miércoles, 14 de noviembre de 2018

Erase una vez un mercado


Erase una vez un mercado

Pedro I había pasado la noche del 17 de octubre de 1100 en el castillo del Pueyo. Había venido del castillo de Montearagón para acometer la toma de Barbastro. No había dormido mucho pensando en mañana y por el ruido de las tropas preparadas.
Desde el castillo veía los fuegos de las distintas defensas de los musulmanes en torno a la población. 

El Pueyo de Barbastri
Se acerco a su caballo para colocar la tela con la imagen de Santa Fé a la que había prometido la segunda mezquita. Todavía no era hora para colocarse la coraza dorada que llevaba como rey de Aragón.
Una vez acabada la batalla, se acercó a la mezquita junto a río y colocó la tela en la puerta. De aquella ermita ya no queda nada en su sitio, salvo la portada románica del siglo XIII que se encuentra en el cementerio de la ciudad.

Portada románica de Santa Fé
La ciudad se había quedado despoblada. Al rey le pidieron tres cosas: ser libres, disponer de un mercado y que su ganado pudiera pastar en el entorno, sin que los de las demás poblaciones lo pudieran hacer en Barbastro. Aquello significaba una ventaja importante para atraer repobladores.
Sí que sigue el mercado vivo, aunque trasladado de su lugar de entonces. Tiene una ermita, dedicada a Santa Ana, que los comerciantes abren cada día. Esta dualidad de comercio y religiosidad le da una atmósfera atemporal al espacio, como ocurría en los mercados de las ciudades milenarias griegas y romanas.
Aunque la parte comercial no va bien del todo. En la parte norte de la plaza nos encontramos muchos locales con letreros que dicen que se alquilan. No es una realidad única de Barbastro, sino el síntoma de un cambio de modelo de negocio a nivel global.

Puesto en la plaza del mercado
Hace años que las ciudades inglesas han ido perdiendo los locales comerciales a favor de los centros comerciales. Y ahora, en Estados Unidos ya comienzan a vaciarse estos grandes centros. Es una realidad global.
En la plaza del mercado vemos que se han desplegado los cables de la fibra óptica, como en toda la población. Una verdadera hiedra que está parasitando las transacciones económicas hacia Internet.
Una hiedra que se ha extendido de forma rápida y burda en todas las ciudades, sin respetar la estética. La normativa del año 1995 era muy estricta en este aspecto. Por aquel tiempo trabajaba en el desarrollo del modelo de negocio del despliegue de un operador y nos encontrábamos un gran problema de costes debido a la necesidad de esconder el cableado.
La normativa del año 2014 deja más holgura al operador. Pero sobre todo, la ciudadanía quiere la fibra óptica y no hace tanto caso a estos aspectos estéticos que he comentado bloquearon el despliegue hace 20 años.
Éste es un claro ejemplo de cómo los mercados, las legislaciones, las regulaciones posteriores y las necesidades y preferencias de los consumidores van cambiando inexorablemente.

Los ciudadanos y los políticos piensan que la fibra óptica es una ventaja competitiva para las empresas ya existentes y la creación de nuevas. Por eso se han puesto tantos medios en su despliegue.
Pero la realidad es que los grandes beneficiarios son las grandes empresas comerciales que cada vez están premiando más el canal de Internet, no sólo facilitando su acceso, sino no disponiendo de todas las referencias en las tiendas físicas. Realmente, están haciendo una tarea de divulgación y formación.

Las tiendas que se llaman la atención de los clientes son las llamadas “insignia” en la que no es tan importante el producto como la estética del local y la forma de atención. Son creadoras de marca. Éstas sí que tienen presente.
En la plaza del mercado de Barbastro hay una tienda insignia de una cadena de zapaterías, Lázaro. Llama la atención por su situación, por su iluminación y por su estética. Ojalá hubiera más.

Barbastro sigue teniendo esa impronta comercial que ya pedía al rey hace 918 años. Una atmósfera que es envidiada por muchas ciudades de la provincia, que deberíamos seguir mejorando.
No hay “fórmulas magistrales” fáciles para hacer posible que se ocupen los locales vacíos, pero sí hay muchas intervenciones que se han hecho con éxito en algunas ciudades con la misma problemática.
Ahora ya no existe un “Pedro I” al que solicitarle una ventaja competitiva para posibilitar la repoblación. El rey nos hizo libres y, por tanto, responsables.

Daniel VALLÉS TURMO
Artículo publicado en el Diario de Altoaragón el 14 de noviembre de 2018

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