Año
2118
Visité a un conocido que está rehabilitando una casa del siglo
XVIII en el Pirineo que ha estado muchos años deshabitada. Sorprende
el inmenso hogar de campana con su hermosa chimenea que sobresale en
el tejado.
Los muebles y la vigas de la cocina están ahumadas por el paso de
los cientos de años que fueron secando las longanizas y chorizos en
los clavos que todavía están esperando ser utilizados.
Le comento “con que sencillez vivía la gente”. A lo que me
contesta “que lo mismo dirán de nuestra forma de vida dentro de
100 años”. Esto me hizo reflexionar y de aquí el título de este
artículo.
Al salir, paseando por el pueblo constaté que muchas de las casas
también eran del siglo XVIII, al igual que la casa ya derruida de mi
padre que también tenía chimenea de campana rodeada en gran parte
por la cadiera.
Casa Juan Vallés de Sarsa de Surta (1985). Sobresale la chimenea de campana |
Nos cuesta poco ir 300 años atrás e imaginar cómo vivían nuestros
antepasados. Apenas son 10 generaciones y tenemos conocimiento
directo de 3 de estas generaciones y 2 más a través de personas que
están vivas..
Así, las propias configuraciones de las casas son de 1718. Las
enormes prensas de aceites son de 1818 (esta fecha indica la que
tenemos en Barbastro en la calle Las Fuentes). El coche Ford T que
compró mi abuelo fue fabricado hacia 1918.
Muchos de nuestros familiares superan los 95 años y son testimonio
directo de sus casi 100 años de vida más lo que escucharon de sus
padres y abuelos. Así, que nos es fácil saber su modo de vida.
Sin embargo, nos cuesta predecir el futuro. Somos muy buenos copiando
y haciendo pequeñas modificaciones incrementales, como hemos vivido
los que ya tenemos más de medio siglo de vida en la transformación
tecnológica acontecida.
En literatura ha habido libros que han hablado de futuro en forma de
utopía (un mundo maravilloso) y distopía (una perspectiva
pesimista). En el cine y las series de televisión abundan estas
últimas por dar más juego.
Existe la ciencia de la prospectiva que analiza distintos escenarios
que pueden desarrollarse, pero desde que tenía 10 años se decía ya
que el petroleo se iba a acabar en pocos años. Así, que los
escenarios futuros no son clarividentes.
Yo creo más en la capacidad creativa que tenemos los seres humanos
de planificar y hacer cosas que nunca hubieran estado en los
escenarios que analiza la prospectiva.
Tres ejemplos claros son la educación obligatoria, la sanidad
universal y las pensiones. Todo ello se ha forjado en España tan
solo en las tres últimas generaciones.
Si nos movemos en el ámbito empresarial, ocurre lo mismo, la
tecnología va más por delante que el uso que están haciendo las
empresas y el que son capaces de asumir los consumidores.
Sin embargo, los marcos moral y sociales necesitan urgentemente de
modificaciones que den credibilidad a la construcción de estos
nuevos paradigmas sociales y económicos que los seres humanos somos
capaces de desarrollar.
Vale la pena leer la entrevista (pinchar para leerlo) en El País el 3 de marzo al
científico y activista ya nonagenario Noan Chomski en el que se le
pregunta cómo ve la situación actual. Adjunto un párrafo como
ejemplo.
“...Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque
nos dicen que está compuesto por consumidores que están informados
que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión
y ver los anuncios: ¿buscan informar al consumidor y que tome
decisiones racionales? ¿O buscan engañar?...”
El reconocido actualmente filósofo Giorgio Agamben, de 76 años de
edad, remarca en sus libros esta necesidad de reinventar una
cosmovisión. Así dice: ¨hay que dibujar de nuevo el mapa del
espacio donde la sociedad ha situado al sujeto y sus facultades”.
Siento no ser capaz de ser preciso en pintar cómo será nuestra
sociedad y nuestra economía dentro de 100 años. Creo que tenemos
que huir de las distopías que nos asustan y crear un entorno
satisfactorio para la mayoría de la sociedad.
Por cierto, en el 2118 se celebrará el milenio de la toma de
Zaragoza por Alfonso I. Sus antepasados no pudieron hacerlo por la
altura de las murallas. Fue necesaria la tecnología francesa que
hizo sucumbir las murallas de Jerusalén para lograrlo. Ya vemos que
hace mil años ya era importante la globalización y la tecnología.
Daniel
VALLÉS TURMO
Gracias por compartir, me parece muy interesante. Un cordial saludo.
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