Cuando se planifica un proyecto empresarial,
se suele hablar de la política estratégica que engloba la misión, la visión y
los valores. La misión es la razón de ser y la visión es dónde queremos llegar.
En un momento socioeconómico tan vinculado a
lo que sucede globalmente, es bastante complejo hacer previsiones a medio y
largo plazo, pero es necesario seguir planteando una visión empresarial.
La visión empresarial tiene una capacidad de
hacer converger todas las fuerzas de la organización en una única dirección
posibilitando que se posibilite la misión propuesta inicialmente.
Esta necesidad de plantear un sentido y
dirección a las personas y las organizaciones en milenaria. Existe una tradición
secular de hacer retiros para concentrarse y volver a retomar la actividad.
Nuestro Pirineo está repleto de lugares que
fueron frecuentados por eremitas. Uno de ellos es la ermita de la Virgen de Sis
en la Ribagorza. Recientemente se ha señalizado la Ruta Circular Sierra de Sis
que facilita su acceso.
Se dice que fue Pere el Monche quien
construyó esta ermita tras encontrar varias tallas de santos y una virgen que
habían sido escondidas en este lugar recóndito en época de la invasión
musulmana.
Este monje albañil procedente de Poblet
construyó la Ermita de la Virgen de Sis. También se le atribuyen las iglesias
de San Esteban de Mall y de Cagigar, donde está sepultado.
La restauración de la Ermita de Sis y el
acondicionamiento del camino actuales se deben a la labor realizada desde el
año 2002 por un grupo de montañeros de Peña Guara que cada año han organizado
un campo de trabajo.
El esfuerzo de esta dedicación durante tantos
años y la limpieza y señalización del sendero recientemente, han permitido un
sendero circular que nos lleva al corazón de la Sierra de Sis.
La talla de la Virgen de Sis del siglo XV
está actualmente en la recién restaurada iglesia parroquial de Beranuy cuyo
párroco, Laureano, está acabando de amueblar y adecentar para su uso eclesial.
Laureano ha dedicado toda su vida sacerdotal
desde 1957 al Valle del Isábena y Obarra, primero en Villacarle y ahora en
Beranuy. Toda una vida de dedicación a esta tierra y su gente.
Los sacerdotes de estos valles se han
encontrado con un magnífico patrimonio románico que han tenido que mantener como
han podido. Como ejemplo, José María Lemyñana, el que fue párroco de Roda de
Isábena.
En el caso de los sacerdotes del Valle del
Isábena, converge su vocación religiosa con la belleza del magnífico legado
románico de sus ermitas e iglesias. Uno queda atrapado, como ocurre con el
Síndrome de Stendhal.
Son vidas dedicadas a una misión y a una
visión que convergen construyendo proyectos que no tienen fin. Es una vida
plena de significado que se identifica con la labor que se está realizando.
Esta focalización de la dedicación posibilita
la transcendencia de la propia vida. Uno se acaba identificando con el
proyecto. El significado de la propia vida queda prolongado más allá de la
misma.
Las personas que las rodean encuentran
inspiración en estas personas cuyos intereses han transcendido los propios y
que han entrenado la capacidad de estar presentes con la persona que están.
En una vida dedicada vemos claramente cómo se
produce esta evolución y maduración de la persona cuando convergen la misión y
la visión, construyendo, transcendiendo e inspirando.
El Valle del Isábena cuenta con unos senderos
muy adecuados para poder descansar físicamente y psicológicamente de nuestras
ocupaciones, pero que también nos ayudan a “retirarnos” por unas horas o por
unos días.
Llegar a la Virgen de Sis es una parábola. El
recorrido desde Pardinella sube por senderos frondosos y lúgubres de cara norte
que no nos dejan ver la ermita hasta casi llegar. Luego subimos a la loma que
baja hasta Beranuy desde la sierra.
El camino deviene luz y horizonte
contemplando el valle a los pies hasta que descendemos para volver al punto de
partida en Pardinella. Nos sentimos cansados pero renovados.
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