miércoles, 2 de marzo de 2011

Globalización 2.0.

En medio de la actual crisis económica y social, debido al incremento del paro, algunas personas aprovechan para pintar un futuro muy negro basándose en la tensión del mercado de materias primas que va a suponer el crecimiento de los paises asiáticos.

Perspectiva negativa que no ayuda a buscar nuevos modelos económicos para nuestra sociedad. Pero, además, tampoco tienen porque producirse los temores fundados en una prospectiva lineal de la actual realidad.

De hecho, se están dando unos cambios en la economía global que hacen pensar que el futuro macroeconómico está todavía por escribir de una nueva forma diferente a la actual, podríamos hablar de una globalización 2.0.

La actual saturación de los mercados de materias primas es cierta actualmente, pero también lo es en el caso de los mercados de producción, que está conllevando la puesta en marcha de otras alternativas en ambos mercados.

El paradigma de la sostenibilidad no ha hecho sino comenzar y ya está teniendo incidencia en el diseño de los nuevos productos y servicios, la producción y consumo de energía, así como en la construcción de edificios e infraestructuras.

La saturación de los mercados de producción la podemos constatar en la globalización de la exportación, donde cada vez los países se encuentran con mayor competencia que impide la viabilidad de sus sistemas productivos.

Este cierre de los sistemas productivos nacionales es el que está suponiendo la pérdida de empleo en el sector industrial. Las empresas competitivas se enfrentan con la problemática de la competencia exportadora de los nuevos países emergentes.

En el caso de España, el 44 por ciento de sus exportaciones compite con los productos chinos, lo que indica nuestra vulnerabilidad. El caso de Alemania tiene una menor exposición al tener un 30 por ciento de competencia.

Parte de este diferencial con Alemania se basa en el liderazgo de este país en la gama alta de todos los productos, lo que supone que China no pueda competir todavía tanto en calidad como en capacidad tecnológica.

Similar competencia exportadora se produce entre los países de las economías avanzadas, pero en este caso no existe un diferencial de costes de producción tan grande como con el caso de China y otros países similares.

Desde hace años, se viene diciendo que China entraría en sus contradicciones y que bien no podría competir en mercados de calidad o bien el incremento de sus costes de producción tenderían a equivalarse a los occidentales.

La primera suposición, la falta de competencia en mercados de calidad no se ha cumplido. La segunda, el incremento de sus costes de producción, sí se está produciendo en una franja de su territorio, pero tardarán años en equivalarse a los occidentales.

Además, fruto de los años de crecimiento económico de China y de las relaciones financieras y comerciales con muchos países asiáticos, africanos y latinoamericanos, se está produciendo un desacoplamiento de la economía China respecto a las occidentales.

El hecho que China sea la segunda potencia mundial por tamaño en Producto Interior Bruto, que compre masivamente deuda de países desarrollados, y que realice multimillonarias inversiones en infraestructuras en los países emergentes son prueba de esta realidad.

Este desacoplamiento financiero y comercial de China y su zona de influencia está haciendo que no podamos hacer un modelo lineal macroeconómico, sino que se están produciendo distintos acoplamientos territoriales de la economía.

Este desacoplamiento de la economía de los países emergentes es el que nos impide predecir el suceso de las tensiones de materias primas en los próximos años. Así, la estrategia de China para el acopio de materias primas ha sido el acuerdo directo con los países proveedores.

De igual forma, los países desarrollados que quieren compensar la balanza comercial con China, tienen que negociar las inversiones o las compras que van a realizar. Este sistema se acerca más al trueque que a una economía de mercado.

Este pragmatismo de los políticos chinos y, también de los indios, nos hace pensar que sus países no pueden seguir el mismo modelo de crecimiento que los occidentales, porque es inviable con el paradigma actual.

Esta situación futura tiene un marco de incertidumbre grande, pero tiene la certidumbre de no acabar en un escenario económico insostenible, sino que se tendrán que redefinir paulatinamente los modelos económicos y sociales.

Este escenario de negociación y adecuación es distinto al planteamiento de un escenario tenebroso que algunas personas profetizan. Un escenario macroeconómico que deja lugar para la adecuación de nuestro modelo económico.

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