Tejiendo
la industria
Una de las necesidades primeras de la humanidad fue abrigarse. Al
principio lo hacía con pieles que cosía con agujas fabricadas de
hueso desde hace al menos 60 mil años. En en el Museo de Huesca
tenemos la evidencia de esta fabricación. Así, la aguja de hueso
encontrada en las “Forcas” de Graus.
Con el asentamiento del neolítico se domestican animales como la
oveja cuya lana se utilizaba para hacer hilo y tejer ropa. Primero se
fue haciendo con herramientas muy primitivas y luego con telares. Lo
mismo se fue haciendo con el cáñamo.
Así, Barbastro, desde su fundación en el siglo IX, fue creando un
sistema de acequias entorno al río Vero que le permitió desarrollar
su agricultura y su industria desde su origen aprovechando su
posición estratégica.
La fuerza del agua de estas acequias logró tener una industria
próspera desde los inicios de la ciudad. Así, en el siglo XVI en
Barbastro había 5 molinos harineros, 6 batanes y 1 dos tornos de
aceite (uno de ellos movido por el agua). El molino de la Penilla de
Barbastro, situado junto al río Vero, fue uno de los batanes más
antiguos construidos en Aragón al estar documentado ya en el año
1183.
La lana de oveja era un bien preciado que hizo que en nuestros pastos
de montaña llegaran a pastar tres millones de ovejas. Pero la
llegada del algodón hace que la lana vaya perdiendo protagonismo.
Así, se hilaba bobinas de hilo de algodón en la Fábrica de
Hilatura de Graus, que recuerdo visitar con el colegio en los años
70 del siglo pasado. En esa misma ciudad ya había tradición
industrial textil.
En 1928 instaló Vicente Llorens una fábrica de fajas y hebillas que
contaba con 130 empleados y camiones propios. El éxito vino de una
patente de faja que tuvo aceptación y se vendía en toda España.
Desaparece el negocio en la Guerra Civil Española cuando milicianos
venidos de Barbastro matan a los 3 hijos. El único hombre que
sobrevive es el marido de una de las hijas que estaba de viaje
comercial. El negocio renace en Zaragoza en 1939 con una fábrica en
el Paseo Ruiseñores con el nombre de “Fajas La Peña”. La tienda
estaba en la calle Manifestación. Mi madre Amparo estuvo sirviendo
en esta casa en el año 1942.
Luego, en los años 1950 construyeron una fábrica en Avenida Madrid
y una tienda en el Coso. En el año 1971 la tienda de lencería se
traslada al Paseo Palafox donde ha estado hasta el año 2012, cuando
se trasladan a la calle Bilbao donde la nieta María Polo continua
con este prospero negocio que nació en Graus.
La industria del petróleo trae nuevos materiales que hacen la
competencia al algodón. Son las hilaturas de poliéster. Una empresa
japonesa dedicada a esta fabricación se instala en el Polígono
Industrial "Valle del Cinca" creado en 1968.
Se llama Textil Brilen, pero entra en crisis conforme se van cerrando
las empresas de confecciones españolas y la producción se va
trasladando a países más lejanos. En el año 1996 el grupo aragonés
SAMCA compra la empresa y va direccionando la producción a hilos de
poliéster industrial de alta tenacidad desde 280 decitex hasta 8800
decitex. Esta unidad es la masa en gramos por cada 10 mil metros de
fibra.
En la actualidad el Grupo Brilen es una empresa prospera que ha ido
diversificando a distintos nichos de negocio. Uno de ellos fue la
fabricación de resinas PET y envases PET con la empresa NOVAPET.
Su último proyecto es la Terminal Intermodal de Monzón que
aprovecha el ramal ferroviario de Selgua a Barbastro y las antiguas
instalaciones de ALVISA. Estos son ejemplos de como se va tejiendo la
industria.
Daniel
VALLÉS TURMO
Artículo publicado en Diario del Altoaragón el 17 de octubre de 2018
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