Estos días de Navidad son de
ilusión por muchos motivos. Por la lotería, por las reuniones familiares y por
los regalos. La ambientación de las calles, comercios y medios de comunicación
están enfocados hacia ello.
Pasados Reyes, repentinamente, se
desvanece el ambiente de ilusión, a la par que muchas de las intenciones del
año nuevo. Sin embargo, en las empresas es imprescindible mantener esa calidez
de cara al cliente.
No es fácil mantenerla. Ocurre
inevitablemente cuando se empieza un nuevo proyecto y todas las posibilidades
están abiertas, hasta que la realidad va solidificando las expectativas que se
tenían.
Lo mismo ocurre con las empresas
cuando un determinado acontecimiento, como es el caso de un aniversario o el
lanzamiento de un producto, renueva las ilusiones de toda la organización.
Estos acontecimientos son necesarios, pero no suficientes.
Como si se tratara de un Cuento
de Navidad, este año la gastronomía de un pequeño hotel de Serraduy, El Peix,
ha salido en el telediario de máxima audiencia en una televisión alemana
vísperas de la Navidad.
Los reporteros de la cadena RTL
habían visto un reportaje de un Belén del establecimiento en la revista Spiegel
el pasado diez de diciembre. La ilusión que transmitía hizo que se desplazaran
expresamente desde Berlín.
Un acontecimiento como éste
ilusiona a cualquier empresa, pero dura sólo unos días. Lo importante es la
pasión que transmitió José María Turmo a aquellos reporteros gráficos para que
lo publicaran.
Una pasión no forzada, sino
alimentada durante decenas de años en la instalación de aquel sencillo Belén
que había crecido con el tiempo y que quiere compartir con los clientes que le
visitan.
Cuando hace un tiempo un grupo de
periodistas europeos visitan su establecimiento en una actividad de promoción
del turismo de nieve, José María les enseñó su Belén no sólo con ilusión, sino
con pasión.
Una pasión que a uno de los
reporteros cautivó e inspiró para realizar un reportaje que, a su vez, ha
cautivado a otros reporteros. Esta es la gran diferencia entre la ilusión y la
pasión.
La ilusión es como un perfume
fresco que dura un corto espacio de tiempo, mientras que la pasión es un
perfume intenso que se impregna dentro y profundo inconscientemente.
Por eso mismo, la pasión que se
transmite es necesaria para mantener la fidelización de los clientes. Conlleva
una forma de trato en la relación con el cliente que contagia confianza.
No estamos hablando de una pasión
dramática e intensa, sino de un compromiso de la persona con lo que está haciendo.
Es la calidez que transmite una persona que cree en lo que está haciendo.
Este tipo de pasión va muy unido
a los elementos estratégicos de la empresa. Así, la misión, la visión y los
valores. La motivación profunda del sentido de la empresa hacia su entorno.
Cuando se comienza una empresa,
no se suele profundizar en estos aspectos. A veces, se suele comentar de una
forma más ligera. Algo como, “te tiene
que gustar a lo que te vas a dedicar”.
Evidentemente, el paso del tiempo
hace que se vaya transformando los negocios, pero hay una motivación última que
permanece allí como una llama que nunca se apaga en el hogar.
En el caso de establecimientos
casi centenarios, como es el caso del Peix, el sentido de la empresa se
extiende más allá de la familia. Acaban siendo parte de la historia de los
habitantes y del mismo territorio.
La primera y segunda generación
de estas empresas centenarias han sido personas conocidas y queridas por su
entorno por el papel que han desempeñado en el desarrollo económico y social.
La tercera generación ha tenido
que ir adaptándose a los cambios sociales y nuevas formas de consumo. Lo mismo
que le va a tocar a la cuarta generación que comienza a liderar los negocios.
Posiblemente, tendrán que cambiar
la visión de las empresas para mantener la rentabilidad, pero la misión y
valores de servicio a la comunidad, seguirán siendo el motor de su ilusión y
pasión.
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