Agilidad
y sencillez
El próximo mes de junio nos juntamos en Barcelona para celebrar el
25 aniversario de la finalización del MBA (Master Business
Administration) de ESADE donde compartimos dos años muy intensos de
nuestras vidas.
Sensación de “Tempus Fugit” (el tiempo pasa), que ya sentí
cuando en el 2016 nos juntamos los compañeros del bachillerato para
celebrar el cumplir 50 años tras 32 años sin vernos muchos de los
que acudimos.
Pero esta vez lo veo como una oportunidad que te da la vida para
compartir experiencias y celebrar un encuentro de personas que hace
25 años compartimos ilusiones.
Recordando aquella época soy consciente de la importancia que tiene
en nuestra memoria el cine. Respecto al ámbito empresarial fueron un
éxito las películas “Wall Street” (1987), “Armas de Mujer”
(1988) y “Pretty Woman” (1990).
Películas donde se retrata el momento de la especulación con la
adquisición de empresas desde el ámbito de las finanzas. Los
protagonistas se creían “amos de universo”.
En 1991 se publicó un libro emblemático “American Psycho”,
donde se describe desgarradamente al modo de vida de los llamados
“yuppies” de finales de los 80, resaltando sus peores aspectos.
En el MBA se vivía esa fiebre del mundo financiero con la valoración
de empresas, el apalancamiento y los derivados que comenzaban a tener
su sitio, desconocedores de que iban a ser el origen de la “Gran
Crisis” del 2007. La película del 2013 “El lobo de Wall Street”
retrata como se coció.
Sin embargo, la ofimática e Internet estaban todavía poco
desarrollados, por lo que la información y los conocimientos
técnicos eran muy importantes. Realmente, era un mundo mucho más
sencillo y menos ágil que el actual.
Un mundo en que parecía que todo estaba controlado. En que el TIR
(Tasa Interna de Retorno) se calculaba con la calculadora “HP 19B
II” que todos teníamos encima de la mesa cuando había que valorar
un proyecto.
Calculadora HP 19 BII |
Ese entorno no era precisamente el que se retrata en las películas
comentadas, donde prevalece el engaño y la información
privilegiada, donde las relaciones son “entre lobos”.
Me pregunto si todavía en el inconsciente colectivo mantenemos como
modelos de éxito a los ejecutivos o empresarios depredadores y si es
necesario dejar atrás el paradigma de “lobos y ovejas”, el
cuento “que viene el lobo” y el dicho de “los lobos con piel de
cordero”.
Porque si mantenemos estas creencias, seguimos “alimentando al
lobo” y a la desigualdad social que parece que asumimos como mal
necesario de la naturaleza humana, y nos protegemos en el
individualismo de “mientras no me toque a mí”.
Perro guardando un rebaño en el Valle de Plan |
Un paradigma que sostiene el “negocio del miedo” que mantienen
las empresas que satisfacen esa necesidad. Te levantas y en la radio
suena una anuncio que escenifica que han robado a los vecinos de al
lado.
Es necesario socializar otros paradigma. Así, todo lo contrario a
este miedo es la labor que hace el empresario Schinder para proteger
la vida de cientos de judíos que iban a un destino fatal. Por
cierto, la película “La lista de Schinder” es del año 1993.
La películas más recientes sobre emprendedores, como “Joy”
(inventora de la mopa mágica) y “Steve Jobs” (fundador de
Apple), ambas del 2015, se centran en el arduo trabajo que ha tenido
que desarrollar para hacer viables sus empresas, con sus luces y sus
sombras. Es una cultura del esfuerzo, ya no de la especulación.
Tal vez debería hacerse una película sobre los fundadores de dos
empresas españolas cuyos casos se estudian en todas al escuelas de
negocio del mundo, Amancio Ortega (Zara) y Juan Roig (Mercadona),
para difundir a la sociedad sus modelos de negocio y, especialmente,
el esfuerzo que requiere el día a día.
Así, Juan Roig remarca en la memoria anual del año 2017: “En
Mercadona estamos inmersos en un gran cambio disruptivo y la
agilidad, la sencillez y la contrastación han llegado para
quedarse”.
Sin duda, una cultura del esfuerzo muy distinta a la cultura
especulativa que las películas norteamericanas llevaron a las
pantallas hace 25 años. Pero, también es necesaria la eficacia en
la empresa; por ello contra la aceleración y complejidad del
entorno, el antídoto es la agilidad y la sencillez.
Daniel
VALLÉS TURMO
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