Domingo grande de carreras en Motorland de Alcañiz. Se celebra un gran premio de moto GP. En las carreteras de acceso al circuito se advierte el intenso tráfico, sobre todo de motos. Es casi imposible tomar un café en los bares de carretera.
En las proximidades al circuito se desvía el tráfico a distintos aparcamientos según desde la carretera donde se venga. Desde la zona norte se ve a lo lejos el circuito. Es una mañana fresca pero soleada y apetece pasear. El ambiente de camino es alegre y familiar.
Las gradas llenas de un público con ganas de pasarlo bien. Conforme pasan las distintas carreras el ambiente se va animando. Los comentarios son positivos. La prueba de moto GP supone el momento de máxima emoción.
A la salida, una riada de motos, coches y peatones entusiasmados se preparan para volver a casa. La organización de la Guardia Civil de Tráfico es muy buena y en el regreso por la nacional 211 no hay ningún atasco.
La circulación es densa y hay que estar muy atento al gran tráfico de motos. En el tramo de curvas entre Caspe y Mequinenza es necesario aumentar la atención debido al gran número de kilómetros de máxima precaución. Pasado este tramo, se respira más tranquilo.
Los periódicos del día siguiente publican la noticia de un motorista fallecido en ese tramo de carretera donde la peligrosidad de la circulación se entreveía por el incremento de los factores de riesgo que se acumularon.
Otra fiesta que acaba en desgracia, como tantas veces sucede, cuando el excesivo incremento del entusiasmo colectivo hace que se minusvaloren los riegos al tener una mayor sensación subjetiva de control.
Vamos a tratar sobre el entusiasmo en el ámbito empresarial tanto en el ámbito organizacional como personal atendiendo a los aspectos biológicos, psicológicos como sociales que se desencadenan e interrelacionan.
Comenzaremos comentando la gráfica adjunta en forma de U inversa en la que se relaciona la activación con el rendimiento. El resultado es que un determinado nivel de activación favorece el rendimiento, pero su saturación lo perjudica.
Cuando nos encontramos en un estado de activación (estrés) que favorece nuestro rendimiento, se le denomina Eutress, mientras cuando lo perjudica, se denomina Distress. Así, hablamos de un buen estrés y mal estrés.
En el ámbito biológico, cuando nos encontramos en un estado de activación, nuestro cuerpo segrega determinadas hormonas y neurotransmisores que favorecen la atención y el rendimiento, pero su saturación produce el efecto contrario.
En el nivel psicológico, la activación biológica nos produce bienestar y sensación de control, que deviene en una falsa percepción cuando esta activación se prolonga en el tiempo y se ha mermado la capacidad física.
En el aspecto social, la euforia que produce la activación y el entusiasmo, incrementan la desinhibición y su consecuente incremento de las relaciones interpersonales que se retroalimentan positivamente hasta un cierto límite.
A lo largo de estos años ha habido muchos estudios en todos estos ámbitos (fisiológico, psicológico y social) tanto en el área deportiva como la organizacional que nos permiten poder conocer más sobre estos aspectos.
De hecho, existe una mayor cultura social sobre el funcionamiento de estos mecanismos descritos, pero igualmente, debido a la mayor complejidad y competitividad de las relaciones interpersonales, es muy fácil la saturación crónica.
Los deportistas de élite llevan ya muchos años siendo aconsejados por psicológos para ayudarles a optimizar sus curvas de activación y rendimiento a los momentos de competición y posterior recuperación.
Este acompañamiento personal está comenzando a ser habitual en los directivos de grandes empresas, donde también es necesaria esta optimización. En este ámbito se suele hablar de coaching en lugar de asistencia psicológica.
Por otro lado, cada vez es más asidua la realización de actividades después del trabajo que ayudan a desconectarnos física y psicológicamente, como es el caso de la práctica deportiva que ayuda a la regulación fisiológica.
Y, también, están siendo habitual la práctica de actividades que facilitan el bienestar psicológico y moral, como es el caso del voluntariado, la contemplación y determinadas actividades que facilitan el desapego y el altruismo.
Como sucede con muchas parcelas de la vida, la del entusiasmo, es una de ellas que requiere cultivarla para saber aprovecharla y posibilitar a nuestro alrededor un ambiente personal, familiar y social agradable e ilusionante.
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