Continuamente se está hablando de
la necesidad de reactivar la economía y la consiguiente creación de puestos de
trabajo. Solemos escuchar cifras macroeconómicas sobre el crecimiento del
Producto Interior Bruto y el impacto en el empleo.
También tenemos noticias sobre
las necesidades que tienen cada sector en particular para reactivarse. Así, se
proclaman tanto medidas para reactivar la demanda como para facilitar la
inversión.
Tras estos indicadores
macroeconómicos y sectoriales nos encontramos con empresas que tienen que
desarrollar su labor en un mercado cada vez más globalizado y competitivo.
En este contexto se necesita
disponer de empresas que tengan un tamaño suficiente para poder desenvolverse
en todos los aspectos de la cadena de valor, desde el I+D a la
comercialización.
La aceleración de empresas para que
logren un mayor tamaño es una de las preocupaciones que tienen las
administraciones públicas para apoyar a su tejido emprendedor y empresarial.
A través de instrumentos como son
las agencias de desarrollo, los viveros de empresas y los parques tecnológicos
se pretende facilitar a los emprendedores y a las empresas unas herramientas
que posibiliten su crecimiento.
Vamos a analizar varios tipos de
facilitadores que posibilitan esta aceleración de las empresas: la validación
del modelo de negocio, el desarrollo del liderazgo estratégico, y la apertura a
la financiación externa.
La validación del modelo de
negocio es el análisis del valor añadido que se pretende desarrollar así como
la capacidad del emprendedor y la empresa para poder conseguirlo positivamente.
Gran parte del fracaso
empresarial se debe a una falta de análisis o una valoración excesivamente
optimista tanto del negocio en sí, como de las capacidades para llevarlo a término.
Por mucha capacidad emprendedora
que se tenga, si no hay un mercado suficiente tras nuestro proyecto, no es
posible ni que tengamos éxito, ni que podamos desarrollar la empresa.
Para evitar un error de
valoración subjetiva, es necesario que personas ajenas al proyecto y que no
tengan intereses en el mismo, nos puedan
dar su valoración sobre el modelo de negocio.
Con un modelo de negocio
adecuado, el siguiente facilitador es el desarrollo tanto del liderazgo de los
emprendedores como el empresarial, entendido como capacidad de gestión
estratégica.
Comenzar un proyecto empresarial
y hacerlo crecer necesita de unas competencias de relaciones personales y
gestión que se van aprendiendo conforme nos encontramos con las dificultades.
La facilitación de formación y
actividades de networking para emprendedores ayuda a que se desarrollen estas
habilidades y se puedan identificar aquellos emprendedores con capacidades
suficientes para liderar proyectos complejos.
La capacitación y formación tanto
a estos emprendedores como a su equipo directivo es la base para favorecer que
sus empresas puedan estar preparadas para poder crecer con éxito.
Disponiendo de un modelo de
negocio validado, emprendedores capacitados y empresas bien gestionadas,
tenemos muchas posibilidades para tener éxito, pero todavía nos falta un tercer
facilitador para su aceleración.
La apertura a disponer de capital
externo en nuestra empresa es un potenciador para estar abierto a nuevas
oportunidades y evitar el encerrarnos en nuestra propia dinámica empresarial.
Esta aceptación de capital
externo nos obliga a testar nuestro modelo de negocio con otras personas y a
sentirnos, posteriormente, evaluados por
lo que intentaremos dar el máximo de nosotros mismos.
De esta forma, estamos
predispuestos al crecimiento de la empresa más allá de las necesidades
personales de los emprendedores, distinguiendo entre ambos ámbitos, el personal
y empresarial.
Estos facilitadores mencionados
para acelerar empresas necesitan de una cultura social previa que refuerce los
valores del emprendeurismo como elemento fundamental para su desarrollo.
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