Nueva
savia
Recuerdo como mi tío Antonio Iglesias me acompañó a matricularme a
la Universidad Autónoma de Barcelona en el verano de 1986. La
recuerdo como una persona que siempre me transmitió vitalidad e
inspiración al conocimiento.
Cincuenta años antes, en el verano de 1936, sus tíos se lo llevaron
del Monasterio del Pueyo de Barbastro donde estaba estudiando ante
los rumores que había en la ciudad. Apenas han pasado 3
generaciones.
Monasterio del Pueyo |
Se libró del martirio que sufrieron 18 personas que allí residían
entre el 5 y el 28 de agosto. No se pudo librar, sin embargo, de
estar militarizado durante la Guerra Civil y varios años
posteriores. No me cansaría de contar sus vivencias.
Cada vez que subo a la atalaya privilegiada que es El Pueyo de
Barbastro me acuerdo de mi tío Antonio y mi tía Margarita. Sus
vistas ahondan en la historia de quienes hemos nacido en el
Somontano. Es un lugar inspirador para el futuro.
Hacia el este, la Sierra de la Carrodilla, veo las paredes donde se
encontraron los restos humanos más antiguos de Aragón, hace 40 mil
años en la Cueva del Moro de Gabasa. Recuerdo acompañar al padre
Enrique allí. Más de 1.300 generaciones.
Lo mismo ocurre si miro hacia el noroeste, donde vislumbro el Parque
Rupestre del Río Vero con sus pinturas neolíticas de hace 8 mil
años (260 generaciones) y los dolmenes de hace 4.500 años (150
generaciones).
Cueva del Forau del Cocho con el Pueyo al fondo |
Hacia el sur sitúo el Almerge con sus restos íberos de hace 2.500
años (80 generaciones) y en un altozano, Berbegal, a cuyos pies
pasaba la primera calzada romana de Tarraco a Osca hace 2.000 años
(65 generaciones).
Doy la vuelta al monasterio para volver a mirar al norte y vislumbrar
las ciudades romanas de Labitolosa y Barbotum. La primera desapareció
hace 1.700 años (55 generaciones) y la segunda hace 1.500 años (50
generaciones).
El tozal del Asba queda a la derecha de la Sierra de Sevil. En su
cara norte está la Cueva de Foradada con restos visigodos de hace
1.400 años (45 generaciones) que podemos ver en el Museo de Huesca.
Aconsejo la visita a este museo.
Vuelvo hacia la vertiente suroeste por donde vinieron las tropas
árabes desde Zaragoza hace 1.300 años (42 generaciones) que
seguramente subieron a esta atalaya para divisar el horizonte.
Dos cientos años después, año 1100 (30 generaciones), Pedro I se
preparaba en el castillo que hizo construir en su alto con la imagen
de Santa Fe en la falda del caballo antes de tomar definitivamente la
ciudad de Barbastro.
Un año después, 1101, es cuando la tradición dice que se apareció
la Virgen a un pastor llamado Balandrán. El año 1251 (hace 25
generaciones), el rey Jaime I establece una capellanía.
Desde entonces ha ido creciendo el recinto con los años. Primero,
una inicial iglesia y claustro románicos y posteriormente se amplían
al estilo gótico. Vuelvo a mirar hacia el este a Barbastro. Intuyo
la catedral. Este año se cumple 500 años (17 generaciones) del
comienzo de la catedral costeada por sus ciudadanos con el objetivo
de volver a ser obispado. Se logra en el año 1573 (hace 15
generaciones).
En 1680 (hace 11 generaciones) el santuario es agrandado y remozado.
Pero en el año 1843 (hace 6 generaciones), durante una
desamortización, los terrenos del Pueyo se pusieron a subasta en la
ciudad de Huesca, para posteriormente salir a subasta en Barbastro.
Unos vecinos de Barbastro realizaron una cabalgada a relevos para que
siguieran perteneciendo a la ciudad. Lo lograron.
En 1889 (hace 4 generaciones) se establece la Orden de San Benito
hasta que lo entregaron en 1962 (hace casi 2 generaciones) a los
Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María que estuvieron
presentes hasta que en el 2009 toma las riendas el Instituto del
Verbo Encarnado que mantienen con vida el recinto monástico.
Desde el altozano del Pueyo impresionan los Pirineos al norte, pero
también el paisaje humanizado transformado por la economía
generación tras generación desde hace miles de años.
Tenemos que ser conscientes que no somos propietarios de este
entorno, sino que tenemos el regalo de poder disfrutarlo
sosteniblemente hasta que llegue nueva savia que le siga dando vida.
La economía no es un fin, sino un medio.
Por cierto, mi tío Antonio fue muy avispado para los negocios.
Seguramente sus años de resiliencia en la Guerra Civil y su
capacidad para socializar hicieron que fuera muy fácil para él la
tarea de comerciar.
Rutas en el Blog Caminos de Barbastro para conocer El Pueyo de Barbastro,
Daniel
VALLÉS TURMO
Artículo publicado en Diario del Altoaragón el 23 de mayo de 2018
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