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miércoles, 1 de junio de 2016

Navaja Emprendedora

A todos nos suena la navaja suiza. Inventada por Karl Elsener en 1891, incluye un cuchillo y varias herramientas más, como destornilladores, tijera, lima y abrebotellas, que se guardan en el mismo mango.
En su origen tenía sólo tres herramientas: dos cuchillas y un sacacorchos. Con el tiempo, se han ido añadiendo nuevos accesorios, hasta econtrarnos en la actualidad con modelos que tienen hasta 33 funciones.

Algo parecido ha ido ocurriendo con las herramientas de gestión empresarial. Los consultores han ido creando nuevas metodologías cada vez más sofisticadas para solucionar problemas específicos.
Se hacía necesaria “la navaja de Ockam”. Es un principio metodológico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable".
Fue Alexander Osterwalder quien en el año 2008 en su libro “Lienzo de Modelo de Negocio” propone una simplificación en la forma de abordar el análisis de las áres funcionales de la empresa.
Este mismo autor en el 2014 publica “Diseñando la propuesta de valor”, donde todavía simplifica más la forma de abordar el estudio de las necesidades de los clientes.

Si tuviera que diseñar una “navaja emprededora”, según mi criterio, añadiría las cinco funciones principales. La más importante (la cuchilla grande) sería el Lienzo de la Propuesta de Valor.
El objetivo del Lienzo de la Propuesta de Valor es validar que nuestro producto o servicio se adapta a las necesidades de los clientes. Se centra en tres aspectos concretos a desarrollar: los trabajos del cliente, las frustraciones y las alegrías.
Los trabajos del cliente” es aquello que intenta resolver. Las frustraciones, los malos resultados, riesgos y obstáculos que se encuentra el cliente en su camino de buscar soluciones, que serían las alegrías.
El mapa de la propuesta de valor también tiene tres campos que pretenden encajar con estos aspectos referidos en el perfil del cliente. Así, los productos y servicios, los aliviadores de frustraciones y los creadores de alegrías.

La segunda herramienta (la cuchila pequeña) sería el Lienzo de Modelo de Negocio. El objetivo de esta metodología es validar que la propuesta de valor al cliente es viable empresarialmente.
Se trabaja de forma conjunta sobre nueve módulos: segmentos de mercado, propuesta de valor, canales, relaciones con clientes, fuentes de ingresos, recursos clave, actividades clave, asociaciones clave y estructura de costes.

La tercera herramienta (el destornillador) sería la Gestión del proceso de la venta. La metodología del Lienzo del Modelo de Negocio, en lo que se refiere al módulo de canales, nos ayuda a realizar esta gestión.
Así, nos obliga a utilizar la filosofía de embudo de los CRM (Gestión de Clientes) en sus cuatro etapas principales, que son: nos conozcan, nos valoren, nos compren y sean fieles.

La cuarta herramienta (el abrebotellas) sería el Marketing Digital. Internet y las redes sociales han traído nuevos términos al ámbito de la gestión de clientes que no tenían razón en el ámbito tradicional.
Tanto el comercio electrónico como las redes sociales han conllevado nuevos conceptos de marketing que es necesario conocer y tenerlos en cuenta en nuestras acciones.

Finalmente, la quinta herramienta (el mango) es la Gestión en la Nube. Necesitamos contar actualmente con un entorno tecnologico que nos ayude en el proceso de transformación digital que las empresas tienen que realizar.
Así, desde plataformas que nos permitan crear documentos, almacenarnos y compartirlos, como es el caso de Google Apps, a entornos que posibiliten el trabajo colaborativo como Trello.
El concepto de la navaja suiza no es el de contar con herramientas sólidas que sirvan para hacer una tarea de forma continua. Para eso ya se dispone de las que han sido diseñadas específicamente con ese fin.
Sino que su objetivo es poder prestar una solución en cualquier momento y rápidamente. Precisamente es el mismo fin que pretenden las metodologías en voga de gestión ágil.

Daniel VALLÉS TURMO

martes, 15 de diciembre de 2015

WhatsApp Empresarial


Las nuevas formas de contacto con los clientes en movilidad conlleva el tener distintas formas de gestionarlo para poder hacer un seguimiento de las acciones realizadas. Una de estas posibilidades es utilizar las herramientas que permite Google Apps.
La propuesta de valor que damos al cliente también está cambiando. Hemos pasado de ofrecer productos, a satisfacer necesidades y considerar el acto de comprar como un trabajo del cliente en el que tenemos que considerar todo el proceso.
El lienzo de la propuesta de valor nos ayuda a analizar esta nueva relación con el cliente considerando los trabajos que tiene que hacer el cliente, sus alegrías y sus frustraciones.
Las fases del proceso de venta suponen la información, la evaluación, la compra, la entrega y el servicio posventa. En cada una de estas etapas el cliente se relaciona de distintas formas según su criterio. Los teléfonos inteligentes, las redes sociales y la mensajería instantánea han transformado la forma de contactar con las empresas.

El estilo de vida y la proliferación de los smartphones con acceso a Internet ha hecho que algunas formas de comunicación con éxito entre personas hayan sido asimilada en la relación con las empresas. Así, el Twitter, el Facebook y el WhatsApp.
Algunos CRM son capaces de integrar en la ficha de cliente toda relación que establezcamos a través de estos canales. Pero, dada su gran cantidad de información, es muy difícil poder analizarla toda. Existen algunas aplicaciones de mensajería instantánea que posibilitan esta integración, pero no es el caso del WhatsApp.

El WhatsApp Corporativo es disponer de un número de teléfono móvil con únicamente esta función de forma que “hable” el mismo lenguaje que el medio y no sea de uso para hablar. De forma que utilicemos la parte positiva de su alcance, inmediatez, viralidad y posibilidad de compartir documentos multimedia.
Esto implica que el nombre de usuario del teléfono sea el de la Empresa. Lo mismo hacemos con la cuenta de WhatsApp. Ponemos el nombre y el logotipo. De esta forma, tenemos un WhatsApp corporativo y no el de una persona o cargo determinado de la empresa.

WhatsApp nos permite poder hacer comunicaciones en grupo (bidireccionales) y de difusión (unidireccionales). Los grupos, muy utilizados a nivel personal, pueden tener una utilidad más interna de la empresa que externa, disponiendo de una normas claras para que sean eficaces, como sería el determinarlos para un tema y periodo de tiempo concretos únicamente.
La lista de difusión es unidireccional. Es necesario que la otra persona nos tenga en su lista de contactos. Bien utilizada, puede ser una forma de comunicación con los clientes que sustituya o refuerce otros canales tradicionales. Debemos hacerlo con el consentimiento de la otra persona para evitar quemar este canal. Así como facilitar el que se dé de baja de la lista.

Podemos abrir el WhatsApp en la web. Esto facilita el poder consultar los mensajes mientras trabajamos, así como el manejo de la información. Elegimos la opción “WhatsApp Web”. Abrimos el link en Internet https://web.whatsapp.com/ . Luego escanearemos el código con el teléfono para que aparezca nuestra cuenta.
Una de las problemáticas del WhatsApp es que debemos archivar la información adecuada para hacer un seguimiento empresarial y unificarla con los demás canales. Si pulsamos un contacto nos sale un menú con las distintas posibilidades que podemos hacer con ese chat. Entre ellos, archivar el chat ó enviarlo por correo.
El disponer de los archivos en la nube nos posibilita el poder utilizarlos tanto desde la oficina como desde otro lugar, al igual que varias personas puedan acceder a los mismos con los permiso que se les haya asignado de lectura o escritura.

Esta variedad de tipos de relacionarnos con el cliente: Gmail, Twitter, Facebook, WhatsApp, … la podemos integrar en la agenda del cliente, así como los enlaces a documentos que tengamos en la nube.
Si utilizamos Google App, la agenda se llama Contactos. Podemos consultarla vía web y tenemos acceso a los campos habituales y añadir los que consideremos necesarios.
No podemos utilizar el mismo tipo de documento para enviar por mail que por WhatsApp. Debemos adaptarlo para que sea fácil y atractivo captar la atención, de forma que se vaya al link donde se encuentre el documento completo.

Daniel VALLÉS TURMO

Se puede consultar y descargar presentación:
http://es.slideshare.net/danielvturmo/whatsapp-empresarial

jueves, 15 de mayo de 2014

Micro y macro

El ojo humano es un órgano muy eficaz que adapta el enfoque a la distancia donde focalizamos. Hasta que los músculos van perdiendo tono y se produce la presbicia. Entonces, necesitamos unas gafas para ver de cerca.

Esta realidad de lo macro y lo micro, las distancias largas y las cortas, se pueden también enmarcar en el ámbito empresarial. Así, siempre se ha hablado de “miopía” al no saber ver la tendencia del mercado.

De igual forma, es muy difícil implementar las estrategias. Aquello que “el papel lo aguanta todo” y “una cosa es predicar y otra distinta dar trigo”. Este caso sería otra prolongación de la dificultad de enfocar.

Es el fenómeno de los libros de autoayuda, que nos dan mucho optimismo al leerlos, creyendo que ya hemos dado con la herramienta adecuada, pero que son muy complicados de llevar a la práctica por uno mismo.

Vamos a tratar cómo se plasma esta dificultad de enfoque en el área de gestión de clientes, donde también tenemos que lidiar con una perspectiva macro y otra perspectiva micro.

La vertiente macro nos viene dada por el enfoque tradicional del Marketing, que en el caso de la gestión de los clientes, supone el hacer recorrer al cliente una serie de etapas.

Son las llamadas fases del cliente. A saber: conozcan nuestro producto o servicio, valoren nuestra oferta, lo compren, lo reciban y queden satisfechos con la relación posventa para fidelizarlos.

Para favorecer esta transición de las fases utilizamos distintos canales de relación con el cliente. Así, los tradicionales como la visita comercial o anuncios en los medios de comunicación.

Y los que han venido con la era Internet y la telefonía móvil, el correo electrónico, las páginas webs, las redes sociales, las aplicaciones para Smartphone o el comercio electrónico.

Cuando planificamos el diseño de estos canales, lo solemos hacer de una forma macro. Es decir, destinado a un cliente general o a unos segmentos de clientes definidos.

La vertiente micro es el “embudo” que diseñamos con cada campaña y oportunidad de posible cliente una vez que ya nos conocen o establecemos una estrategia de marketing para acceder a ellos.

Una vez que hemos filtrado aquellos clientes que vamos a tratar, comienza la labor de análisis de las necesidades que tienen y la propuesta de valor ajustada que le podemos aportar.

Le sigue la realización de dicha oferta, el proceso de negociación de la propuesta de valor y del precio, hasta que bien logramos una venta o ha quedado desestimada la oferta por el cliente.

En tiempos de bonanza, cuando hay demanda de nuestros productos o servicios, no se suelen ver los desajustes entre estas dos perspectivas de lo macro y lo micro. Se percibe en momentos que la demanda ha disminuido.

Es similar a lo que ocurre con la calidad y con los sobrecostes de producción. El agua que llenaba la piscina no nos dejaba ver las piedras y la suciedad que se estaba depositando en el fondo.

En las etapas que es necesario restructurar la propuesta de valor ofrecida o buscar nuevos nichos de mercado, el enfoque en las estrategias micro nos permite testar la respuesta por parte del mercado.

Una vez que hemos visto que esa propuesta de valor se ajusta, podemos amplificarla a un segmento de cliente homogéneo a través de los canales que consideremos oportunos.

Al partir de una hipótesis de negocio determinada, podremos medir adecuadamente el éxito de los canales elegidos para ir adaptando las estrategias sucesivamente hasta optimizarlas.

La utilización de un sencillo sistema de  CRM nos permitirá el poder disponer de informes que nos ayudarán a poder tomar las decisiones basándonos en la experiencia previa.


Así mismo, las metodologías del Lienzo de Modelo de Negocio y de Desarrollo de Cliente nos facilitan la definición de las estrategias para que puedan ser fácilmente testadas e implementadas.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Informes de Gestión


Mucho han cambiado los informes de gestión en los últimos 20 años. En el año 1993 las grandes empresas que trabajaban con sistemas de bases de datos muy caros (como era el caso de Oracle) facilitaban unos informes en pantallas monocromáticas.
En la actualidad, las grandes empresas disponen de unas bases de datos que permiten utilizar “cubos dinámicos” donde podemos crear infinidad de informes de gestión con unas presentaciones muy didácticas.
En aquel año 1993 me tocó hacer informes de gestión para ver la rentabilidad de parques de atracciones. Recién salido de un MBA, los primeros informes eran un “tocho” con un montón de ratios económicos y financieros.
Al poco tiempo, me di cuenta que a la dirección de poco le servía aquel informe para tomar decisiones de inversión en apenas cinco minutos. Fue cuando comencé a incluir gráficos en colores de la rentabilidad por cada unidad de negocio.
Aquello gustaba más. El color rojo indicaba la mayor rentabilidad, mientras que los colores más suaves suponían una disminución progresiva. Era una forma muy directa de poder comparar distintas inversiones. Luego se iban a mirar las páginas de ratios.
El mismo modelo lo fui implementado para tomar decisiones de inversión en otros sectores como era hospitales, televisión por cable, inversión inmobiliaria, entre otros muchos.
Todavía no existía Internet y apenas un incipiente correo electrónico. Esto suponía que había un acceso muy limitado a la información y que era necesario desplazarse para presentar los informes.
El final del siglo XX conllevó un cambio drástico con las posibilidades de los paquetes de software ofimático (Word, Excel y Access), así como la proliferación de los ERP (programas de gestión integral) en las empresas.
La primera década del siglo XXI ha sido el boom de Internet y la utilización de los sistemas de comunicaciones, como es el caso del correo electrónico, que han posibilitado el compartir la información.
Esta segunda década nació con dos nuevos paradigmas rompedores (los datos en la nube y el software como servicio (SaaS) que vuelven a transformar el modelo de creación de informes de gestión.
Los datos en la nube (en un servidor al que tenemos acceso por Internet) y el SaaS posibilitan el poder consultar estos informes desde cualquier lugar y compartirlos con otras personas.
Evidentemente, existen programas de software en el mercado que nos hacen estas funciones de una manera fácil. Pero, también tenemos la opción de utilizar plataformas gratuitas que lo facilitan, como es el caso de Google Apps.
En este caso, podemos tener una base de datos en una hoja de cálculo a partir de la cual podemos realizar los distintos informes que necesitemos tanto para uso particular como para compartirlo con colaboradores.
Estos informes pueden ser de ventas por clientes, de facturación por comercial o cualquier otro que podamos crear desde la base de datos que tenemos en la hoja de cálculo.
Pero, también podemos utilizarlo para hacer el seguimiento de nuestra actividad. Así, podemos saber en qué fase del proceso de venta se encuentran las distintas posibilidades que tenemos entre manos.
Estas fases del proceso de venta son el análisis de la necesidad del cliente, la propuesta de valor que le ofrecemos, el  presupuesto económico propuesto, el periodo de negociación y el cierre positivo o fallido de la venta.
En la foto adjunta, tenemos un gráfico que nos muestra el estado en que se encuentran distintas oportunidades de venta indicándose la fecha donde se ha realizado la fase alcanzada.
Se ha utilizado una gama de colores progresiva que indica el avance en el proceso. Así, el azul para el análisis en el inicio, en amarillo cuando se ha presupuestado, y el rojo cuando ya se ha cerrado positivamente la operación.
Es una tabla dinámica que se actualiza de forma automática cuando se ha cambiado la base de datos, de manera que podemos tener acceso a la misma desde cualquier sitio disponiendo de la información actualizada por todas las personas que tienen acceso.

Un informe de gestión tiene que ser útil para realizar un seguimiento y tomar decisiones. Con estas herramientas es muy fácil adaptarlos a las necesidades que tengamos.

Proceso de venta


Debe haber miles de libros escritos sobre el proceso de venta, porque es la parte que más interesa a las empresas. Así, que muchas cosas que se dicen nos sonarán a todos porque son el a, b y c.
Muchas de estas publicaciones se refieren a la forma del trato con el cliente, poniendo la mayoría del poder en la forma de ser del comercial. Con las nuevas tecnologías, este poder ha ido disminuyendo dado que es necesaria un etapa previa de documentación.
Nos centraremos en la gestión del proceso de la venta. Comienza este itinerario en la segmentación de los posibles clientes que vemos podemos alcanzar desde nuestro modelo de negocio particular.
Estos posibles clientes nos pueden venir de distintas fuentes. Así nuestra cartera de cliente, la página web, las redes sociales, conocidos, actividades promocionales y un largo etcétera que nos ofrecen las nuevas tecnologías.
El siguiente paso del proceso es discriminar esta cartera de posibles clientes para valorarlos como oportunidad, de modo que elaboramos una ficha de contacto y otra ficha de la empresa jerarquizando su importancia.
La gestión de una oportunidad de venta supone las siguientes etapas: análisis de necesidades, propuesta de valor, presupuesto, negociación y cierre, tanto si es positivo como negativo.
El análisis de la necesidad de la empresa conlleva el conocer su modelo de negocio para ver en qué proceso encontramos oportunidades. Se trata de transformar una necesidad como oportunidad.
Esta posición de empatía supone un esfuerzo por conocer a la otra empresa. Además de posibilitarnos el poder detectar una oportunidad de negocio, también nos permite el poder incorporar los elementos positivos de su modelo de negocio.
Una vez detectada esta necesidad, tenemos que transformarla en una propuesta de valor para el posible cliente. ¿Qué ventaja o que solución le estamos aportando? Lo plasmamos en su lenguaje.
Luego es necesario presupuestar esta propuesta de valor de una forma acorde al modelo de negocio. Se podrían ofrecer varias posibilidades tanto en el precio como en la forma. Así, podríamos ir desde un precio fijo a uno variable.
Es en el proceso de negociación donde se produce esta concordancia entre el modelo de negocio de la empresa y el nuestro. De forma que se adaptan tanto la propuesta de valor como el precio.
El final del proceso de negociación es el cierre de la venta. También podría ocurrir que no hubiera un acuerdo. Podría ser que hubiera una posibilidad posterior para la misma oportunidad o poder ser un posible cliente para otra distinta.
La gestión de este proceso de venta es muy distinta según sea el tipo de negocio, el tamaño de la empresa o el ciclo de vida donde se encuentren los servicios y productos ofertados.
Por un lado, nos encontramos una problemática tecnológica que sería el cómo gestionamos este proceso. Aquí, nos encontramos un abanico que va desde la agenda de toda la vida al CRM más sofisticado.
Y, por otro lado, el proceso y el control de la venta al que nos hemos referido antes, donde es fundamental el conocimiento del modelo de negocio del cliente para poder realizar una propuesta de valor que le encaje.
Un tercer parámetro es el trabajo colaborativo necesario entre distintas personas de una misma empresa o, también, la inclusión de otras empresas a las que se ha subcontratado ese proceso.
En este caso, nos encontramos con una triple problemática. Una parte es tecnológica, otra organizativa y, también, un psicológica. La primera, la tecnológica, está resuelta actualmente.
La organizativa conlleva el disponer de una formación y establecimiento de unos procedimientos claros de trabajo con colaboradores y proveedores para evitar problemas de coordinación.
La psicológica, tiene que ver con el inevitable rechazo a lo nuevo por parte de los usuarios. Si no se cuenta con ellos desde el diseño inicial, hay muchas probabilidades de fracaso en la implantación posterior.

Tanto la esfera organizativa como la individual fundamental el éxito del trabajo colaborativo en el establecimiento de un clima de confianza, que es una necesidad previa a esfera tecnológica.

jueves, 27 de marzo de 2014

Elegir un CRM

Ya hace años que se habla del software Customer Relationship Management (CRM)  como un modelo de gestión de toda la organización basada en la orientación al cliente, disponiendo de la información integradamente.
En los últimos años, ha habido tres cambios significativos que hacen que se vuelvan a repensar su funcionalidad y el tipo de empresas que pueden utilizarlo: los datos en la nube, la generalización de los Smartphone y la comunicación en las redes sociales.
En su origen, los CRM estaban pensados como un módulo a añadir a los ERP (Enterprise Resource Planning) que disponían las empresas para gestionar e integrar la información de sus distintas áreas funcionales.
La filosofía de los datos en la nube y la SaaS (software as a service) facilitan el acceso a los CRM a empresas que no disponen de los recursos económicos y tecnológicos necesarios anteriormente.
La generalización de los dispositivos móviles ha modificado tanto la forma de acceso 24 horas, la usabilidad de los software haciéndolos más intuitivos, como el número de personas que pueden utilizar desde distintos lugares.
El último cambio es el traslado de la forma de comunicación habitual del email a las redes sociales (WhatsApp, Facebook, Twitter,…) que hace que se configuren nuevos canales de comunicación.
Estos nuevos cambios, hacen pensar en la posibilidad del uso de CRM tanto por los emprendedores como por las pequeñas empresas, como una herramienta imprescindible de gestión.
Ya no debemos pensar en los CRM como una solución tecnológica (como se vendía en su inicio), sino como una herramienta que nos sirve para implementar las estrategias empresariales.
Así, tenemos que tener claro qué es lo que queremos vender, a quién se lo queremos vender, cómo lo vamos a hacer y cuándo lo vamos a hacer, y cómo desarrollamos las relaciones comerciales.
El Lienzo de Modelo de Negocio nos puede ayudar a aclarar estos apartados con sus 9 módulos en que detallamos los segmentos de clientes, la propuesta de valor, los canales que utilizamos y el tipo de relación.
La propia metodología del Lienzo de Modelo de Negocio, en lo que se refiere a canales, nos ayuda a pensar en la filosofía de embudo de los CRM: nos conozcan, nos valoren, nos compren y sea fieles.
Particularmente importante es conocer la forma de funcionar de los nuevos canales que suponen las redes sociales. Al igual que el CRM, se ha pasado de Marketing Digital a Marketing Social.
Cuando uno monta su propia empresa, un sistema CRM no aparece como una prioridad. Sin embargo, una vez que los primeros clientes surgen, ya hay una necesidad de organizar la comunicación con ellos.
Lo mismo sucede con una empresa pequeña ya establecida, donde cada persona se enfoca en la tarea encomendada de administración, producción o venta, viendo la gestión de un CRM como una tarea no productiva.
Una vez que hemos justificado su necesidad de uso, viene la parte de cuál elegir. Primero tenemos que pensar que se adapte a los tres cambios que hemos referido: esté en la nube, se pueda utilizar con dispositivos móviles y gestione las redes sociales.
La gestión de los canales de las redes sociales es un aspecto que está evolucionando muy rápidamente y que no está generalizada en los CRM. Por otra parte, Google Apps está facilitando esta labor de integración.
Si miramos en Internet, fácilmente nos encontramos con artículos de expertos que nos hablan de las ventajas de uno y otros, pero tanta información acaba por desbordarnos si no estamos iniciados.
En el caso de CRM en español en la nube se mencionan: TeamLab, Zoho, Sugar, Sage, Web, Salesforce, Vtiger, Worketc, Civic, GoldMine, Hipergate,… Y, seguramente, habrá muchos más.
Si empezamos a mirar precios nos encontramos que la mayoría dispone de un periodo de prueba gratis. Entre los más utilizados, Zoho tiene una versión gratuita hasta tres usuarios.

Los expertos aconsejan no tomar una decisión precipitada, pensar en la forma cómo trabajamos en nuestra organización y, sobre todo, que se adapte a quienes van a utilizar la aplicación.

El embudo

Una imagen, a menudo, nos ayuda a comprender un concepto abstracto. Este es el caso del embudo, cuya metáfora la utilizamos para explicar muchas situaciones. Vamos a utilizarlo para el caso del canal de las redes sociales.
Como todos los nuevos canales, cuando nacen, se postulan como la solución universal a todos los demás. Ese fue el caso del comercio electrónico en la primera década de este siglo.
Al principio, muchos pensaban que no iba a triunfar y otros creían que todo el comercio sería electrónico. Hemos sido testigos de cómo ha ido evolucionando este canal en los distintos sectores.
Así, en este caso, el del comercio electrónico, hemos visto que se han ido creando distintas segmentaciones que conviven. De forma que es muy habitual que muchos pequeños comercios dispongan igualmente de este tipo de canal.
De igual manera sucedió con las redes sociales, al palio del denominado Web 2.0, que publicitaba la necesidad de interactuar con los clientes. Primero recelosas y ahora convencidas vemos la presencia habitual de las empresas.
Entre todas las redes sociales, Facebook, es el paradigma de todas ellas por su tamaño y continuos cambios. En los últimos años muchas empresas han invertido en este canal para lograr una comunidad de seguidores.
Realmente, era una forma muy rentable de llegar a los clientes. Pero, desde noviembre de 2013 Facebook ha ido reduciendo el reparto gratuito de las publicaciones, a la vez que ha ido sofisticando sus herramientas de publicidad.
Las empresas se quejan de este hecho pero, por otra parte, tampoco era ya sostenible el disponer de una comunidad cada vez más heterodoxa difícil de manejar como una sola unidad.
Ya no es suficiente que nos conozcan, sino llegar a cada segmento de cliente con distintas propuestas de valor. Aquí, entran las posibilidades cada vez mayores de la segmentación de la comunicación en los medios digitales.
Así, identificamos un segmento de clientes con una propuesta uniforme de propuesta de valor al que nos vamos a dirigir por los canales más adecuados, ya sean los digitales o los tradicionales.
De esta forma, seremos más eficaces en convertir estos posibles clientes para que nos consideren como alternativa para sus compras. En esta fase, entran las herramientas de reputación, como son los blogs.
Aparte del precio, con la información facilitada en la web, en las redes sociales y en nuestro blog, estamos añadiendo el componente servicio que le da valor al potencial cliente.
De este grupo que nos considera, lograremos un porcentaje de personas que nos compren. Si son nuevos clientes, deberíamos estar muy cuidadosos que esta experiencia sea positiva para retenerlo como cliente y para que nos recomiende.
La parte final del embudo son las ventas. Mantenemos el caudal con la atracción de nuevos clientes, pero sobre todo, con la fidelización de los ya existentes que tenemos que mantener.
Para gestionar la fidelización de los clientes se han ido creando distintas herramientas, como son los CRM, software de gestión, las tarjetas de compra o, más recientemente, las aplicaciones móviles.
Como ya hemos ido comentado, no nos debemos centrar en la tecnología, sino en el uso que debemos hacer de ella. Seguramente una aplicación móvil puede ser una forma muy eficaz para mantener la fidelización, pero no para todo tipo de clientes.
Es la tecnología la que debe adaptarse a nosotros y a nuestros clientes y no al revés. La asimilación de los cambios la realizamos de forma orgánica y no disruptiva para que el primer árbol no nos impida ver el bosque.
Si estamos en un tiempo donde se aconsejan las metodologías agiles de gestión, de igual manera deberían ser las tecnologías que utilicemos para soportarlas. La clave es la forma como gestionamos, no la tecnología.
Las empresas no deberían “pasar por el embudo” de las plataformas tecnológicas predominantes. Es necesario que empresas de servicios adapten estas tecnologías para que se usen de forma natural.

Indudablemente, la tecnología es muy importante porque permite una mayor productividad y eficacia, pero su implantación y gestión deberían resultar más ergonómicas.