martes, 26 de junio de 2012

Poner la directa


Parece que nos ha tocado vivir una época histórica que avanza muy rápidamente. Sin embargo, estamos viendo como no nos es tan fácil salir de esta coyuntura económica y financiera.

Se está creando una convicción de que las soluciones son difíciles y que van a tardar mucho tiempo. Otras voces, más emprendedoras, nos dicen que es posible un cambio rápido si se priorizan los objetivos con decisión.

En esta cultura de avance tecnológico frenético nos es complicado comprender la dificultad que tenemos para dar solución a las problemáticas de corte social que nos encontramos. ¿Es posible esta rapidez de cambio?

Nuestro territorio altoaragonés, hace 900 años, vivió en apenas dos generaciones unos cambios muy rápidos que supusieron el final de la ocupación musulmana durante varios siglos de estancamiento.

Raymond Guillaume, más conocido por San Ramón de Barbastro o de Roda, fue testigo en su vida de esos cambios. A partir de su vida, vamos a analizar los aspectos que posibilitaron esa transformación tan rápida.

Nació en el 1067 en la población francesa de Durban, cercana a Toulouse, apenas cuatro años después que comenzara el reinado de Sancho Ramírez y tres años de la primera cruzada a Barbastro.

En aquel momento ambos lados del Pirineo mantenían una estrecha relación en los ámbitos religioso y político como consecuencia de la confrontación con la invasión musulmana.

Sancho Ramírez inicia este momento de cambios rápidos certificando una visión clara de su reinado unido al vasallaje al Papa a partir de 1068 que permite una alineación de los intereses religiosos y políticos.

Visión clara, alineación de intereses y, sobre todo, determinación. Año tras año va conquistando las poblaciones de las faldas del Pirineo que le permitirán la toma de los somontanos de Barbastro y Huesca.

Raymond Guillaume ingresa hacia 1090 como monje en la congregación agustina de San Antonin en la actual Pamiers. Un año antes, Sancho Ramírez envía a su hijo Pedro I a hacerse cargo del gobierno del Cinca Medio.

Como casi todos estos reyes, nobles y obispos de la época, Sancho Ramírez muere en la guerra. En su caso, en 1094 sitiando Huesca. Sin duda, esta determinación en la lucha fue crucial en la rapidez de la expansión de Aragón.

Pedro I continúa con la misma visión, alineación de intereses y determinación que su padre conquistando Huesca en 1096 y Barbastro en 1101. Precisamente en este año que Raymond Guillaume es nombrado prior del monasterio de San Saturnino en Toulouse.

El papel de los monasterios como financiadores de la reconquista es fundamental. En su papel de prior, Raymond Guillaume tendría que viajar a Aragón para gestionar los intereses de la orden.

Tras la muerte del obispo de Barbastro Poncio en 1104, al igual que la del rey Pedro I, Raymond es aceptado como obispo por el nuevo rey Alfonso I. Sin embargo las relaciones no fueron buenas.

Alfonso I, el batallador, dio velocidad a la expansión de sus predecesores manteniendo la vinculación con la iglesia pero favoreciendo el papel de los caballeros para repoblar y mantener la economía de los territorios conquistados.

Raymond Guillaume es visto por los obispos de Huesca y Urgel como un freno de sus intereses expansionistas. Tras años de disputas, el propio rey deja que sea desterrado de Barbastro en 1116.

La buena relación de Raymond con la cúpula eclesiástica de Toulouse le posibilita, sin eficacia, que el propio Papa denuncie la expropiación. Esta relación hace que viaje de forma regular a Francia, estando en el concilio de 1118 en Toulouse.

Es en este concilio donde se aúnan los intereses eclesiales y políticos para posibilitar la toma de Zaragoza y los éxitos de las conquistas posteriores que tuvo Alfonso I con su consecuente acumulación de riqueza.

Parte de esta riqueza hizo posible la construcción de verdaderas joyas del románico como son San Clemente de Tahull, el monasterio de Alaón y la cripta de la catedral de Roda de Isábena, que fueron consagrados por Raymond Guillaume entre 1923 y 1925.

En el otoño de este último año el obispo de Roda acompaña a Alfonso I en su vasta campaña por Andalucía durante 9 meses, llegando enfermo a Huesca y muriendo el 21 de junio de 1126.

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