Nuestros
pueblos
Me invitan a participar en las Jornadas Culturales de Alquézar el
viernes día 22 de febrero para presentar mi última guía sobre la
Sierra de Guara. Me siento muy bien acogido y, luego, en la merienda,
veo que hay un buen ambiente entre los vecinos del pueblo. Me gusta
que me acepten como uno de ellos.
Tiene mucha aceptación la guía y la mayoría de los asistentes
adquieren una copia al precio asequible de coste. Una de las personas
me dice si le puedo facilitar una guía de la Sierra de la
Carrodilla.
En el caso de Alquézar, las Jornadas Culturales sirven para que los
vecinos del pueblo puedan convivir. No olvidemos que Alquézar es
tomado cada día por cientos de turistas y es necesario momentos para
que se reúnan los vecinos de toda la vida y mantengan los vínculos.
Su alcalde, Mariano Altemir, ha logrado que la población pueda sea
capaz de absorber el número de visitantes que llegan hasta esta
villa tan pintoresca y crear nuevas atracciones como “las
pasarelas” para seguir incrementando el número de visitantes.
Ello ha conllevado la creación de cientos de puestos de trabajo que
ayudan a repoblar los pueblos de la Sierra de Guara. Sin duda,
Alquézar es el buque insignia del entorno.
Entorno entre el que se encuentra Barbastro. Muchas personas paran en
Barbastro porque van a ir a Alquézar y les queda de paso. Es algo
que es necesario recordar para hacer sinergias.
Unos kilómetros más abajo se encuentra Santa María de Dulcis, que
agrupa las poblaciones de Buera y Huerta de Vero. El sábado día 23
participé en una cata de aceites en el Torno de Buera.
Su alcalde, Mariano Lisa, lleva años preocupándose también porque
el municipio haga valer sus capacidades turísticas. Sin duda, es una
pueblo ejemplar en el marcado de senderos.
Son dos ejemplos entre centenares de nuestra provincia, sin importar
el partido por el que se presentan los alcaldes. Nos encontramos
personas entregadas con el destino de sus vecinos.
El domingo 24 subo a Alquézar a facilitarle la guía de la Sierra de
la Carrodilla a precio de coste a la vecina que me lo pidió. Me
espero a misa de una para “tomar fuerzas” en un momento laboral
complejo.
Me siento muy a gusto en la iglesia de San Miguel escuchando la misa
de Mosén Cabrero. Me hace sentirme cerca de mis orígenes familiares
de Sobrarbe y Ribagorza.
Esperando, me siento en una mesa de un bar y no dejo de escuchar a
los visitantes sobre “las pasarelas”. Decenas y decenas de
personas preguntar dónde comienza su inicio. Me quedo sorprendido.
Esto me hace pensar sobre la importancia de esta ruta que tiene para
Alquézar, que ha logrado alcanzar un cliente menos exigente
físicamente que el que hace cañones y que, además, se puede hacer
durante todo el año.
Este día me saludan muchos vecinos de Alquézar. Ya no soy un
turista más. Me hace sentir bien que les haya gustado la guía que
he hecho sobre la Sierra de Guara. Me quedo a comer con uno de sus
vecinos más ilustres.
Quedamos para que vaya el día 9 de marzo a San Úrbez, cerca de
Nocito. Mi padre me habló mucho de este santuario. Tal vez sea el
inicio de la segunda parte de la guía de la Sierra de Guara, Dios
mediante.
El menú de garbanzos y cordero de Almazorre anima a asistir a esta
romería, pero sobre todo me cautiva el retomar el pasado compartido
con mis familiares que asistieron allí durante cientos de años.
Conocer a muchos vecinos y descendientes de estas poblaciones,
conocer a muchos alcaldes del Parque Natural de Guara que hacen todo
lo posible para que se repueblen las poblaciones.
Y, sobre todo, a pesar de las adversidades, comenzar la guía de la
Sierra de Guara Oriental. Un proyecto grande, pero necesario. Una
mirada profunda de un territorio recorriendo sus senderos.
Posibilitando que el senderista no únicamente haga una actividad
deportiva, sino que conozca el terreno por donde pasa y se impregne
de su naturaleza, historia e idiosincrasia.
Daniel
VALLÉS TURMO
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