En octubre
pasado la Dirección General de Tráfico publicó una infografía en la que
explicaba cómo había que entrar y salir en las rotondas. Realmente tiene mucho
interés, pues sólo en Facebook se ha compartido 50 mil veces.
No es el
dibujo adjunto, sino uno muy elaborado en el que se explican todas las
posibilidades de entrada y salida. Recomiendo echarle una ojeada. En mi caso,
percibí que no salía bien de una rotonda que utilizo todos los días.
Pero el
artículo no va sobre tráfico. “Salir de la rotonda” es una expresión que
utiliza un amigo cuando ve que alguien se está “rayando” con un tema. La idea
es que no le des más vueltas al asunto. Aunque, como decía mi madre: “¡Y
poder!”
El
problema es que cuando más “vueltas damos”, más nos “rallamos” y se crea una
huella más profunda que nos impide salir fácilmente. Algo similar a la huella
que se marca en los circuitos de esquí de fondo.
Una huella
bien marcada nos facilita que el esfuerzo que realizamos sea para avanzar en
vez de estar preocupados con seguir la dirección adecuada. Está muy bien cuando
vamos por el camino adecuado, pero no facilita el cambio de dirección.
Nos puede
ocurrir como el coche número 3, que vemos en el dibujo, que no consigue salir
de la rotonda porque siempre encuentra otro coche en los carriles exteriores y
no se atreve a maniobrar.
En el
ámbito empresarial, cada día nos encontramos muchas “rotondas” en las que
tenemos que maniobrar con otras personas con distintos intereses y modos de
hacer las cosas.
Así que
tenemos que ser capaces de saber resolver cada situación para que no acabemos,
primero estresados y, más tarde, inmovilizados por un ataque de ansiedad que
nos imposibilite.
No podemos
pensar que todas las situaciones en la empresa sean fáciles como la maniobra
que realiza el coche número 1, que entra por el carril exterior y deja la
rotonda en la primera salida sin encontrarse con nadie.
En muchas
ocasiones, como le ocurre al coche número 2 del dibujo, nos toca incorporarnos
en el carril interior para luego volver al exterior, dejando la rotonda en la
tercera salida.
Es la
experiencia en muchas rotondas distintas y en situaciones diferentes con muchos
coches, que nos hace ir ganando confianza y realizar en cada ocasión la
maniobra que consideremos más adecuada.
Y, cuando
tengamos una mala experiencia, primero aprender de lo ocurrido y, segundo,
“echar la basura” psicológica cuanto antes de los miedos propios y las
culpabilizaciones a los demás.
De esta
forma, sin basura acumulada de “neuras” la siguiente “rotonda” la tomamos
ocupados en la situación, en vez de preocupados por las experiencias negativas
acumuladas.
Cuando en
un momento nos lleguen las “neuras”, debemos ser conscientes de que vienen,
pero sin darle más importancia, centrándonos en “salir de la rotonda” para que
no se haga más profunda la huella.
Uno de los
padres de la psicología cognitiva, Aaron T. Beck, facilitó una regla
memorística para hacer frente a los procesos en los que sentimos ansiedad con
la palabra AWARE.
Aware, en
inglés, significa “ser consciente”. A, quiere decir “Acept”, que aceptemos que
tenemos ansiedad. W, quiere decir “Watch”, que observemos los síntomas que
tenemos objetivamente.
A, quiere
decir “Act”, que sigamos haciendo lo que estábamos realizando. R, quiere decir
“Repeat”, que repitamos los tres anteriores pasos de aceptar, observar y
continuar actuando.
E, quiere
decir “Enhance”, que vamos viendo cómo vamos mejorando en el proceso de
controlar el proceso de gestión de la ansiedad, de forma que se van debilitando
los síntomas.
Salir de
un surco por el que hemos rodado mucho tiempo no es fácil, tanto por la
inercia, como por la facilidad como volvemos al mismo trazado. Por eso, hemos
de ir “saliendo de la rotonda” en distintos niveles, como si de una cebolla se
tratara.
El nivel
somático y emocional es la capa más profunda. Luego le siguen la cognitiva, la
psicológica y las creencias. Tenemos que ir quitando las capas una a una hasta
que llegamos a la más interna.
Daniel VALLÉS TURMO
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