jueves, 15 de septiembre de 2011

Innovación Sector Industrial


No se puede hablar de una forma generalista del sector industrial, porque nos encontramos con actividades muy distintas, como es el caso de la agroalimentación, la química o la instrumentación médica. Sin embargo, sí podemos encontrar unos parámetros de innovación comunes.
El primer elemento a considerar es la posición del cliente como centro de la actividad de la empresa. Actualmente, el pensar en el producto ya no es lo habitual, como ha sucedido durante decenas de años en el marketing.
En la mayoría de las empresas industriales de nuestra provincia, ese cliente suele ser otra empresa, ya bien sea fabricante de un producto o distribuidora de producto. En el caso de tratarse de clientes finales, éstos son conocidos.
El caso de la empresa que desarrolla y fabrica para un mercado amplio de consumo no suele ser habitual en nuestro entorno, sino que cada vez más se parte de una mayor segmentación e individualización.
De forma que la focalización del marketing se encuentra en satisfacer esas necesidades de clientes concretos y no en la creación de productos para un mercado no identificado. Distingamos entre un cliente industrial o comercial.
Cuando se trata de un cliente industrial que desarrolla un producto, las empresas colaboradoras trabajan en común para poder añadir el máximo valor con el mínimo coste. Es una relación sinérgica entre empresas de distintas actividades codiseñando y fabricando conjuntamente.
Cuando se trata de un cliente comercial, a modo de ejemplo el caso Mercadona, los proveedores se ajustan a las necesidades y precios que la empresa que está en contacto directo con los consumidores considera adecuados. A cambio, se establece una relación de fidelidad con el proveedor.
El segundo elemento de análisis es el ecosistema empresarial que se encuentra en el proceso de creación de valor del producto. Nos encontramos con una tendencia al trabajo en red de empresas de tamaño reducido.
Una vez definido el producto, la empresa que se responsabiliza de su producción, se pone en relación con sus empresas colaboradoras para definir el plan de trabajo para su ejecución. Se establecen relaciones de confianza y flexibilidad.
Dado que la creación de los productos depende de nuestros clientes, las empresas pueden estar involucradas en actividades distintas, bien produciéndolas directamente o subcontratándolas a otras empresas.
En términos de clúster, asociación de empresas entorno a un determinado sector, una empresa puede estar involucrada en varios de ellos, ya que puede verse involucrada en la cadena de valor de distintos productos.
El clúster ayuda a que los ecosistemas empresariales de un determinado sector o producto en un entorno geográfico, puedan colaborar en actividades de investigación, gestión y promoción en el que no compiten las empresas.
El último agente implicado es la tecnología. Este sistema está compuesto por los organismo públicos y privados que posibilitan el acceso a la investigación y al desarrollo, así como los departamentos de las universidades.
En Aragón nos encontramos con distintos centros tecnológios especializados y el Instituto Tecnológico de Aragón que abarca un amplio espectro. Así mismo, las universidades cuenta con su departamento de tranferencia de innovación con las empresas.
La mayoría de estos organismos han desarrollado competencias en las actividades que el tejido empresarial ha ido solicitando, pero el rápido avance de la tecnología está haciendo que no se pueda acceder a todas las nuevas necesidades.
Esta realidad supone que las empresas accedan a otros centros tecnológicos de otras comunidades autónomas y otros países y, que a su vez, los centros tecnológicos de nuestra comunidad colaboren con empresas foráneas.
Esta descentralización del acceso a la tecnología, hace que las empresas se vayan especializando en la colaboración con otras empresas y centros tecnológicos para poder desarrollar el producto encomendado en el corto periodo de tiempo exigido.
La relación de estos tres agentes implicados (clientes, empresa y tecnología) crea un ecosistema de innovación que se retroaliemta y crece conforme los clientes tienen éxito en la comercialización de los productos.
Este crecimiento no se desarrolla únicamente a nivel de cada empresa, sino también en el entorno geográfico próximo. El paradigma cambia de crecer con nuestros productos a crecer con nuestros clientes.
De manera que el propio proceso de innovación conlleva al paulatino cambio de la gama de productos conforme las demandas del mercado van cambiando también. Conforme innovamos con nuestros clientes, vamos innovando los productos.

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