Desde hace
unos años los informes de macroeconomía se han popularizado. Sin embargo, nos
encontramos algunos profetas que nos venden un futuro lleno de brotes verdes y
otros que nos hablan de largas travesías por el desierto.
Ante esta
dicotomía prospectiva, la población y los empresarios nos encontramos confusos.
Ambos discursos se basan en un pensamiento lineal fundamentado en buscar
tendencias.
Pero,
parece que la realidad es más compleja que una gráfica y obliga a que cada
empresa tenga que dibujar sus propios escenarios de futuro en su entorno de
influencia.
Este
requerimiento de una mentalidad estratégica precisa no únicamente de una
formación en la materia, sino de una actitud de apertura de miras para analizar
la realidad desde distintas perspectivas.
La
actividad artística nos puede ayudar a cultivar esta mirada creativa. Y,
concretamente, los museos son lugares muy apropiados. De hecho, según Chris
Dercon, director de la Tate Modern de Londres, es una de sus funciones.
En una
entrevista en mayo para El Cultural dice que el museo “es un espacio público
para el juego social y la innovación, facilitando nuevas formas de creatividad
y pensamiento”.
El museo
del CDAN de Huesca cumple especialmente esta función. Comenzaremos por su
entorno. Cuando llegamos en coche, nos sorprenden los muros ondulados de su
fachada al que nos aproximamos andando desde el parking.
Nos
encontramos rodeados de una naturaleza que nos invita a quedarnos fuera
disfrutando del verde del césped y los viñedos. Pero, la belleza del edificio
nos impulsa a contemplarlo por dentro.
La entrada
al edificio es funcional, al igual que la sala 2 de exposiciones. Sin embargo,
al llegar a la sala principal, nos encontramos un baño de luz y formas
onduladas.
Unas
escaleras nos obligan a bajar 3 metros bajo el suelo. Nos encontramos en el
interior de un recinto circular lobulado con un techo lejano a más de 12
metros. Un gran ventanal nos muestra el estanque con la estatua de La Ninfa de
las Montañas.
El recinto
en sí es una gran escultura que nos obliga a recorrerlo. No hay líneas rectas,
todo es ondulado. Esta sensación se remarca cuando ascendemos por la rampa
sinuosa a la calle.
Una vez
adaptados a la geometría, podemos centrarnos en la exposición. Ahora nos
encontramos una muestra de la colección Beulas Sarrate titulada “Imágenes
Inconformistas”.
Los
cuadros se encuentran colgados en un laberinto rectilíneo dentro del recinto
que nos obliga a centrarnos en las propias obras de arte. Es una muestra de la
evolución de la estética figurativa en el siglo XX.
Podemos
contemplar distintos estilos, desde las ilustraciones para prensa de Juan Gris
al primitivismo expresionista de Karel Appel, así como un viaje a la historia
del siglo XX desde 1909 hasta la actualidad.
En la sala
2 nos encontramos la exposición “Faber”,
que ofrece un recorrido por el paisaje y la fotografía a través de la mirada de
José María Álvarez, recogiendo la intervención humana en la naturaleza.
De nuevo,
distintas perspectivas para cultivar la creatividad. Además, el museo acoge
periódicamente espectáculos de artes escénicas: cine, teatro, danza, música
clásica, folklore y lírica.
Y si
queremos avanzar un paso más y practicar, nos podemos apuntar a los talleres de
plástica que organizan. No nos podemos perder “los talleres de artistas” para
niños y jóvenes para “ver otras miradas”.
Cuando
salimos fuera, de nuevo la naturaleza. Podemos pasear en torno a sus esculturas
para que fluyan respuestas. Dercon dice que “el museo, es por encima de todo,
un lugar donde hacerse preguntas”.
“Un lugar
donde negociar conflictos, entre lo viejo y lo nuevo, entre lo cercano y lo
lejano, entre lo caro y lo barato, lo conocido y lo desconocido, entre lo
sencillo y lo difícil”.
Cuando
volvemos al coche, retornamos a nuestra cotidianidad. No esperemos cambios
milagrosos. Pero si visitamos habitualmente museos y salas de exposiciones,
iremos tomando perspectiva.
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