Merecido el Galardón Germana de Foix a Elena Arcarazo como representante de un comercio barbastrense centenario que todavía continua abierto desde el año 1918. En sus inicios se dedicaba a la venta de complementos hechos a a mano.
Galardón compartido con Viñas del Vero del Grupo González Byass por su volumen de producción y exportación, con Desiderio Solano como taller industrial innovador y con Aislamientos Valmur.
Muy satisfecha, le acompañaron sus hijos, entre ellas Elena Fernández de Vega que es quien lleva el comercio en la actualidad y lo va adaptando a las nuevas necesidades que los clientes requieren.
Merecido por ser dos mujeres modernas que siempre han sabido “tirar hacia adelante” a pesar de las dificultades que la vida y los negocios inevitablemente conllevan.
Elena Arcarazo quedó viuda de Rafael Fernández de Vega y Fraga, que murió de accidente de tráfico a los 40 años de edad en 1970. Un alcalde muy querido por todos los barbastrenses.
Rafael, nacido en Barbastro, donde podemos ver una placa en el Coso, se educó en Zaragoza. Mi madre fue niñera suya unos años y le recordaba como una persona muy cariñosa, aptitud que todos sus hijos han heredado.
Así, a Elena Arcarazo le tocó cuidar de sus cuatro hijos pequeños y atender el negocio familiar, siempre con esa elegancia que le ha caracterizado en el trato comercial y personal.
Eran años donde en los letreros de las tiendas de Barbastro se podían ver muchos que comenzaba por “Viuda de ...”. Recuerdo con especial cariño la carnicería “Viuda de Bernad” con la que mi padres tuvieron mucha relación.
Angelita, cuando murió su marido, todos le dijeron que cerrara la tienda, pero ella la abrió a los pocos días. Había que seguir adelante para tirar de la familia. A ésto me refiero con “la forja” de una persona, sobre todo cuando se era viuda en aquellos momentos.
Casualmente el traspaso de esta carnicería lo cogió la “Viuda de Cuello”, como el letrero de la calle indicaba. Actualmente la carnicería la llevan otras personas con una imagen más moderna.
Elena Arcarazo supo dar a la ciudad un toque de modernidad con los productos que ofrecía. Como ejemplo, el logotipo que continua siendo actual a pesar de los años que han pasado.
Ya no se ven esos letreros que antes he mencionado. Socialmente hemos cambiado mucho, al igual que en la manera de funcionar las empresas. A su hija Elena, le ha tocado forjarse de otra manera. Como a todos los empresarios.
Los cambios de la distribución, la compra por Internet, el comportamiento del cliente, las crisis sucesivas y otros aspectos son los elementos con los que ha tenido que “forjarse”.
En este proceso no ayuda el “negativismo”con el que bombardean muchos medios de comunicación, sino centrarse en aquellas personas que están haciendo las cosas bien y adaptarlas a nuestra realidad. La “no acción” nos debilita, todo lo contrario de la “forja”.
Forjar es endurecer un hierro poniéndolo al fuego y luego enfriarlo bruscamente en agua. Pieza a pieza para luego unirlas mediante la soldadura. Tampoco, podemos esperar “milagros”. El milagro sería el objetivo a alcanzar, pero no el proceso.
En en el contexto empresarial sería no centrarse en “el porqué hemos llegado a una situación”, sino enfocarnos en “aprender y salir reforzados”, aunque ese proceso no sea cómodo.
No hay cursos mágicos con vídeos muy bonitos que nos ayuden, en todo caso nos pueden inspirar, pero no servirnos de modelo para hacer los cambios que “ya sabemos” que tenemos que hacer.
Le deseo lo mejor a Elena, al igual que a muchas mujeres que les ha tocado “sacar adelante” sus negocios en unos momentos que nos “venden” como complejos, sin decirnos claramente ni los motivos, ni las soluciones.
Como dijo recientemente la alpinista Edurne Pasabán, ella había llegado allí aprendiendo desde joven de muchas personas y eso era precisamente lo que aconsejaba que hicieran quienes comienzan.
Daniel VALLÉS TURMO
Publicado en Diario del Altoaragon el 20 de Octubre
No hay comentarios:
Publicar un comentario