¿Qué queréis?”. Y seguidamente te
nombran la lista de posibilidades para elegir entre los primeros y segundos
platos.
Me habían comentado que tenían
amistad con un familiar. Mientras tomo el café en la barra lo menciono. Me
habla de mi tía Asunción, que en paz descanse, cuando trabajaba en obras
públicas en la zona de Labuerda.
Cuando bajaban a desayunar de
trabajo o cuando iban a cazar, Asunción les comentaba, también, “¿Qué queréis?
Bocadillo o comer”. Recordamos lo bien que cocinaba y la alegría que transmitía
a pesar de las muchas horas que trabajaba.
De repente Asunción se queda en
la memoria y te hace pensar en “lo que queda” en la relación con el cliente
cuando ofrecemos nuestra propuesta de valor. Esa alegría, esa dedicación
genuina y ese bien hacer.
Una forma de relacionarse y un
saber hacer que perduran años atrás permaneciendo en nuestra memoria y que,
tras dejarnos, ha dejado la impronta en el establecimiento Casa Turmo de
Labuerda que ahora regenta su hija Amparo.
Acabo la jornada en Graus. Es muy
tarde y aprovecho para tomar un plato combinado en el Lleida. Es noche de
futbol europeo y el establecimiento comienza a llenarse. En la barra te
atienden con mucha amabilidad y rapidez.
Me siento en una mesa a cenar
tranquilo. Sale de la cocina Consuelo. Te saluda con amabilidad y complicidad,
como si en ese momento nada más importara. Recorre el establecimiento hablando
con muchos clientes.
Me recuerda a mi tía Amalia de
Casa Peix de Serraduy, que también tenía esa manera de trato con los clientes.
Asunción, Consuelo y Amalia, comparten ese trato humano que había en las
posadas.
Antes de irme del Lleida saludo a
Consuelo. Se despide con un “Me alegro que hayas venido”. Una expresión que
cierra el círculo. Te sientes más que un cliente. Eres como uno de la casa.
La noche reposa los recuerdos. Al
día siguiente voy a desayunar al bar de la Politécnica de Huesca. Cuando entro,
una mesa de técnicos están degustando un buen almuerzo a base de carne y patatas
a lo pobre regado con una botella de vino.
El apetito se enciende, pero el
aparador de la barra donde están los bocadillos está vacío. La misma sensación
la tienen otros clientes. El camarero sonriente dice: ¿Qué queréis? Y tras un
silencio menciona algunas de las posibilidades.
En mi cerebro tenía la imagen del
pincho de tortilla. Jarro de agua fría, pero me dice que en cinco minutos
estará. Voy tomando el café con leche hasta que aparece la tortilla recién
hecha que va poblando el mostrador vacío.
Comento, antes de irme, lo buena
que estaba la tortilla. De camino al trabajo voy pensando en la reunión que me
espera. El desayuno no sólo ha alimentado mi estómago, sino que me ha
despejado. Es parte del motivo para ir andando al bar de la Politécnica.
Una expresión tan simple como
“¿Qué queréis?” acompañada de una sonrisa amable y cómplice, parece que sea una
receta ya muy antigua en la hostelería, pero que sigue funcionando.
El recuerdo que tenemos de los
restaurantes donde hemos comido, su propuesta de valor que hemos percibido, nos
viene tanto condicionada por la calidad del producto como por el trato
recibido.
Como hemos visto, con el paso del
tiempo “lo que queda” es más ese trato que el recuerdo de la comida. En la
elección de un bar o restaurante, esta parte intangible de la propuesta de
valor es clave.
La misión, la visión y los
valores de la hostelería tradicional no es principalmente el de dar comida, de
una forma rápida a un precio competitivo. Este el ámbito de la denominada
“comida rápida”.
Cuando vamos como clientes a este
tipo de establecimientos estamos buscando otro tipo de relación personal, una
rapidez en el servicio y unos estándares de calidad de la comida y limpieza del
local.
El diseño del local, la carta de
productos, los procedimientos de producción, el entrenamiento del personal, son
muy distintos en un sitio que en otro. También “lo que queda” es diferente.
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