martes, 3 de abril de 2018

Caminar la Economía


Caminar la economía

El 25 de marzo llegamos a la Casa de Arro a orillas del Noguera Ribagorzano. Es el ecuador del Camino de San Ramón entre Barbastro y San Beltrán de Cominges que iniciamos con motivo del 900 aniversario del destierro del obispo. (Ver ruta en el blog Caminos de Barbastro)

Este año no pude andar la etapa junto a montañeros de los clubes de Barbastro, Graus y Tarbes. Estuve de coche de apoyo y fue otra forma de ver la ruta en vez de recorriéndola.
Mientras esperaba que llegaran a río Blanco me bajé a tomar un café con leche y torta a Casa Peix de Serraduy. Hablando de la ruta que estábamos haciendo, un pastor decía que seguían ese mismo camino para ir al Valle de Arán.
Al salir, mientras conducía, me preguntaba desde cuándo tendrían los derechos de pasto en el Valle de Arán. Tal vez, desde la época de la reconquista, si no antes, generación tras generación recorriendo ese mismo camino.
La economía de esta Alta Ribagorza era principalmente ganadera y aún sigue siendo en parte, aunque el turismo va incrementando su participación muy rápidamente.
Me alegré ver que en en el tramo de cabañera que atraviesa Coll de Causes entre el río Valira y el Noguera han vuelto a pasar los rebaños. En el 2015 me costó encontrar el tramo que desciende hasta el antiguo monasterio de San Andrés.

Todavía nos queda pendiente el tramo entre Barbastro y Estada que el río Cinca crecido nos impidió atravesar en el 2016. Llegamos por el camino de Figueruelas hasta la Canteras desde donde se ve donde estaba el antiguo camino.
Aquí había un castillo desde la época árabe. Se pasaba el río por un vado, más tarde se construyó un paso de barca. Ahora se atraviesa por encima del dique de una pequeña presa.
En la otra orilla nos espera el antiguo camino romano que venía de Monzón a Labitolosa. En aquella época ya era una zona de cultivo, como lo indica el nombre de Ariestolas (los cultivos de Tolous, Monzón).

En 1906 se inauguró el Canal de Aragón y Cataluña que ahora riega toda la vega por la que pasamos hasta llegar a Estada (que significa “parada”). Aquí empieza la subida a la Sierra de la Carrodilla, donde nos esperan amplios pastos milenarios.
Al llegar a Aguinaliu (“nido de águilas”) nos recibe en ruinas una antigua prensa de aceite del siglo XVIII, que delata la importancia del cultivo del olivo durante siglos. En la bajada hacia el río Sarrón el camino pasa junto a hermosos ejemplares de olivos centenarios. El pantano de Barasona deja a este pueblo bajo sus aguas. 

También contemplamos en la subida el pueblo abandonado de Cartarlenas. Este último pueblo ha sido comprado y vallado su término para uso cinegético. Afortunadamente no lograron comprar el carrascal que Capella tiene en lo alto de la sierra donde estaba las “suertes”. Cada casa tenía uso de una parte este bosque para coger las bellotas y hacer leña.
En la bajada vale la pena desviarse a la ermita de San Miguel encima de “la Pardina” (significa terreno para cultivo que se ha roturado al bosque). Conforme llegamos a Capella vemos dos torres, la de la iglesia y la de la fábrica de piensos de Mazana.
La economía del cerdo es otro sector que se ha potenciado, tanto con la creación de granjas como con la manufactura de derivados, como es la conocida longaniza de Graus.

El espléndido puente de Capella nos habla de las dificultades de pasar el río Isábena. Durante cientos de años el siguiente puente era el de Roda de Isábena. La carretera no pasó de Laguarres hasta después de la Guerra Civil y llegó a Serraduy a finales de los años 40 del siglo pasado. Donde está hoy Casa Peix era donde se cerraba el autobús.
Paulatinamente se hizo la carretera que llegaba hasta Obarra y durante mediados de los 60 se hicieron los túneles que atraviesan el congosto y permiten llegar hasta Bonansa.
Hoy apenas pasa ganado por esta alta Ribagorza, pero esta carretera la atraviesan velozmente los esquiadores que suben a las pista de esquí del Valle de Arán dando vida al turismo que viene a ver el románico que San Ramón llevó a su máxima expresión en sus años de destierro.
Los barbastrenses perdieron un obispo, pero la humanidad ha ganado el poder contemplar las iglesias y pinturas que nos legó.

Daniel VALLÉS TURMO

Artículo publicado el día 4 de abril de 2018 en Diario del Altoaragón

No hay comentarios:

Publicar un comentario