Cuenta
Homero en la Odisea que Sísifo fue castigado empujando una piedra enorme cuesta
arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la
colina la piedra siempre rodaba hacia abajo.
Así,
Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Esta
metáfora es utilizada para ejemplificar aquellas situaciones en las que no
sabemos encontrar una solución adecuada reiteradamente.
Este
paradigma lo podemos aplicar tanto en el ámbito personal como en el
empresarial. En ambos ámbitos nos encontramos con soluciones intentadas que
fracasan reiteradamente.
Actualmente vemos cómo se cierran de forma constante
pequeños negocios. Muchos locales quedan vacíos, pero los que se encuentran en
las zonas más comerciales suelen volverse a abrir.
Este
último mes, en mi paseo habitual después de cenar, he visto el cierre de tres
locales: una pescadería, una tienda de ropa de niño y un bar. El local de la
tienda de ropa ha vuelto a ser ocupado por otro negocio que se ha trasladado de
otro sitio.
Los
negocios de pescadería y bar se habían abierto en locales que se habían cerrado
ya con anterioridad y habían estado algún tiempo cerrados. No conozco las
razones, pero supongo que será por no lograr las ventas necesarias.
En un
momento con dificultad para encontrar trabajo, el autoempleo es una solución
recurrida. ¡Al menos, hay que intentarlo! Pero es aconsejable que una persona
experta ajena al negocio nos dé una opinión
objetiva.
Hablamos
de un análisis utilizando herramientas conocidas como el Lienzo de Modelo de
Negocio y la redacción de un Plan de Empresa. Este paso evita que se parta de
un mal planteamiento estratégico inicial.
La
confección de este análisis no es fácil en la actualidad, pero nos puede ayudar
a visualizar los distintos escenarios que nos podemos encontrar y, sobre todo,
establecer el “punto muerto” (las ventas necesarias para salir adelante).
El
emprendedor tiene en la actualidad multitud de recursos online y acceso a
entidades que le pueden asesorar en este aspecto, así que éste no suele ser el
problema.
De esta
forma, podemos establecer un plan de acción y de contingencias según el
escenario que se vaya cumpliendo. Es como tener un plano de la situación que se
va acercando a la realidad.
Esta tarea
de realizar un plan de acción y de contingencias no se suele hacer porque el
emprendedor quiere comenzar con el proyecto inmediatamente y únicamente
considera un escenario positivo.
La no
realización de este análisis suele conllevar un exceso de inversión inicial (ya
que no se plantea un escalonamiento) y tensión de liquidez al no cumplirse las
expectativas de ventas.
En caso
que sí se haya realizado este plan de acción y de contingencias, tenemos que
ser constantes y metódicos en la consecución de las estrategias. Todo negocio
necesita de un proceso para establecerse.
Cuando no
se conoce el sector y/o se ha tenido una experiencia como empleado,
desconociendo la realidad empresarial, puede ocurrir que lo imagináramos mejor.
Aquello de “ver más verde el césped del vecino”.
Por
último, podemos encontrarnos una incapacidad en cuanto a la gestión. Se
abarcarían todos los aspectos que envuelven una empresa: recursos humanos,
tecnología, marketing y administración.
Cada vez
existen más recursos online y seminarios específicos para formarnos en las
áreas en las que tenemos carencias. También podemos delegar estas áreas en
otras empresas o en personal adecuado.
Cuando se
sale sin éxito de una solución intentada nos afecta emocionalmente. El miedo,
la rabia o el dolor acaban asentándose en nuestro sistema cognitivo,
afectándonos en el siguiente intento.
Un fracaso
debería ser una oportunidad para analizar la situación, pero nos encontramos
demasiado atrapados en su impacto negativo como para ver qué ha pasado. Solemos
decir “hay que intentarlo otra vez”, sin
haber aprendido la lección.
Tendemos a
tener una percepción negativa del fracaso, así que rehuimos las evaluaciones
posteriores tan importantes a considerar en el próximo proyecto que vayamos a
emprender.
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