martes, 26 de julio de 2011

La memoria que viaja

Sentado en un banco junto a la oficina de turismo de Barbastro, una joven francesa con un buen español se acerca para preguntar. Es lunes y la oficina está cerrada. Le acompañan su hermana y su padre.

Pregunta por el acuartelamiento militar donde su padre hizo el servicio militar en 1958. Les comentó que hace dos años que se derribó y que únicamente queda el edificio central de oficiales. Se ofreció para acompañarles.

Había nacido en Almería y el servicio militar le llevó a un Barbastro ahora desconocido para él. Más tarde, la emigración le llevó a la ciudad francesa de Nimes, desde donde regresa medio siglo después para recordar aquel tiempo y compartirlo con sus hijas.

De camino al acuartelamiento, no reconoce nada. La Avenida de la Tallada era un camino en las afueras, la estación de tren ha dejado paso a una moderna avenida y junto al único edificio en pie de acuartelamiento, encuentra el barrio de San Valentín que no existía entonces.

Pregunta por el campamento reiteradamente. A pesar de los cambios en la carretera, tras 50 años, recuerda perfectamente el difícil desvío hacia Valdorrias. Los campos están con la hierba crecida o están cultivados.

Al principio no reconoce y va preguntando por la casa de los oficiales. Al lado del camino se ve una valla de madera y espinos militares. Se para el coche. Caminando por el terreno comienza a recordar algunos lugares.

De nuevo en el coche, la memoria regresa del pasado. A la derecha estaban los circos de acampada sobre una base de cemento y a la izquierda los barracones. Más adelante, la demandada casa de los oficiales.

De vuelta a la carretera principal, habla de la casa a la izquierda donde se hacía la misa y de la cantina a la derecha donde todavía quedan unos fuegos de campañas fabricados en cemento donde se hacía la comida.

Vuelven a su casa en Francia tras haber visitado la estación de Canfranc y el fuerte del Rapitán en Jaca. El padre está contento. Parece que los recuerdos que viajan desde el pasado le han traslado a aquellos años cuando era joven y su vida todavía estaba por hacer.

Muchas otras personas regresan cada año a Barbastro a enseñar a sus hijos donde hicieron el servicio militar obligatorio. Decenas de miles de españoles de todas las regiones pasaron muchos meses de su juventud en los cuarteles.

Este regreso a nuestra historia vital es una de los principales motivos para viajar a un lugar, bien para recordar aquellos tiempos, bien para compartirlo con nuestra familia o amigos. Es un viaje más allá de la realidad, es la memoria que viaja al presente.

En esta lucha contra el tiempo, Internet es una arma muy favorable donde los retazos de páginas, blogs, fotografías, foros y redes sociales, construyen una memoria virtual que, como ocurre con el cuartel de Barbastro, sustituyen a la realidad.

Al igual que el servicio militar, existen otros acontecimientos vitales de nuestras vidas que no llevan a visitar esos lugares con el paso del tiempo. En ocasiones son aquellas ciudades donde estudiamos o donde trabajamos.

Incluso, ese viaje en la memoria, puede transcender a nuestra propia vida y buscamos aquellos lugares de los orígenes familiares. Aquí, el paso del tiempo y del espacio nos puede llevar a cientos de años y kilómetros.

Hemos de pensar que una buena parte de los turistas que visitan nuestras poblaciones se acercan a ellas buscando las huellas de un pasado más o menos lejano. Se trata de su vida y para ellos es lo más importante, por encima de cualquier monumento histórico.

En muchos de esos lugares vitales, se han ido colocando paneles interpretativos donde el visitante puede leer información. En muchas ocasiones, este sistema es suficiente para que el visitante lo agradezca.

Pero, en muchas ocasiones, la información de los paneles es insuficiente o el paso del tiempo la ha deteriorado. Aquí, las nuevas tecnologías de la información basadas en Internet y en la telefonía móvil pueden prestar una buena ayuda.

Con las nuevas tecnologías es posible crear fácil y económicamente herramientas que facilitan información sobre la historia que está asociada a cada ciudad. De esta forma es posible hacer folletos virtuales sobre innumerables cuestiones.

Estos viajeros del tiempo son verdaderos embajadores culturales de nuestros territorios que ya están predispuestos a disfrutar de todo lo que les ofrezcamos. Vienen acompañados de su familia que también serán devotos embajadores.

Cuando encuentran que un vecino les dedica unos minutos de su tiempo para contestar a su avalancha de preguntas, su rostro brilla agradecido de haber econtrado algo más que una ciudad, de haberse encontrado consigo mismos.

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