Ahora que nos encontramos en un momento de buenas intenciones para el nuevo curso, quizás sea preciso recordar el viejo proverbio que dice: “El camino al infierno está empedrado con buenas intenciones, y al cielo de buenas obras”.
De esta temática habla un artículo publicado en mayo de este año en la revista Harvard Deusto Business Review titulado “Aprender de los errores de los consumidores para ayudarles a tomar mejores decisiones” de los autores George Loewenstein, Leslie John y Kevin Volpp.
Los autores se preguntan ¿por qué no tomamos las decisiones necesarias para conseguir que nuestros objetivos sean una realidad?, concluyendo que la economía tradicional no está bien preparada para buscar solución a este problema.
Su planteamiento es utilizar esos mismo errores de la toma de decisiones, que dan lugar a un comportamiento autodestructivo, para paradógicamente ser aprovechados para conseguir resultados positivos.
El objetivo de este artículo es comentar los errores habituales en la toma de deciones que argumentan los autores, adaptándolos a la problemática continuamente planteada por los emprendedores de la falta de capitalización al comienzo de un proyecto empresarial.
Así, una de las mayores problemáticas de los emprendedores es que no disponen de suficiente capitalización en el momento que desean empezar a desarrollar su proyecto empresarial, en muchos casos porque no se había planificado esta necesidad o no se conocía la inversión requerida.
El primer error comentado es el de “Las opciones por defecto”. Se trata de la tendencia a seguir el mismo camino. Aunque haya otras alternativas no nos solemos parar a examinar las distintas alternativas.
Es lo que nos suele pasar con los seguros. Cuando los contratamos analizamos la mejor alternativa, pero en los años posteriores nos cuesta compararlo con otras alternativas que pudieran convenirnos más que la que tenemos.
La aplicación de este hecho, sería el obligarnos a quitar automáticamente de nuestros ingresos una cantidad para destinarla a un posible proyecto empresarial. De esta forma, en la cuenta bancaria tendríamos la cantidad que podemos hacer uso cada mes.
Esta maniobra ya la solemos hacer con otro tipo de proyectos, como son un plan de ahorro, de pensiones o una cuenta vivienda. Tan sólo tenemos que dar orden a nuestra oficina del banco para que nos quiten esta cantidad cada mes.
El segundo error es el de “La aversión a las pérdidas”. No nos importa tanto ganar poco, como el miedo a poder perder. Esto influye negativamente en que pensemos de forma natural en ahorrar para comenzar un proyecto empresarial, asociado en nuestra cultura como una opción de riesgo.
El tercero es “El sesgo del presente”. Consiste en dar más valor a los costes y beneficios presentes que a los futuros. Se ve muy claro en la actitud del fumador que infravalora las consecuencias de las enfermedades futuras.
La deducción del impuesto del IRPF por la cuenta de ahorro-empresa de un 15% es un ejemplo de favorecer una decisión para el futuro facilitando un beneficio fiscal en el presente. Pero este beneficio fiscal no suele ser suficiente o no puede adaptarse a nuestros objetivos temporales.
Por ello, es posible crear un beneficio positivo a nuestro ahorro para un proyecto empresarial, escribiendo un diario con los posibles negocios que queremos realizar. Es similar a quien va leyendo novelas de marineros, mientras ahorra para comprar un velero. Así, se mantiene vivo el deseo.
El cuarto error tratado es “El sesgo del interés propio”. Muchos conflictos se mantienen en el tiempo porque todas las personas involucradas creen tener la razón. Esto también ocurre en el ámbito emprendedor y es uno de los motivos para no querer tener socios empresariales.
Sin embargo, puesto que todos creemos tener la razón “justamente”, es fácil de antemano establecer unas normas y personas de arbitraje previos para evitar que el miedo al conflicto nos impida el asociarnos con otros.
El último error es “El efecto minucia”. Es el restar importancia tanto a los resultados como a las pérdidas pequeñas. En este hecho se basan la mayoría de las loterías que por un precio pequeño podemos ganar mucho dinero aunque tengamos muy pocas probabilidades.
Pero, igualmente, este efecto podemos utilizarlo en nuestro favor para restar una pequeña cantidad mensualmente dedicada a la realización de un proyecto empresarial como ya hemos comentado anteriormente.
Previamente a esta capitalización es necesaria una cultura empresarial que nos haga pensar en la necesidad del ahorro para un proyecto emprendedor como algo necesario, al igual que muchos jóvenes ahorran para comprarse un coche.
Resulta, cuando menso chocante, que el importe del precio medio de un coche comprado en Aragón en el año 2008, unos 23.000 euros, sea similar al valor mediano del capital aportado por el emprendedor para iniciar su actividad.
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