martes, 15 de diciembre de 2009

Escampando la boira


Las noticias que nos ofrecen los medios de comunicación acerca de la situación económica actual no sólo suelen ser desalantadoras, sino que acaban creando una atmósfera social negativa y terminan carcomiendo la moral de muchas personas, algunas veces injustificadamente, influenciando en nuestras actividades cotidianas.
Por eso, algunos dicen que no es necesario hablar tanto de la situación actual porque es una forma negativa de tratar los problemas que no ayuda a solucionarlos, pero los medios de comunicación dicen que únicamente cumplen su trabajo reflejando lo que está sucediendo y que volvemos a querer matar al mensajero.
Sin embargo, aunque parezca paradógico, una cierta negatividad es necesaria en todo proceso para poder salir adelante y el querer maquillarla con una positividad forzada desde el comienzo, no hace sino posponer el proceso o solucionarlo de una forma precaria.

Así, el discípulo del filosofo Jóse Luis López Aranguren, Javier Muguerza, en la conferencia de apertura de este curso académico en la UNED de Barbastro acababa su conferencia propugnando la “Vía Negativa” como instrumento de desarrollo de las utopías sociales.
Esto es debido porque las utopías sociales de paz, justicia, solidaridad que la humanidad propugnamos tienen que ser profetizadas continuamente y cada persona tiene que decidir libremente su actitud positiva para su desarrollo. Pero, paradógicamente, es precisamente para favorecer este discernimiento cuando la “Vía Negativa” muestra su eficacia.

La aplicación de la Vía Negativa en este ámbito ético, por ejemplo en la utopía de la justicia, sería pensar que pasaría si no desarrolláramos la justicia y a partir de aquí establecer las acciones a realizar para solucionar dichas problemáticas.
Este paso por la “Vía Negativa” se hace necesario porque el establecimiento de buenos deseos, muchas veces no acaban teniendo los frutos buscados. De aquí la necesidad de profetizar (trabajar para hacer posible) las utopías.
En el ámbito económico también es útil este paradigma. Así, este año ha fallecido una persona, Luis de Sebastian, que supo ir profetizando las utopías económico-sociales desde su rigor académico en las distintas organizaciones donde colaboró, así como en sus artículos y libros publicados.

Por supuesto que la “Via Negativa” no es una apuesta sistemática de negatividad, sino una metodología estratégica para anteriormente a establecer objetivos positivos, seamos consciente de los aspectos más importantes a cambiar.
Es una forma de despejar los automatismos mentales para que no seamos inconscientemente arrebatados por los mismos. Similar a lo que ocurre en los cambios de marcha automáticos, que para accionar la marcha atrás hay que avanzar la palanca hacia delante.
Una manifestación de estos automatismos mentales es cuando alguna mañana te olvidas que la marcha atrás se pone hacia adelante y te pegas un pequeño susto dándole un choquecito al coche que tienes detrás.

De la misma forma, para poder arrancar un coche automático, debemos poner la palanca en el punto muerto. Igualmente, antes de pasar a establecer estrategias positivas, sería positivo un periodo de descompresión.
Esta situación de descompresión la podemos llevar a cabo de distintas formas. Una de ellas sería acostumbrarnos a disponer noticias de otros paises atendiendo sus medios de comunicación locales, lo cual es muy sencillo actualmente con Internet.
Otra forma, sería desviar nuestra atención durante algún periodo a algún pais diferente o a otro sector diferente, bien en alguna misión comercial o asistiendo a unas jornadas. De esta forma conseguimos desactivar nuestras preocupaciones cotidianas y volver a establecer una atención más objetiva con nuestra realidad.
Una vez que hemos logrado desactivar los automatismos mentales con la “Vía negativa” y desactivar una actitud de preocupación con el “Punto muerto”, estamos en condiciones mejores de poner la marcha adelante para establecer nuevas estrategias.

En el establecimiento de estos objetivos positivos, para evitar que la rutina o el excesivo optimismo nos impidan alcanzarlo, es muy eficaz establecer una “Vía Positva”, pero inversa, desplegando unos objetivos operativos desde el final al principio.
Una forma visual de entender este proceso es el de la planificación de la escalada a una gran cima, donde los distintos campamentos se disponen en función del objetivo final. Así, el último campamento tiene que establecerse en el lugar desde donde se tienen muchas probabilidades de alcanzar la cima. Y, de este mismo, se hace con los campamentos precedentes.
Esta planificación de objetivos de forma inversa, a través del establecimiento de estapas intermedias, sirve tanto para dimensionar y valorar dichos objetivos adecuadamente, como instrumento para su puesta en marcha.

Daniel Vallés Turmo
CEEIAragón
www.ceeiaragon.es

Publicado en el Diario del Altoaragon el 16 de diciembre de 2009
www.diariodelaltoaragon.es

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