Según la
Wikipedia un blog “es un sitio web en el que uno o varios autores publican
cronológicamente textos o artículos, apareciendo primero el más reciente, y
donde el autor conserva siempre la libertad de dejar publicado lo que crea
pertinente”.
“También
suele ser habitual que los propios lectores participen activamente a través de
los comentarios. Un blog puede servir para publicar ideas propias y opiniones de
terceros sobre diversos temas”.
El uso del
blog se popularizó a partir del año 1999 con la aparición de las herramientas
de alojamiento de blogs, como es el caso de Blogger.com, adquirida por Google
en el 2003.
Después de
16 años de su aparición, todavía tiene una funcionalidad tanto en el ámbito
personal como empresarial. Permite disponer de un lugar donde desarrollar una
determinada temática, al margen de la información del día a día.
Así, la
web corporativa cumple una función informativa sobre la empresa y los
productos, mientras que el blog puede tener una función más evaluativa y
reflexiva de distintos temas.
La inmensa
mayoría de los blogs dejan de tener publicaciones a las pocas semanas o meses.
Suele ocurrir por un doble factor. Primero, la laboriosidad de crear contenidos
de calidad.
Segundo,
la dificultad para lograr tener un número de visitas suficiente para
rentabilizar el esfuerzo realizado. Añadido, al no encontrar interacción en los
lectores, o no parecernos la adecuada.
Es, por
tanto, importante que la elaboración del contenido sea algo motivante para la
persona o la empresa, al margen que luego tenga una pequeña o gran repercusión su difusión.
Tenemos
que ser conscientes del alcance de comunicación de nuestro blog, buscando un
objetivo de usuarios razonable. Y, a su vez, poner los medios que dispongamos
para llevar tráfico al mismo.
Así, si
disponemos de una página web, hacer referencia al mismo en su portada cuando se
haya realizado un nuevo post o cuando tenga que ver con alguno de los productos
ofertados.
Lo mismo
ocurre con las redes sociales en que estemos. Ya sea Twitter, Facebook,
Instagram,… o cualquier otra, las publicaciones pueden tener enlaces que llevan
al blog.
Las redes
sociales permiten dos repercusiones importantes. Una es que posibilitan una
mayor capacidad de compartir contenidos, así como la participación en forma de
comentarios.
Así, hacen
una función de termómetro donde podemos ver claramente qué tipo de contenidos
es el que más agrada, más se comparte y más participación de comentarios tiene.
La web
corporativa, el blog y las redes sociales serían como tres terrenos de juego
donde el cliente se relaciona de forma distinta. En la web corporativa, se
busca información.
En el blog
se quiere ampliar información sobre un tema de interés con cierto alejamiento
del interés mercantil. Mientras que en las redes sociales, se mantiene una
relación más informal.
El
objetivo de la empresa sería ir llevando tráfico de los clientes desde las
redes sociales a la web corporativa con el objetivo de posibilitar el proceso
de la maduración de las ventas.
El papel
del blog es el de un lugar intermedio entre un ámbito informal a otro formal
donde el cliente está más predispuesto a informarse sin tener la sensación que
se le está vendiendo.
Mi
experiencia personal es la realización de un blog de rutas enmarcadas en una
explicación histórica que se llama Caminos de Barbastro. Aquí he aprendido a
conocer las herramientas del manejo de las redes sociales.
Me
faltaría la experiencia de tener que comercializar algún producto. En este caso
la función del blog sería la de llevar tráfico a la web comercial para
posibilitar el ciclo de la venta.
Alguno
dirá que es fácil mantener un blog con una temática distendida. En el caso de
la empresa, sería buscar la temática que sea del interés de nuestros clientes,
que pudiera ayudarnos en la venta posterior.
Daniel VALLÉS TURMO
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