miércoles, 28 de enero de 2015

Salir de la rotonda

En octubre pasado la Dirección General de Tráfico publicó una infografía en la que explicaba cómo había que entrar y salir en las rotondas. Realmente tiene mucho interés, pues sólo en Facebook se ha compartido 50 mil veces.
No es el dibujo adjunto, sino uno muy elaborado en el que se explican todas las posibilidades de entrada y salida. Recomiendo echarle una ojeada. En mi caso, percibí que no salía bien de una rotonda que utilizo todos los días.

Pero el artículo no va sobre tráfico. “Salir de la rotonda” es una expresión que utiliza un amigo cuando ve que alguien se está “rayando” con un tema. La idea es que no le des más vueltas al asunto. Aunque, como decía mi madre: “¡Y poder!”
El problema es que cuando más “vueltas damos”, más nos “rallamos” y se crea una huella más profunda que nos impide salir fácilmente. Algo similar a la huella que se marca en los circuitos de esquí de fondo.

Una huella bien marcada nos facilita que el esfuerzo que realizamos sea para avanzar en vez de estar preocupados con seguir la dirección adecuada. Está muy bien cuando vamos por el camino adecuado, pero no facilita el cambio de dirección.
Nos puede ocurrir como el coche número 3, que vemos en el dibujo, que no consigue salir de la rotonda porque siempre encuentra otro coche en los carriles exteriores y no se atreve a maniobrar.

En el ámbito empresarial, cada día nos encontramos muchas “rotondas” en las que tenemos que maniobrar con otras personas con distintos intereses y modos de hacer las cosas.
Así que tenemos que ser capaces de saber resolver cada situación para que no acabemos, primero estresados y, más tarde, inmovilizados por un ataque de ansiedad que nos imposibilite.

No podemos pensar que todas las situaciones en la empresa sean fáciles como la maniobra que realiza el coche número 1, que entra por el carril exterior y deja la rotonda en la primera salida sin encontrarse con nadie.
En muchas ocasiones, como le ocurre al coche número 2 del dibujo, nos toca incorporarnos en el carril interior para luego volver al exterior, dejando la rotonda en la tercera salida.

Es la experiencia en muchas rotondas distintas y en situaciones diferentes con muchos coches, que nos hace ir ganando confianza y realizar en cada ocasión la maniobra que consideremos más adecuada.
Y, cuando tengamos una mala experiencia, primero aprender de lo ocurrido y, segundo, “echar la basura” psicológica cuanto antes de los miedos propios y las culpabilizaciones a los demás.
De esta forma, sin basura acumulada de “neuras” la siguiente “rotonda” la tomamos ocupados en la situación, en vez de preocupados por las experiencias negativas acumuladas.

Cuando en un momento nos lleguen las “neuras”, debemos ser conscientes de que vienen, pero sin darle más importancia, centrándonos en “salir de la rotonda” para que no se haga más profunda la huella.
Uno de los padres de la psicología cognitiva, Aaron T. Beck, facilitó una regla memorística para hacer frente a los procesos en los que sentimos ansiedad con la palabra AWARE.
Aware, en inglés, significa “ser consciente”. A, quiere decir “Acept”, que aceptemos que tenemos ansiedad. W, quiere decir “Watch”, que observemos los síntomas que tenemos objetivamente.
A, quiere decir “Act”, que sigamos haciendo lo que estábamos realizando. R, quiere decir “Repeat”, que repitamos los tres anteriores pasos de aceptar, observar y continuar actuando.
E, quiere decir “Enhance”, que vamos viendo cómo vamos mejorando en el proceso de controlar el proceso de gestión de la ansiedad, de forma que se van debilitando los síntomas.
Salir de un surco por el que hemos rodado mucho tiempo no es fácil, tanto por la inercia, como por la facilidad como volvemos al mismo trazado. Por eso, hemos de ir “saliendo de la rotonda” en distintos niveles, como si de una cebolla se tratara.
El nivel somático y emocional es la capa más profunda. Luego le siguen la cognitiva, la psicológica y las creencias. Tenemos que ir quitando las capas una a una hasta que llegamos a la más interna.



Daniel VALLÉS TURMO

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