Parece que nos ha tocado vivir
una época histórica que avanza muy rápidamente. Sin embargo, estamos viendo
como no nos es tan fácil salir de esta coyuntura económica y financiera.
Se está creando una convicción de
que las soluciones son difíciles y que van a tardar mucho tiempo. Otras voces,
más emprendedoras, nos dicen que es posible un cambio rápido si se priorizan
los objetivos con decisión.
En esta cultura de avance tecnológico
frenético nos es complicado comprender la dificultad que tenemos para dar
solución a las problemáticas de corte social que nos encontramos. ¿Es posible
esta rapidez de cambio?
Nuestro territorio altoaragonés,
hace 900 años, vivió en apenas dos generaciones unos cambios muy rápidos que
supusieron el final de la ocupación musulmana durante varios siglos de
estancamiento.
Raymond Guillaume, más conocido
por San Ramón de Barbastro o de Roda, fue testigo en su vida de esos cambios. A
partir de su vida, vamos a analizar los aspectos que posibilitaron esa
transformación tan rápida.
Nació en el 1067 en la población
francesa de Durban, cercana a Toulouse, apenas cuatro años después que
comenzara el reinado de Sancho Ramírez y tres años de la primera cruzada a
Barbastro.
En aquel momento ambos lados del
Pirineo mantenían una estrecha relación en los ámbitos religioso y político
como consecuencia de la confrontación con la invasión musulmana.
Sancho Ramírez inicia este
momento de cambios rápidos certificando una visión clara de su reinado unido al
vasallaje al Papa a partir de 1068 que permite una alineación de los intereses
religiosos y políticos.
Visión clara, alineación de
intereses y, sobre todo, determinación. Año tras año va conquistando las
poblaciones de las faldas del Pirineo que le permitirán la toma de los somontanos
de Barbastro y Huesca.
Raymond Guillaume ingresa hacia
1090 como monje en la congregación agustina de San Antonin en la actual
Pamiers. Un año antes, Sancho Ramírez envía a su hijo Pedro I a hacerse cargo
del gobierno del Cinca Medio.
Como casi todos estos reyes,
nobles y obispos de la época, Sancho Ramírez muere en la guerra. En su caso, en
1094 sitiando Huesca. Sin duda, esta determinación en la lucha fue crucial en
la rapidez de la expansión de Aragón.
Pedro I continúa con la misma
visión, alineación de intereses y determinación que su padre conquistando
Huesca en 1096 y Barbastro en 1101. Precisamente en este año que Raymond
Guillaume es nombrado prior del monasterio de San Saturnino en Toulouse.
El papel de los monasterios como
financiadores de la reconquista es fundamental. En su papel de prior, Raymond
Guillaume tendría que viajar a Aragón para gestionar los intereses de la orden.
Tras la muerte del obispo de
Barbastro Poncio en 1104, al igual que la del rey Pedro I, Raymond es aceptado
como obispo por el nuevo rey Alfonso I. Sin embargo las relaciones no fueron
buenas.
Alfonso I, el batallador, dio
velocidad a la expansión de sus predecesores manteniendo la vinculación con la
iglesia pero favoreciendo el papel de los caballeros para repoblar y mantener
la economía de los territorios conquistados.
Raymond Guillaume es visto por
los obispos de Huesca y Urgel como un freno de sus intereses expansionistas.
Tras años de disputas, el propio rey deja que sea desterrado de Barbastro en
1116.
La buena relación de Raymond con
la cúpula eclesiástica de Toulouse le posibilita, sin eficacia, que el propio
Papa denuncie la expropiación. Esta relación hace que viaje de forma regular a
Francia, estando en el concilio de 1118 en Toulouse.
Es en este concilio donde se
aúnan los intereses eclesiales y políticos para posibilitar la toma de Zaragoza
y los éxitos de las conquistas posteriores que tuvo Alfonso I con su
consecuente acumulación de riqueza.
Parte de esta riqueza hizo
posible la construcción de verdaderas joyas del románico como son San Clemente
de Tahull, el monasterio de Alaón y la cripta de la catedral de Roda de
Isábena, que fueron consagrados por Raymond Guillaume entre 1923 y 1925.
En el otoño de este último año el
obispo de Roda acompaña a Alfonso I en su vasta campaña por Andalucía durante 9
meses, llegando enfermo a Huesca y muriendo el 21 de junio de 1126.
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